Crónicas del Quinto Sol: La diosa negra

29. Encuentro

Frey, Kou y Cris retomaron el camino por el que llegaron, pasando de nuevo por peldaños resbalosos, frío y paredes rocosas. Cristian iba al frente guiando, Frey detrás pensando en el mapa y Kou atento a cualquier situación.

—¿Quién crees que era ella? —preguntó Cris.

—No tengo idea —contestó Frey—. ¿Viste su mascará?

—Me es bastante sospechosa.

—¿Sabes si significa algo?

—No estoy seguro, necesitaría consultar algunos libros.

Cris pensó en aquella chica enmascarada y el diseño que portaba. Era inusual o al menos, bastante distinto a lo que conocía.

—Sospecho que no esperaba vernos ahí —inquirió la niña—. Se espantó cuando deshice mi invisibilidad.

—Yo creo que era trampa —comentó Kou por primera vez desde que salieron de la cámara—. Sabe lo importante de papel y aprovecho que bestia encontraba entretenido con nosotros.

—Es cierto —pensó Cris en voz alta—. Aunque eso significa...

—Que conoce el contenido de esto —completó Frey mirando el trozo de papel— ¿Qué crees que diga este papiro?

—No lo sé, bien podría tratarse de otro códice. —Cristian se encogió de hombros— Aparte de dominar el agua, puedes traspasar paredes, volverte invisible y crear campos de fuerza. ¡Es grandioso! Nunca había oído algo así en las leyendas.

—¿Qué quieres decir?

—Digo que las leyendas cuentan que los emisarios usaron los poderes de los dioses para el bien, pero estos consistían en realizar una acción y no varias... es decir, solo tenían un poder.

—¿Estás diciendo que Frey es especial? —cuestionó Kou.

—Así es. Eres diferente a las leyendas, en sí todo lo es: son cinco portadores, tienen más habilidades, no son hermanos. ¿Qué otras sorpresas nos esperan?

—¿Y es malo? —preguntó la niña.

—No lo sé —respondió Cris con sinceridad.

Se tornó un silencio un tanto incómodo. Frey no dejaba de pensar en la información recibida en los últimos días. Mucho menos ignorar el hecho de que todo esto era más grande que ellos. Pronto el silencio incómodo se acabó con la notificación de Cris.

—Estamos cerca de salir —anunció—. Volveremos a utilizar tus poderes —dijo deteniéndose y mirando a Frey.

—No hay problema —aceptó la niña.

Caminaron un par de metros más antes de tomarse de las manos y atravesar la pared de roca. En esta ocasión no salieron por el mismo lugar cuando entraron, sino del frente, donde se admiraba la estructura piramidal. Ante ellos se alzó la noche azul, oscura y estrellada. Sin poder evitarlo, se vieron atraídos por la majestuosidad de la naturaleza nocturna. Ante una hermosa calma disfrutaron la vista hasta que se percataron de una de las estrellas moverse.

«No otra vez» pensaron tanto Frey como Kou. Lo sabían. Las criaturas que los habían atacado antes iban hacia ellos

Con su característico y horripilante chillido y su asombrosa y brillante velocidad cayeron cuál cometas al pasto frente a ellos.

Los habían encontrado.

—¿Esas son...? —comenzó Cris.

—Las Tzitzimimes, las terribles estrellas de la noche —respondió Frey.

—No son únicas —agregó Kou mirando el cielo.

Ambos niños voltearon a donde Kou. Nila se acercaba bajando y no venía sola, le acompañaba otra joven delgada, pelo oscuro largo y trenzado. Bien podía decirse que era hermana de Nila, de no ser porque está tenía la cara redonda y su acompañante alargada. Sin embargo, el pelo era lo más parecido.

Frey se colocó al frente, como si quisiera proteger a sus amigos.

—No pudiste sola —dijo refiriéndose a la acompañante de Nila.

—Te recuerdo que tú tampoco pudiste sola —respondió la joven de pelo largo—, y por eso pediste ayuda.

—Yo tenía diez años, tú muchos más que yo —se defendió.

Nila sonrió

—Pero no hablemos del pasado. —Cambió de tema— ¿Tienes lo que te pedí?

Frey miró de soslayo a Kou quien sacudió la cabeza en señal de negación.

El semblante de ella era bastante serio. Vio a la acompañante sospechosa de Nila y después a esta. Ambos niños detrás de su amiga se mantenían alertas, sostenían poses valientes. Ninguno gozaba de poderes, pero debía admitir que eran más valerosos de lo que pensó. No tenían miedo a pelear.

—¿Dejarás a mi familia en paz?

—Solo si negocias con mi Señora.

Frey dudaba de entregar el papel que acababa de tomar de la pirámide.

—Antes quiero saber, ¿Quién ocasionó el accidente de mis primos?

Nila desvaneció la sonrisa y cambio su rostro por uno pensativo. Chasqueó la lengua antes de contestarle.

—Te propongo algo —ofreció—. Ven conmigo, negocia con mi señora y acaba con quienes lastimaron a tu familia.

—¡No! Frey ese no es trato —intervino Kou.

—Es cierto, no puedes ir con ellas —agregó Cris.

—Primero quiero ver a mi hermana —dijo Frey ignorando a sus amigos.

Nila y su acompañante comenzaron a reír.

—Basta de juegos —gruñó—. Ven conmigo.

—¡No! —gritaron Cris y Kou al unísono colocándose frente a su amiga.

Frey quedó sorprendida ante el acto de ambos niños, pero había hecho una promesa y no podía permitir que algo les ocurriera.

—Mi hermana por mi vida —soltó Frey. No estaba segura de lo que hacía.

—La señora no quiere matarlos. —Nila se encogió de hombros— No les son útiles si se mueren. Los necesita con vida, en especial a la niña que traicionó a su familia.

Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Frey de pies a cabeza y como se tensaba. De pronto su corazón latía con rapidez.

Cris y Kou bajaron la guardia, sorprendidos, miraron de soslayo a Frey que había quedado petrificada. La Mariposa de Obsidiana buscaba a la niña que traicionó a su familia, por eso tenía secuestrada a Lulú y por eso quería a Frey.

La paciencia de Nila se estaba acabando y en su lugar la furia comenzaba a apoderarse de ella. De sus manos empezaron a emanar ligeras flamas, cosa que llamó la atención de Kou y Cris.




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