En menos de 5 minutos estuvimos en el parque, por ser época vacacional muchos niños con sus respectivos representantes jugaban en el área de columpios así como en la caja de arena, mire a Rina a los ojos y le dije en tono convincente:
—Dulzura…, es hora de que conozcas a otros niños y te diviertas… —, le solté la mano y corrió ágilmente a jugar con otros niños específicamente en la caja de arena, donde no tardó en hacer amistades, sus ojos oblicuos brillaban coloridamente lo que llamó la atención de algunas representantes para quienes mi princesa tenía algunas peculiaridades adicionales a sus ojos lo que despertó todo tipo de murmuraciones incluso una madre muy atenta me preguntó la condición de Rina, a lo cual yo respondí poniendo cara seria y bastante a disgusto:
—Pero qué dicen, ninguna condición, ella es Rina y soy su niñera desde que tenía 8 meses…, no saben lo que me he encariñado con ella…, al fin y al cabo todos somos diferentes y no por eso dejamos de ser hijos de Dios.
Pero lo que realmente importaba era que Rina se lo estaba pasando en grande y una madre muy amable se me acercó presentándose enseguida:
—Mi nombre es Gisela es un gusto conocerte —me tendió la mano y enseguida contesté cortésmente:
—Mi nombre es Alicia, el gusto es mío soy la niñera de Rina.
Gisela enseguida me comentó algo disgustada:
—Existe mucha gente metiche y averiguadora, mira al lado de Rina están mis dos hijos: Juan Ándres y Fabián Alberto, Fabián Alberto como verás es más tímido y retraído está en el espectro autista, pero allí vamos progresando con sus terapias…, sin embargo, nunca falta gente inoportuna que señala a mi hijo con el dedo…, que mal estamos, falta más comprensión e inclusión.
Mientras veíamos a los niños jugar alegremente conversamos animadamente de temas relacionados a la infancia: consejos de cómo educarlos, ropa, accesorios, centros recreativos para que se divirtieran, en fin todo un nuevo mundo que iba mucho más allá de mis estudios académicos en proceso.
Después de 2 largas horas donde incluso merendamos junto a sus nuevos amigos, regresamos a casa. En el camino Rina me abrazo como nunca calmando un poco mis nervios al percatarme de lo tarde que era, ella tan dulce me dijo tiernamente:
—Graciassss —aunque han pasado muchos años ya de aquel maravilloso momento aún me conmueve el corazón…
Ese día al llegar a casa la cara de Gladys lo decía todo, lo sabía, sería reprendida por su madre por habérmela llevado sin su consentimiento, además la verdad me había olvidado del tiempo por lo bien que ambas lo habíamos pasado…, me planteé seriamente con plena consciencia de mis faltas que quizá esté sería mi último día en este muy bien remunerado empleo pero lo que más me dolía era tener que dejar de ver a mi pequeña Rina a quien tanto amaba, definitivamente eso me rompía el corazón, en un principio miré a Gladys con disgusto pensando que ella seguramente le había venido con el chisme a la señora Laura y al increpar mis conjeturas con la señora Gladys ella negó haber sido quien se lo dijo a la señora Harris quien ese día había llegado temprano a casa, en cambio me miró con una seriedad profunda que transmitía un dejo de temor y recorrió con sus ojos toda la casa para detenerse en el techo, esto me dejó pensativa, sin embargo una amplia carcajada de mi niña me devolvió a aquel inmenso amor que le tenía y la acurruque en mis brazos diciéndole dulcemente:
—Dulzura, me voy a disculpar con tu mamá, le debí avisar de nuestro paseo, la verdad no te quiero dejar por nada del mundo.
Nos abrazamos con cariño y nos miramos a los ojos tendiendo puentes de amor a pesar de nuestras claras diferencias.
Por su puesto su madre me llamó la atención, ella me esperó pacientemente en la habitación de Rina y muy disgustada al recibirnos me hizo jurar jamás llevarme a la pequeña a ningún lado sin su consentimiento, pero por otro lado al ver a Rina tan feliz, me dijo que tenía permiso para sacarla una vez por semana al parque pero que debía llevar mi móvil en todo momento.
Por supuesto que después de una amplia disculpa, lo prometí y lo cumplí y desde entonces Rina una vez por semana era la niñitas más feliz del mundo al compartir con aquellos nuevos amiguitos que fue forjando en aquel parque lleno de juegos, amiguitos cada uno con sus peculiaridades y sus propias personalidades por ejemplo: Juan Alejandro tenía una personalidad arrolladora y protectora sobre todo con su hermano Fabián Alberto que era tímido algo retraído y quien además tenía el vocabulario de un adulto a pesar de sólo contar con 5 años; luego estaba Martha de 3 años muy coqueta siempre con sus lacitos y pulseritas a la moda y por último Mario de tan solo año y medio pero alegre y risueño.
Entre las madres, la niñera de Mario y yo hicimos buena amistad, hasta un día la señora Laura se escapó de sus ocupaciones acercándose al parque y compartió con nosotras una agradable tarde, ese día llevamos una torta y pasapalos que hicieron las delicias de todos los niños.