Crónicas del Quinto Sol: La diosa negra

47. Todos o ninguno

Ambos primos se acercaron a su familia, Frey cerró el campo de fuerza creando una cúpula donde se encontraban protegidos los cinco.

—¡Estás viva! —sollozó Luyana abrazando a su hermana, quien no podía corresponderle sin desaparecer el campo de fuerza.

Frey sonrió ver al verla a salvo, a ella se unió Dioney, luego Froilán y por último Yuliana. Los cinco se fundieron en un abrazo por un breve instante.

—Me alegra saber que también se encuentran bien —mencionó Frey en medio de todos.

—Y a nosotros que estás viva... Pero llena de tierra —recalcó Froilán terminando el abrazo.

—Y hojas —agregó Luyana.

—Es que me caí de un barranco.

Los otros cuatro miraron atónitos a su prima.

—Pero estoy viva —repuso la niña—. O eso me dijo la diosa del inframundo —murmuró.

Sus expresiones cambiaron a una de terror.

—Pero saben que, hablaremos de eso luego —compuso con una sonrisa nerviosa—. Antes, quítense esos raros antifaces y tomen esto.

Frey sacó el bolsito que Xólotl le había dado y lo abrió frente a sus primos.

—La diosa del inframundo me los dio, son para nosotros.

Yul se dio cuenta de que dentro, yacía una orejera como la que Frey portaba en ese momento, pero en verde, también agarró la de color rojo y se lo paso a Lulú. La pequeña fue ayudada por su prima al colocarlo.

—Y estos son de ustedes —indicó Frey refiriéndose a los chicos—, dijo que son brazaletes para el brazo. —Les cedió la bolsita.

Dioney tomó uno de plumas naranja y Froilán el de plumas blancas, con torpeza se los pusieron en los brazos.

—Da cosquillas —dijo el primo de en medio.

—Y pica —agregó el mayor.

—Se acostumbrarán —intervino Yul—. El mío está muy lindo.

Sonrió, pero a ambos chicos no les dio gracia el comentario.

—La diosa me explicó se llaman copillis; nos ayudarán a ocultar nuestra identidad y a reforzar los poderes.

—Interesante —murmuró Dioney.

—Nos serán de utilidad por ahora —dijo Yul—. Por cierto, ¿Qué hacen aquí? —cuestionó la mayor a su hermano y Luyana.

—Somos familia, ¿no? —respondió Lulú.

—Y estamos juntos en esto —añadió Dioney.

—¿No deberían proteger el resto de la ciudad? —preguntó Froilán.

—Ya lo hicimos —contestó su primo—. Ahora estamos aquí para apoyarlos a ustedes.

—Somos un equipo —siguió Frey— y una familia. Las familias se apoyan.

Frey miró por el rabillo del ojo a Froilán y a Yuliana. Ambos le correspondieron con una sonrisa.

—Es cierto, las familias se apoyan —dijeron.

El momento terminó cuando, se escuchó un golpeteó de las dagas chocando contra el domo; era la diosa reaccionando ante la escena de los niños.

—¡Bravo! —se burló— ¡Qué bonita familia! Preparándose para morir juntos.

—¡Nos subestimas! —regresó Frey el comentario, la bruja comprendió.

La niña bajó el campo de fuerza y los cinco se alinearon. Estaban frente a la diosa.

—Igual que hace más de quinientos años —ironizó.

De pronto la tierra comenzó a temblar, las dagas del suelo brincaban y del piso poco a poco se abrieron grietas y trozos de asfalto empezaron a elevarse. Supieron que se trataba de su siguiente ataque.

Froilán, Yuliana, Dioney y Lulú huyeron volando, Frey se quedó en el suelo y creció un nuevo campo de fuerza para protegerse de los trozos de asfalto que amenazaban con caerle encima.

No conforme, sus ojos empezaron a brillar, el cielo se nubló y un potente rayo cayó encima de la diosa. Esta fue derribada y arrastrada unos cuantos metros. Sin percatarse, la piedra fundida salió volando.

Frey aprovechó para recoger algunas de las dagas y brincar sobre su enemiga, pero la Señora la hizo a un lado de un golpe. La niña no azotó pesé al impacto, mantuvo su postura tras amortiguar su caída con una pirueta.

La Señora se levantó y volvió su mirada hacia la niña. Frey que, a pesar de haber peleado contra sus primos dos años antes y la situación actual era muy distinta, no sentía miedo, ya no desde que la arrojó por el barranco y de eso la diosa se percataba.

Cuando la tomó de la playera en las ruinas abandonadas pudo notar su nerviosismo, ahora frente a ella se daba cuenta de que Frey tenía más confianza en sí misma.

Lo que más le inquietaba era el copilli en su oreja, estaba segura de que Mictecacíhuatl se lo había dado y eso solo significaba una cosa: no era la única diosa despierta y por tanto no iba a ser la única en pelear por las demás reliquias de los dioses. Pero ese, sería asunto para otro momento, una vez que acabará con los niños Viera.

Aprovechando la distracción de la diosa, Yuliana apoyó a su prima lanzando rayos de energía contra la bruja. Esta tambaleó. Esta tambaleó. Así que Froilán volvió a lanzarle cristales de hielo, no obstante, su enemiga se cubrió con una especie de campo de su energía oscura y posterior a ello, con un ademán hizo levantar las dagas de obsidiana del suelo, para arrojarlas contra ambos primos. Estos se dispersaron buscando donde resguardarse.

Frey se acercó y peleó contra la diosa en un ataque sorpresa; usando su invisibilidad se abalanzó sobre su enemiga quien la sujetó con una mano en el cuello. Pero eso no la detuvo, enredó ambas piernas en el brazo de la señora, obligándola a bajarla al suelo, donde, usando su poder para traspasar sólidos, la enterró medio brazo en el asfalto.

Frey reapareció frente a ella lista para atacarla con su daga, sin embargo, la diosa uso el brazo libre y la arrojó lejos con un chorro de energía oscura.

Pronto una enredadera atrapo esa extremidad de la diosa. Mientras se encontraba atascada, Dioney llegó para atacar con fuego, pero en ese instante, Macihuatli se liberó del asfalto, lanzando al chico una bola de energía oscura. El impacto provocó que el fuego se desviará y quemará la enredadera de Yuliana, liberando por completo a la diosa.




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