Crónicas del Portador del Tecno Tiempo (i): Krei Lumon

Ĉapitro dek

Hugo despertó. Estaba tendido en una cama. Tenía la sensación de haber dormido mucho y que varias pesadillas que no recordaba del todo habían estado haciendo muy inquieto su sueño. Continuó tumbado hasta acostumbrarse a la tenue luz que se reflejaba en el extraño techo de hormigón en bruto.

Cuando se incorporó observó una habitación pequeña, de paredes sin enfoscar alternadas con zonas cubiertas por planchas de metal, casi sin mobiliario. Giró la vista a la derecha de la cama y vio a un hombre sentado que le miraba.

—Buenos días Hugo, espero que hayas descansado.

Narciso lucía una profunda sonrisa que le transportó un par de días atrás y le hizo recordar su primer encuentro con él en la playa de Chipiona. En su camiseta negra se podía leer Krei Lumon en un logo de color blanco.

—Estás en el valle del Tranco, son las once de la mañana —dijo el hombre mientras él se recuperaba de su asombro.

—Narciso —empezó a decir Hugo con torpeza, aún algo aturdido.

—De cuerpo presente. Y dispuesto a darte las obvias explicaciones que mereces. Cumpliste tu parte del trato. Es cierto que no hiciste un uso demasiado prudente de tu hechizo estrella, la verdad sea dicha, pero es algo que podremos hablar con tranquilidad y corregir —hizo un gesto para quitar importancia a lo último.

—¿Dónde está Noelia? —preguntó Hugo—. ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?

—Está a salvo, como tú. Pero ella despertó hace horas —respondió Narciso—. Estuvo aquí hasta que yo la envié con Álvaro para que conociese el recinto, hace ya un buen rato.

—¿Qué pasó en el valle? —dijo Hugo—. Sólo recuerdo que una mujer bajó de un coche y...

—Sandra —le interrumpió el hombre con amabilidad—, otra de mis estrechas colaboradoras. Junto a Álvaro, ella es la razón del éxito de que casi todos estemos aquí. Que no recuerdes el resto forma parte del protocolo. Te pido disculpas en nombre de la organización que nos acoge, sin embargo estoy seguro de que entenderás cuando te relate los hechos que era necesario aplicaros el hechizo perdi memoron, pues con los tiempos que corren y los acontecimientos que nos rodean toda precaución es poca.

Hugo asintió. Se tocó la cabeza, sintiéndose extraño. No encontró la venda, y su herida parecía en buen estado.

—Hay buenos médicos aquí —dijo Narciso—, de hecho hay buenos profesionales en todo. Pero por lo que han sido convocados aquí, y así es el caso de la mayoría, tienen conocimientos en Física, Matemáticas y desarrollo informático. Casi cuatrocientas personas al servicio de la causa. Pero no pretendo abrumarte ahora con todos los detalles. Además, he esperado a que despertaras para llevarte con Noelia y contaros a ambos la historia completa. Y estarás de acuerdo conmigo en que la muchacha no es que atesore como una de sus virtudes la paciencia, lo que para mi querido Álvaro puede estar suponiendo una dificultad añadida al arduo trabajo que tiene que desempeñar. De manera que te invito a que te levantes y te vistas. Tienes un aseo con ducha al fondo y ropa limpia en aquellos armarios. Volveré en media hora y os contaré mientras desayunas, aunque te pueda servir casi de almuerzo, dada la hora que gastamos ya.

—Un segundo. ¿Dónde esta mi móvil?

Narciso, que en ningún momento había dejado de sonreir, pareció aflojar el gesto. Sin embargo, lo recompuso de alguna forma.

—A buen recaudo, junto al resto de tus pertenencias. No tienes por qué preocuparte de eso ahora.

Hugo, sentado en la cama, observó cómo el otro se levantaba y enfilaba sus pasos hacia la puerta de salida, una fuerte estructura de hierro que bien podría asemejarse con el portón una celda.

—Quiero mi móvil —Hugo no estaba dispuesto a dejar este tema así. Ansiaba una cosa por encima de todas las demás.

—Entenderás que debamos guardarlo —dijo Narciso desde el extremo de la habitación, con una mano colocada ya sobre el pomo de la puerta.

—Entenderé muchas cosas, sí, te aseguro que lo haré ya que me considero una persona bastante comprensiva, pero quiero hablar con mi hija, o al menos comprobar si puedo contactar de alguna forma con ella. Si no puedo disponer de esa posibilidad podría considerar que no me encuentro aquí en calidad de invitado.

Narciso abandonó la habitación.

***

Los estrechos pasillos estaban acordes con el aspecto de la habitación. Paredes y suelo en basto y láminas de metal aquí y allá. Todas las puertas que dejaron atrás a uno y otro lado estaban hechas del mismo material que la de la habitación en la que había despertado. Después de la reconfortante ducha, Hugo se sentía limpio por primera vez en un par de días, algo más de tiempo si se tenía en cuenta la duración de los hechizos tempon.

La vestimenta que le habían proporcionado era de su talla. Los pantalones, cómodos y finos, de verano, la camiseta de algodon, roja, con una leyenda cosida en blanco en la que se leía @HuHe81, su nick en Krei Lumon. Este detalle había incomodado aún más a Hugo e hizo crecer más su sensación de sentirse retenido allí contra su voluntad.

Narciso le conducía sin prisa, pero saludando a las personas con las que se cruzaban sin detenerse. La mayoría lo hacía con cierto respeto. Hugo sospechó en seguida que quizá no fuera porque conociesen el aspecto físico del creador de Krei, ni porque alcanzaran a leer la insignia de su camiseta. No. Era el color. El hombre era el único cuya parte superior de la vestimenta era negra. El resto vestía prendas rojas o grises, aunque había menos de estos últimos. En el suelo había marcas a intervalos regulares, con unos signos del mismo tono rojizo que la camiseta de Hugo.

Llegaron hasta una zona en la que confluían varios pasillos. En el centro de la misma había marcas en el suelo similares a la de los corredores por los que habían llegado, pero en esta ocasión Hugo pudo distinguir hasta cinco colores: Negro, gris, rojo, azul y amarillo.



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En el texto hay: ciencia ficcion, tecnologia, suspense

Editado: 29.06.2020

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