Crónicas Fantasiosas De Nuestro Universo

Capítulo 3 Aterrizaje de Ricardo en el Planeta Purpura

Finalmente después de entrar en la atmósfera del planeta, Ricardo aterrizó lentamente con éxito el pequeño módulo espacial. A primera vista le pareció apreciar desde la ventana que la estructura del planeta estaba conformada por un suave y uniforme pasto que sin embargo la presión de la nave al aterrizar aplastó sin compasión, matando en el acto a las flores y plantas que sin previo aviso encontraron su inesperada sepultura a sus pies. Fue así como la virginal condición de este precioso planeta fue tomada por fuerza de modo inesperado.

Al cabo de unos momentos la compuerta se abrió emergiendo imponente Ricardo con la bandera humana universal de "conquista" en la mano derecha. Al salir de las entrañas del artefacto espacial tuvo especial cuidado en ir bajando poco a poco por las escalinatas de la nave, fijándose en el mundo circundante con detenimiento.Comparativamente sentía su andar más ligero pues la gravedad era menor a la de su planeta de origen La Tierra, gravedad replicada a la perfección en la aeronave.

Sus ojos pronto se deleitaron con la majestuosidad del cielo violeta que lucía totalmente despejado, al fondo se veía el Sol amarillo intenso casi naranja de tamaño pequeño pero que sin embargo imprimía luz al firmamento. Al mirar sus botas doradas descubrió la alfombra de pasto color verde oscuro y unas flores amarillas, rojas y doradas todas dispuestas en espirales Fibonacci sobre la mencionada capa vegetal. Ricardo admirando la hermosura circundante pensó: «¡Qué lugar tan hermoso, que bella es tu creación Señor!,este lugar se ve perfecto para crear un nuevo asentamiento humano».

Con paso firme caminó por toda la extensión cercana, deleitándose con el suave sonido que la brisa imprimía a lo que parecían flores variadas y vegetación diversa; al fondo se veía una meseta rocosa que le hizo recordar a una similar que había visto la última vez que fue de excursión a La Gran Sabana en Venezuela en la grata compañía de Beatriz Elena. La Gran Sabana es una región de su país de origen que se caracteriza por su verdor y amplio horizonte lleno de tepuyes, saltos y caídas de agua. En ese imponente lugar bañado por majestuosas tardes crepusculares pasaron ambos unos días irrepetibles llenos de pasión y solaz.

Por un instante Ricardo escapó de su realidad extraterrestre para mirar al pasado en su universo interior, pasado impreciso por el discurrir del tiempo, reducido prácticamente a un concepto vago pero aún presente. En ese su mundo íntimo Beatriz Elena mostraba su piel morena desnuda y sus curvas de infarto que aún lo hacían perder la cordura, llevándolo a la cima del placer. Ella con esa mirada seductora y ese cuerpo grácil similar al de una serpiente se deslizaba suavemente por todo el cuerpo desnudó de Ricardo, apretando su cuello con fuerza proporcionándole un placer sublime, atontándolo a tal modo que veía su imagen amplificada en su mente una y otra vez.

Pensó lleno de nostalgia: «¡Ah!, como olvidar esos besos apasionados, esas caricias subidas de tono, ese deseo inevitable de tenerte entre mis brazos y hacerte el amor, ¡como te echo de menos mi vida!..., mis sentidos fueron arropados por el placer intenso de todo tú ser, lamentablemente tu decisión fue abandonarme en la vida y ahora solo vives en mis recuerdos. Todo mi ser es una lágrima hecha de millones de lágrimas que lloran tu partida desde lo más profundo de mi corazón».

Luego recordó con regusto amargo el final de su relación amorosa cuando ella su Beatriz Elena lentamente comenzó a enamorarse de Ezequiel su compañero de trabajo. Él fue testigo de cómo en sus pupilas se desdibujó su amor por él, como ella le rehuía a su mirada anhelante llena de amor profundo que buscaba correspondencia. Dijo para sí mismo: «Nadie sino el que lo vive sabe lo que es morir de amor... ,llorar y llorar y no encontrar consuelo a ese dolor punzante, sostenido e intolerable capaz de llevar al más cuerdo al borde de la locura» .

Las últimas veces que tuvieron sexo que no hacer el amor, al mirar a través de sus pupilas sentía que sorteaba las olas de un mar enfurecido que intentaba sumergirlo en sus profundidades ahogándolo sin remedio; confinándole a ser un recuerdo en algún rincón oscuro de su corazón, corazón que ahora codiciaba un nuevo nombre e imagen que se repetía amplificado en toda su extensión: ¡Ezequiel!

Un buen día llegó el tan esperado e inevitable final; de nada valieron sus súplicas más encarecidas. Ella se fue detrás de Ezequiel llevándose no sólo su presencia y cosas materiales sino parte de su identidad y amor propio; ahora él se desconocía en el dolor de su ausencia. Por esa causa había decidido marcharse agradecido en el recién estrenado plan espacial que tenía como meta llegar al planeta Diodus.

Ricardo volviendo a su realidad extraterrestre se planteó: «¿Qué me sucede?, debo ser ante todo profesional dejando atrás mis problemas personales y pensamientos repetitivos y obsesivos». Entonces dejando brevemente dormida en sus pensamientos a esa Beatriz Elena que aún amaba muy a su pesar continuó con la misión que le fue encomendada.

Pensó nuevamente lleno de emociones maravillosas por tener el privilegio de estar en el planeta: «Es hora de recorrer este hermoso planeta, creo que nuestros anhelos de encontrar vida similar a la nuestra nuevamente se verán frustrados, ¡qué lástima!, seguiremos siendo una singularidad en el universo. ¡Ah! Recuerdo claramente el resultado de la ecuación de Drake, va a ser difícil sino imposible coincidir en tiempo y espacio con una civilización inteligente definida en términos humanos, quizá los científicos deberíamos utilizar otros parámetros como los sentidos del alma como guía principal, ¡caramba! esto ya escapa a los límites del entendimiento humano, quizá sólo Dios pueda saberlo…, la verdad infinidad de dudas forman parte de nuestras vidas y debemos aprender a vivir con ellas …, sin embargo en este preciso momento puedo expresar que este planeta tiene un gran potencial para crear un nuevo asentamiento humano como lo que hay ya en Marte», por un breve instante imaginó una ciudad gigante, llena de grandes edificaciones y naves surcando los cielos, en fin un planeta humanizado…




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