Crónicas del Quinto Sol: La diosa negra

36. La clave

—Los cuatro somos culpables. Estoy segura de que Nila lo sabía y... se aprovechó de la vulnerabilidad de Frey —confesó Yuliana, el arrepentimiento era evidente.

—Del odio que Frey sentía por nosotros —corrigió Froilán—. Nos encargamos que nos detestará durante años.

—No hay tiempo de lamentarse —intervino Cris, los Viera voltearon a verlo—. El daño está hecho y su prima corre peligro. De cualquier modo, ustedes son los emisarios y ahora deben tomar su papel y corregir lo que hayan hecho en el pasado. Tienen que vencer a la Mariposa de Obsidiana a como dé lugar.

—Diosa Negra —agregó Lulú—. Nila le dice la Diosa Negra.

Aunque por un momento Cris la miró con confusión, acepto el término y volvió su vista hacia los tres mayores. Estos sabían que el niño tenía razón, no era momento de lamentarse, había que rescatar a Frey y encerrar a esa diosa de por vida, otra vez.

—Es cierto —dijo Yuliana—, Cristian tiene razón, somos una familia, somos un equipo. Hay que remediar nuestros errores y acabar con esa bruja.

—Entonces, ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Lulú.

Los mayores intercambiaron miradas, no había tiempo para ver el pasado, debían pensar como corregir el enorme error que generaron un par de años antes, pero para eso necesitaban la vasija.

—Encontrar a la vasija donde fue encerrada. Seguiremos con el plan, entonces rescataremos a Frey —propuso Yul.

—¿Y si le hace daño? —preguntó Kou, más tranquilo, pero aun inconforme.

—No lo hará —aseguró Yuliana.

Tanto Dioney como Froilán sentían que había algo más que la chica les ocultaba, después de intercambiar miradas entre ellos, el primo de en medio llamó a su hermana.

—Yul, confiesa. ¿Qué más conoces?

***

—¿Por qué debería unirme a ti? —cuestionó Frey a la diosa— ¿Qué tienes que ofrecerme?

—Poder, respeto. Nadie nunca más volverá a hacerte daño. Jamás.

—Ya no me hacen daño —respondió tajante.

La diosa sonrió con sarcasmo. Frey sentía nervios cada que hacia eso.

—No lo entiendes. No puedes negarte, tú y tus primos están bajo mi poder.

—Mis primos y yo vamos a acabar contigo —gruñó Frey.

Otra carcajada sonó por la habitación, la diosa se dirigió de nuevo al sofá y tomó asiento, cruzo las huesudas piernas y observó a Frey. Esta trataba de acumular toda la seguridad posible, pero admitía que la fuerte presencia de la diosa le ponía nerviosa.

—Un dios no puede matar a otro dios —explicó la Señora—, al menos no mediante sus poderes. Agradézcanselo a Huitzilopochtli, fue su "valentía" la que obligó a los dioses a imponer esa regla. De ese modo no podían matarme, así que asignaron a los guerreros, pero estos habían jurado lealtad, en especial Ahuic. Si me asesinaban ellos también morirían y los humanos quedarían expuestos sin sus emisarios. —Frey se percató que comenzó a burlarse al recordar algo— Así que aproveché cuando los maldije. Juré que me vengaría, la traición con traición se paga. Si me matan ustedes también se mueren, están ligados a mí. Si yo los mato, pierdo sus poderes hasta encontrar a los siguientes emisarios. El único modo de deshacerse de mí sin meterme a la vasija es...

***

—Un auto sacrificio —informó Yul en un hilo de voz.

—El más noble de todos —completó Cris.

El resto quedaron en silencio por un momento, sopesando la verdad e intercambiando miradas de preocupación.

—No puede hacerle daño a Frey mientras esté en su poder y si tiene las piedras, también nos tiene de manos atadas —conjeturó Dioney.

—Si ella muere todos morimos; si uno de nosotros muere, ella pierde la oportunidad de hacerse de nuestros poderes, pero si uno de nosotros se sacrifica ella desaparecerá para siempre... —Yul tomó aire, le era difícil explicar esto— Necesitamos la vasija sí o sí.

Kou no respondió, era peor de lo que creía. Las condiciones eran fatales, pero ya estaba dentro, alguna solución habían de encontrar.

—Buscaré la vasija —dijo el niño nipón—. Y ustedes rescaten a Frey.

Yuliana estaba por responder cuando un fuerte dolor en su pecho se hizo presente. Bastante similar al anterior. Era una punzada, pero Yuliana no era la única. Dioney, Froilán y Lulú también padecían el mismo dolor que les provocaba retorcerse.

Kou y Cris observaron aterrados lo que sucedía, se acercaron a los primos y les apoyaban a sostenerse de pie, pero les era imposible hacer algo más. Ellos solo eran dos y los Viera cuatro en un constante sufrimiento.

—¿Qué les sucede?, ¿Es Frey? —preguntaba Cris preocupado.

—No —chillaba Yul.

—Es algo más, nos quiere, nos llama, puedo sentirlo —jadeaba Dioney.

***

Unos minutos antes, la Señora tenía a Frey frente a ella. Mientras la niña pensaba la manera de escapar, la diosa le pedía su piedra y que unieran fuerzas.

—Estoy segura de que no quieres ser tú la del sacrificio. —Pese a que Frey no podía observar el rostro de la diosa, no tenía dudas de que sus facciones estaban llenas de gozo y regocijo, y de que disfrutaba darle toda esta información, mientras observaba su reacción— Dudo mucho que tu familia sea tan noble para realizar la acción.

Tenía razón, Frey empezaba a pensar que todo el teatro de Nila como entrenadora y el que hecho de que se presentará la diosa a dos años de la aparición de sus poderes no habían sido más que un plan para observarlos, analizarlos e inspeccionarlos.

Los estuvo vigilando, conoció sus defectos y virtudes, o al menos los que Nila paso reporte a su Señora.

—No nos subestimes —mencionó Frey en voz baja pero firme—. No somos cualquier familia.

—Por supuesto que no —respondió la diosa—, ustedes son de lo peor. La emisaria de Xochiquétzal manda sobre los demás, tienen a dos emisarios hombres que obedecen las órdenes como perros y luego están ustedes las dos niñas que se ven obligadas a comportarse ante la palabra de los más grandes. A su lado, ¿Cuándo explorarás tu potencial?




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