Crónicas del Quinto Sol: La diosa negra

16. Mariposa de Obsidiana

Eran cerca de las 3 de la tarde cuando Frey abría los ojos después de una larga siesta. Tras presentarse y mentir con el motivo de su viaje, el señor José le pidió a su nieto que les dejará descansar en sus camas y hablarían al despertar.

Aunque Kou dudaba y transmitía su temor a Frey, Cris les aseguró que estarían bien. Decidieron confiar, después de todo acababan de ser rescatados por ellos.

Pese a creer que le costaría trabajo dormir, tal fue el cansancio tras una dura noche que despertó nueve horas después. Recostada sobre un camastro en la pequeña casa de ladrillo, Frey se levantó y encontró a Kou aun dormido. El hogar se componía por un cuarto separado por una cortina pasabas a la sala y comedor, de fondo una cocina y el baño, otra pequeña habitación a un costado del resto de la casa.

Ambos eran humildes y se notaba que solo se tenían a ellos. Estaban alejados del pueblo, pero cerca del bosque. En las paredes interiores se observaban fotos de una chica con su vestido de XV años, se percibía viejo el retrato; había otro cuadro del señor José más joven con la que parecía ser su esposa y una más de él mismo junto a su nieto de pequeño y la madre, la chica de la foto de XV años, pero en una edad mayor.

—Ella era mi mamá —dijo Cris por detrás sobresaltando a Frey—. Lo siento, no era mi intención asustarte.

—No te preocupes —lo tranquilizó—. Es muy bonita tu mamá.

En el rostro de Cristian se asomaba una ligera tristeza.

—Gracias —respondió con nostalgia.

La niña se sintió mal por la reacción de su hospedador, al parecer había tocado una fibra sensible. Cristian se dio cuenta del gesto nervioso de Frey y cambio de tema.

—Tu collar es bonito. —Señaló.

La niña volteó a ver hacía su pecho, su collar de con una turquesa con forma de gota había salido de la playera cuando dormía. Ella lo acarició con sus dedos.

—Gracias —contestó con la misma nostalgia que antes su anfitrión había denostado—. Fue un regalo de mi abuela.

Cris sonrió, al parecer tenían la misma sensación.

—No es momento de ponernos tristes, por favor come, en la madrugada llegaron solo a dormir —dijo el niño más animado—. Mi abuelo fue por tortillas, pueden empezar a comer; hice sopa aguada y hay frijoles charros. Están calientes.

Cris se acercó a la cocina y tomó algunos platos. Frey le siguió, el olor de la sopa aguada aunado a las horas sin comer le abrió el apetito. Pensó en despertar a Kou, pero no fue necesario, el joven salió por sí solo de la habitación y se acercó a la mesa.

—Espero que hayan descansado —decía Cristián con evidente entusiasmo.

Parece feliz de tener visitas pensó Frey.

—Sí, gracias —respondió Kou un tanto frío.

—Tú y tu abuelo han sido muy amables —dijo la niña.

—Pocas veces tenemos visitas —contestó Cris—, es un honor recibirlos. Sobre todo si son...

Se calló al pensar lo que iba a decir, terminó de servir sopa y cambio de tema.

—No importa, todosson bienvenidos.

Kou y Frey compartieron una mirada incierta.

—Si son ¿qué? —se aventuró a preguntar la niña.

—Esperaré a que llegué mi abuelo, él debe saber más que yo —respondió con nerviosismo.

Kou y Frey sospecharon. Tomaron su plato con sopa, una cuchara y pasaron a sentarse a comer. Le agradecieron a Cris los alimentos.

Enseguida llegó el señor José con un kilo de tortillas en una mano y un refresco de litro en la otra.

—Espero que les guste este sabor —dijo entrando a su casa y refiriéndose a la bebida.

—Le agradecemos —respondió Frey.

Comieron en paz y calma, charlaron un poco de la vida en los límites de Puebla y se relajaron después de una larga noche. Cris era de la misma edad que Frey, era hijo y nieto único. Solo se tenían el uno al otro, vivían del campo y de la venta de verduras los domingos de plaza en el pueblo. En ocasiones Cristián también salía a vender fruta.

A esta misma hora, Yuliana se encontraba comiendo junto a su tía Rosita, mientras recibía información importante, pero esto Frey no lo sabía.

—¿Y entonces que hacían vagando durante la noche? —preguntó el señor José.

Ambos niños se miraron de soslayo por un momento antes de responder Frey.

—Estoy buscando a un familiar —volvió a mentir.

—¿Y por qué estaban solos en el bosque? ¿Y su familia?

Kou volteo a ver a su amiga, mientras ella pensaba en sus siguientes palabras, él decidió intervenir.

—Tuvieron accidente, caminamos solos durante la noche a buscade nostra familia.

Frey le dedicó una ligera mirada a Kou. Sabía que había dicho "nostra" porque aún no dominaba el español, pero asegurar que era su familia no le hacía gracia, sin embargo, no iba a recriminarlo en ese instante.

—Su familia debe estar preocupada si caminaron solos durante la noche —aseguró el señor.

—Están al tanto —se apresuró a decir Frey—. La situación es... complicada.

Don José no respondió y tomó otro bocado de comida. Cris no dejaba de mirar pieza de joyería y prestar atención a lo que Frey contaba. Kou se percató de ello.

—Es un collar muy bonito —mencionó Don José.

La niña alzó su mirada y Kou hizo lo mismo.

—Gracias —respondió nerviosa, empezaba a ser incómoda la atención hacía su collar—. Me lo regalo mi abuela.

—¿Dónde lo consiguió? —preguntó Cris.

La niña empezó a sentir sus dedos fríos, eso significaba que estaba nerviosa. Kou también creía extraño todo el asunto del collar por lo que volvió a responder por ella.

—Lo compró en viaje. —Frey volteó a verlo— Me contaste, ¿no recuerdas?

—Sí —vaciló—, sí lo recuerdo.

Desvió su mirada a su plato y le dio otro bocado a su guisado.

Cris volteó a ver a su abuelo, el señor José no le correspondió, entonces el niño no insistió y permitió que comieran en paz.

Terminados los alimentos, Frey y Kou se levantaron, agradecieron e iban a dirigirse a la habitación por sus cosas. Había que planear el siguiente paso.




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