Narciso hizo un gesto a Hugo, el cual sin dejar de sostener en brazos a su hija se dio la vuelta.
En el umbral de una habitación estaba su ex mujer, vestida de azul. Se acercó lentamente. Hugo trató de secarse las lágrimas y recomponer su ánimo. Empezaba a entender la situación.
—Gracias —dijo Clara, bajando la mirada después de hablar—. Entiendo que no hayas querido incluirlo a él, pero me basta con que Olga esté aquí a salvo. Es un detalle también que hayáis traído a mis padres.
—Clara, yo no… —empezó a decir Hugo, pero ella no le dejó terminar.
—Gracias —repitió, y se dio la vuelta desandando el camino hasta la estancia de la que había salido, desde la que Hugo pudo distinguir el timbre de alguna voz que le resultaba familiar.
***
El despacho de Narciso, o al menos eso pensaba Hugo que era la pequeña sala en la que se encontraba, estaba en una zona muy apartada de aquella en la que había estado disfrutando de la compañía de su hija. Se trataba de una sección del búnker a la que se llegaba atravesando varias puertas de color negro, que Narciso había desbloqueado con un gesto diferente al que había utilizado con el resto de accesos.
Esperaban la llegada de Noelia. Hugo aún no se había recuperado del todo del impacto psicológico que, aunque positivo, acompañó al reencuentro con su hija.
Un hombre muy alto que no aparentaba tener más de treinta años irrumpió en la habitación después del leve zumbido del oscuro portón corredizo al abrirse. Detrás de él se oía el murmullo de la voz de una mujer que se quejaba, aunque lo que decía no era inteligible.
Entonces entró Noelia, ataviada de rojo, un color parecido al de lucían las ojerosas cuencas de sus ojos. No parecía muy arriesgado suponer que no estaba atravesando un buen momento emocional.
—Os dejo con ella —dijo el desgarbado chaval, haciendo a Narciso un evidente gesto de disgusto acompañado por otro de alivio cuando abandonó la sala.
La puerta se cerró detrás de Noelia, que se había quedado parada mirando a Hugo.
—¿No te vas a levantar? —la chica articuló una mueca triste acompañada de una repentina brillantez en los ojos.
Hugo se levantó y se acercó a ella.
El abrazo fue firme y duró mientras que Noelia estuvo sollozando.
—Le han traído. Le han traído —repetía—. Le han traído desde el puto Líbano.
Ante la impotencia por no saber como consolarla Hugo optó por mantener la fuerza del abrazo, incluso incrementarla, pero no habló.
—Y el muy cabrón me ha echado en cara que esté aquí —continuó ella con una voz cada vez más quebrada—. Yo quería olvidarle. Sois unos hijos de puta —añadió refieriéndose a Narciso.
Hugo esperó alguna reacción detrás de él, procedente del dueño de Krei Lumon, pero esta se hizo esperar.
—Buscamos el bienestar de todos los miembros —dijo al fin el hombre—. No fue posible acertar en tu caso.
—¿Qué miembros? —Noelia se separó de Hugo, afectada por la respuesta de forma evidente—. Estamos secuestrados y habéis buscado el camino más corto para forzar el síndrome de Estocolmo perfecto.
—Estoy seguro de que llegarás a comprenderlo todo —replicó Narciso—. La situación te supera en este momento. Ahora vas a sentarte con mucha tranquilidad, respirarás profunda y lentamente varias veces seguidas y me escucharas con calma y atención.
La repentina severidad de Narciso sorprendió a Hugo, no solo por lo inesperado, también porque tuvo su efecto. El hombre había acompañado sus palabras con un gesto que había activado un tenue y agradable hilo musical.
Noelia se sentó, murmurando algo entre dientes que Hugo no alcanzó a entender.
Entonces Narciso habló.
—Amigos mios, aunque hemos llegado al valle del Tranco, nuestro trabajo y verdadero propósito solo acaba de empezar. Quiero recalcar, antes de extenderme con algunos detalles que os aclararán un poco la situación en la que nos hallamos, que aquellos que han hecho posible que estemos aquí y yo mismo nos sentimos profundamente agradecidos por que hayáis atendido mi llamamiento inicial y más tarde confiárais en mí hasta el punto de personaros después de un duro y peligroso viaje en este lugar. No obstante, a ti Hugo te he reprendido por el uso algo inconsciente de tu afamado hechizo Ŝanĝi Tempon, y no solo por lo peligroso que puede resultar para la salud, también por más razones que no voy a tratar aquí y ahora pero que de forma irremediable debatiremos en un foro más amplio en cuanto nos sea posible organizar una reunión.
»Os he anticipado a ambos un breve esbozo del lugar donde nos encontramos refugiados. Añadiré por el momento algunos detalles más, pero solo los estrictamente relevantes para esta conversación, ya que no gozamos del tiempo suficiente. El entramado que nos acoge es una construcción propiedad del Gobierno de España, bajo su custodia nos hallamos y a su servicio estamos.
»Supongo que habréis podido comprobar durante vuestro pequeño periplo que los acontecimientos relacionados con la eclosión de Krei Lumon en la realidad, lo que ha venido en llamarse la veraj sorĉoj, se están precipitando de una forma muy peligrosa y exponencial. Están cayendo parte de las estructuras políticas en la mayoría de los países del mundo. En aquellos estados en los que los gobiernos democráticos han conseguido soportar la ruptura y no han perdido el control político ha sido porque han optado por aprovechar la revuelta social generada para dar un giro autoritario a su mandato.
»La veraj sorĉoj se ha extendido cual reguero de polvora por Internet y ha llegado hasta demasiadas manos. A día de hoy es extremadamente sencillo encontrar tutoriales sobre cómo configurar un servidor y modificarlo para extraer del mismo el máximo provecho. Esto ha generado una facilidad de acceso a nivel aficionado o individual que ha desembocado en lo que podríamos llamar una gran revuelta anarquista de dimensiones planetarias, con situaciones inverosímiles vividas de un día para otro, las cuales han creado el pánico en la población y una ruptura absoluta con la realidad social tal como la conocíamos hasta el momento.