Crónicas del Quinto Sol: La diosa negra

2. ¿Quién está ahí abajo?

En la fila para las palomitas, Yuliana no podía evitar mirar de lejos a un grupo de amigos que esperaban a uno más con un pastel escondido detrás de ellos. Supuso que era su cumpleaños. Pensó que debía ser divertido festejar tu día junto a tus amistades.

—¿Qué piensas Yul? —le preguntó Lulú en ese momento.

—¿Perdón? —Yuliana estaba tan distraída que no se percató de su prima.

—¿Qué crees tú? —repitió la pequeña.

—No te escuche antes, dime de nuevo.

—Hablábamos de "La Llorona" —respondió Frey—, dicen mis papás que no existe, pero mis amigos de la escuela la han escuchado.

—Les comentaba que son solo leyendas que tienen origen en la conquista —siguió su hermano— ¿O tú qué piensas?

—Bueno, yo...

—¡Feliz cumpleaños! —Al fondo el grupito de amigos celebraba a uno de ellos por sus 19 años, según indicaba el cartel.

—Parece que le están festejando su cumpleaños —dijo Yuliana de manera nostálgica—. Justo hoy, que buena onda ¿no creen?

La mayor volteó a ver a su hermano y primas, estas estaban pálidas y con los ojos bien abiertos al igual que el joven.

—¿Qué sucede?

—Nada —mencionaron los tres al unísono.

—Como sea, les decía que bueno que tengan quien festeje su cumpleaños. ¡Qué curioso! En el mismo día que Froilán.

¡Ding, ding!

Una campanita sonó en su cabeza. De un momento a otro su mente se aclaró y de manera fugaz un pensamiento con respecto a su primo se le cruzó.

—Hoy es treinta de abril, ¿cierto? —cuestionó a sus acompañantes.

—No —negaron los tres.

—No mientan ¡Hoy es cumpleaños de Froilán!

—No sabemos.

—No iba a estudiar ¿verdad?

—Claro que sí.

—Volveré a repetir, no iba a estudiar, ¿verdad? —Sonó tan amenazadora que los otros tres tragaron saliva del miedo.

—Claro que sí —insistió Luyana.

—¿En serio? —Se acercó Yul a ella.

—Sí, ya después iba a hacer una fiesta, pero de que iba a estudiar, iba a estudiar.

Frey y Dioney chocaron sus palmas contra sus cabezas y Yuliana los fulminó con la vista. Tenía razón y había caído en la trampa.

Yuliana entrecerró los ojos molesta, analizó a cada uno de los tres, estos palidecieron y así se dio cuenta de que había dado en el blanco. Los niños la sacaron de casa para dejar que Froilán realizará una fiesta de cumpleaños.

—Ustedes, —Señaló con el dedo a los tres frente a ella— están en problemas. ¡Vámonos a casa!

—Pero la película... —lloriqueó Frey viendo como su prima dejaba la fila.

—¡Nos vamos! —sentenció.

Los cuatro salieron y bajaron por las escaleras eléctricas directo al estacionamiento. Dioney y Frey sudaron frío, Lulú no entendía la gravedad del asunto, pero igual compartía el temor que sus primos sentían. Yuliana estaba furiosa y aún peor, ni siquiera sabían que sus padres venían en camino.

***

Mocosa uno:

Ya se enteró, vamos hacía casa ¡Corre!

—Mierda —musitó Froilán viendo su celular.

—¡Ayúdame a sacar a todos de aquí! —le grito su novia apresurada.

—Yuliana y el resto también vienen en camino.

—¿Los llamaste?

—No, ella se dio cuenta. Frey acaba de avisarme.

Carolina le dedico una mirada a Froilán de "te lo dije". El chico, quien se sentía como cachorro regañado, no respondió y junto a su novia comenzó a tratar de sacar a todos de la vivienda, pero no lo logró. La música, el ambiente y los jóvenes enfiestados hacían caso omiso a Froilán. Incluso Carolina intentó apagando la música, pero volvieron a encenderla y siguieron con la fiesta.

—¿Qué hacemos? —preguntó la chica.

—No lo sé. Quizá deba desconectar la electricidad para acabar con esto.

—¡Estas sí son fiestas! No como las que haces en tu cumpleaños. —Froilán escuchó decir a Frey detrás de él con toda emoción.

Empezó a ponerse nervioso, se dio la vuelta y se encontró con el rostro furioso de Yuliana y las caras asombradas de Dioney, Lulú y Frey. Esta última estaba por entrar con total libertad si no fuese por Yuliana que la jalo de la sudadera y le colocó el gorro de manera molesta.

—Froilán Alfonso Hernández Viera —gritó furiosa.

Algunos invitados la miraron extrañados.

—¡Yuli, llegaste! —respondió el joven apenado mientras fingía felicidad.

—¡¿Qué carajo hiciste?!

—Una fiesta ¿nunca habías venido a una? —se burló Frey.

Yuliana la fulminó con la mirada y la niña salió huyendo.

—¡Nuestros padres van a matarnos! —volvió a decir Yul.

—¿Crees que no lo sé? Después me regañas, antes ayúdanos a sacarlos de aquí.

Lulú que estaba apoyada en la pared, sentía como el suelo vibraba, volvió su mirada a la mesita de un lado y se dio cuenta de que en la bebida se formaban ondas.

—¡Está temblando! —Jaló el brazo de su hermana.

—Es una fiesta Lu, es por la música que sientes vibraciones.

Su respuesta no dejo conforme a la pequeña pero no insistió.

—¿Ya intentaron quitando el audio? —preguntaba Yul.

—Lo hicimos y no funcionó —contestó Carolina

—Creí que no lo apoyabas en estas cosas —reprochó Yuliana.

—Y no lo hago, créeme. —Lanzó una mirada furtiva a su novio.

—En ese caso, no queda de otra. —La mayor de los Viera se giró para ver a su hermano— Haz lo tuyo.

Dioney parecía resistirse, pero no tenía otra opción. Colocó un par de dedos sobre la oreja, estiró un brazo y pronunció las siguientes palabras:

—Ahora mismo, todos se irán a casa. La fiesta acabó.

—Y olvidarán esta noche —agregó su hermana. Froilán hizo un puchero.

—Y olvidarán esta noche.

Todos los invitados dejaron de llevar a cabo lo que estaban haciendo y comenzaron a salir de casa. Dioney los controlaba con su poder mental. Una de las habilidades especiales que solo el chico poseía. Las niñas desde la pared observaron, al igual que sus primos y Carolina. Uno a uno salían hipnotizados, dejando vasos y restos de comida en las mesas más cercanas.




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