Crónicas Fantasiosas De Nuestro Universo

Capítulo 5 Su primera salida

En mis vacaciones estudiantiles y ante la ausencia de sus padres me anime a darle una experiencia diferente a mi niña, le iba a dar su primer paseo en el parque que quedaba a una cuadra de la residencia, días antes lo había planificado secretamente pues me imaginaba llena de alegría montando a Rina en el columpio y balanceandola una y otra vez, así como me imaginaba a mi niña jugando entre sonrisas en la caja de arena con otros pequeños de su misma edad, esta idea tenía cierto tiempo rondando mi cabeza pero no había podido consultarlo con su madre para que me diera el permiso pues la señora Laura Harris siempre estaba de prisa y tenía un trabajo tan exigente que jamás atendía su dispositivo móvil ni contestaba a los mensaje vía WhatsApp, ante tal imposibilidad me dije a mi misma un buen día : «Sólo va a ser un breve paseo, su primer paseo que yo sepa, seguro juntas la pasaremos muy bien y nadie se va a enterar».

Recuerdo que el ama de llaves la siempre silenciosa señora Gladys, de pronto me vió tomando de la mesa de la cocina las llaves de la casa, un bolso con termo de agua y unos envases de bocadillo para Rina y me dijo en tono algo preocupado:

—Alicia, ¿qué pretendes hacer con Rina? —me miró con ojos agudos mostrando sin embargo una honda inquietud que sin embargo, ocultaba importantes secretos vedados a mí.

Yo le respondí con tranquilidad e intentando aplacar su actitud preocupada:

—Señora Gladys, voy a darle una vuelta a Rina por la urbanización, de hecho vamos al parque, está a sólo una cuadra y así Rina conoce a otros niños, juega en la caja de arena…, jamás puedo conversar con la señora Harris de esta idea pues siempre tiene prisa, por otro lado siempre estamos dentro de los límites de este hogar, ya es hora que Rina conozca otros lugares y hasta juegue con otros niños.

Gladys dirigió una mirada escudriñadora a todo el recinto con cierto grado de preocupación y luego me dijo mirándome a los ojos con seriedad:

—Alicia, Aliciass, muy seguramente la señora Laura no te dejaría sacar a la niña y…, ¿si se entera y se molesta? —nuevamente miró a todos lados con preocupación, sus ojos ocultaban claramente secretos.

Yo en ese momento me mostré algo preocupada por el hecho de ser amonestada severamente en mi trabajo y la verdad brevemente vino a mi mente como por arte de magia el recuerdo de aquella figura que se escabullía entre las paredes, así como la más que extraña ausencia del padre…, no puedo negar que me sentí intimidada acerca del hecho de que alguien más pudiera estarme observando y eso me quedaba bastante claro debido a la actitud nerviosa de Gladys, pero más pudo mi deseo de darle una nueva y divertida experiencia a Rina, razón por la cual decidí arriesgarme a sabiendas que quizás mis empleadores se molestarían seriamente conmigo, entonces envalentonada le contesté a Gladys:

—Señora Gladys tranquila, no nos demoraremos más de 30 minutos, en mis clases de psicología infantil he comprendido la importancia de los inicios de la socialización desde temprana edad…, caray, no se preocupe, además el parque está a una cuadra, no nos vamos a tardar.

Muy decidida tome a Rina en mis brazos y mi bolso con agua y los bocados que tanto le gustaban, una gorrita para proteger su cabecita. Rina lucía hermosa con su gorro rosado con estampado floral, su camisa rosada con el dibujo de una margarita en el centro, sus pequeños jeans y zapatos de goma color azul marino, le puse unos lentes de sol especiales para niñas que yo misma le había regalado el día que cumplio 2 años, definitivamente: lucía espléndida y a la monda.

Recuerdo que la señora Gladys me dijo:

—No deberías sacar a la niña, escúchame…

Ni bien había terminado de escuchar los consejos de Gladys, cuando ya había abierto la puerta de la entrada de par en par y aquellas palabras se desvanecieron ante el garrir de unas preciosas guacamayas ara araraunas que surcaban el azul del cielo caraqueño y el ruido de unos automóviles que se desplazaban por las calles aledañas.

Ahora sólo éramos Rina y yo y aquel mundo exterior que por primera vez la pequeña miraba deslumbrada y sonriente.




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