Mis días transcurrían rápidamente entre estudiar, preparar mi tesis de grado e ir a mi trabajo que tanto disfrutaba. La relación entre Rina y yo se había consolidado a tal modo que no concebía tener otro empleo que me mantuviese lejos de mi pequeña, por otra parte la señora Laura y yo nos hicimos muy cercanas y mi cariño hacía Gladys, aquella señora seria y callada en un principio había hecho metamorfosis, se había convertido en una muy buena consejera sobre todo en cosas del amor, pues en todo ese tiempo tuve dos noviazgos fugaces que no llegaron a buen puerto, pero eso es un nueva tema para otro relato.
Recuerdo que me tomé dos semanas libre, en las cuales apenas pasaba a casa de mi amada Rina, todo en aras de terminar la tesis, esas fechas coincidieron casualmente con que ella comenzó a acudir a un nuevo preescolar por las mañanas así que gracias a Dios estaba entretenida en hacer nuevas amistades y adaptarse a su nuevo colegio, pero como era una niña muy inteligente enseguida se adaptó e hizo nuevos amigos, además de destacó en artes plásticas y en los principios de lectura, la verdad me enorgullecía de aquella preciosa niña, de hecho, secretamente le pedía a Dios que ella y su apreciada madre jamás dejarán de formar parte de mi selecto grupo de amigos que son tan cercanos como la familia.
Por supuesto estuvieron invitadas las tres a mi graduación y junto a mis padres y mi hermano Federico aplaudieron y corearon mi nombre en las gradas del anfiteatro, cuando el rector de la universidad me llamó al escenario para recibir mi título de Licenciada en Educación mención preescolar. Ese fue uno de los días más felices de mi vida pues toda mi gente amada me acompañaba y apoyaba en ese importante momento de mi vida, recuerdo haber escuchado como repetían mi nombre con fuerza mientras caminaba a recibir mi bien ganado título universitario y en sus rostros ví esa mezcla de orgullo y cariño que fue un bálsamo para mi alma, pues no puedo negar que muchas veces pase momentos de gran cansancio y disgustos sobre todo con el tutor de la tesis, pero al final todo salió a pedir de boca.
El día de mi graduación hice un pequeño festejo muy intimo en mi casa a los cuales invité a: la señora Laura, Gladys, mi amada Rina, mis primas Matilda y Carolina y mi entonces novio Andrés. Recuerdo que pasamos una hermosa velada compartiendo un momento mágico entre mis seres queridos. Mamá preparó una comida china maravillosa con postre incluido unas tartaletas de guayaba y además también elaboró unos hermosos arreglos con globos y una torta en cuyo centro descansaba una muñequita con toga y birrete alusivos al acto de grado. Las canciones de Soda Stereo y Gustavo Cerati amenizaron la pequeña reunión, sin embargo, mi preciosa Rina de pronto cayó rendida del sueño en el mueble de la sala de mi casa, yo la cubrí con una manta rosa que había sido mía de niña y al final de la fiesta su mamá se la llevó en brazos hasta el carro para luego al llegar a casa acostarla en su camita.
Fue un hermoso día que jamás olvidaré…, de hecho por un instante dejó de lado mi laptop y me acerco a mi biblioteca de donde tomo el álbum de fotos de mi graduación y contemplo feliz y nostálgica a la vez, aquella vida que una vez fue la mía y que se desvaneció para dar paso a mi vida actual gracias a esos inevitables cambios que se dan en el transcurrir de la existencia.
Ahora paso mis manos especialmente en aquel precioso retrato de mi bella Rina de niña, con sus ojos oblicuos coloridos, su cabecita de escasa pero hermosa cabellera marrón…, no puedo más que expresar llena de asombro al saber que han transcurrido ya unos 18 años de aquellos eventos: ¡caramba, cómo pasa el tiempo!
Si bien ha transcurrido el tiempo, siempre seguimos en contacto, ella me envía mensajes e incluso nos hemos visto a través de mi dispositivo secreto que emite imágenes holográficas cargadas de un realismo sin igual y que nos permiten conversar ampliamente de sus planes futuros que sin embargo me veo obligada a callar frente a mi círculo íntimo salvo a mi esposo Marcel mi gran confidente y al que conocí en este mundo gracias al secreto alienígena que ambos juramos mantener en secreto.
Formamos parte de una escogida élite los que guardamos este secreto que en el fondo cada ser humano bien comprende: qué no estamos solos en el universo y que diversas razas alienígenas coexisten entre nosotros e incluso ya son hijos naturales del planeta Tierra. Por un instante me asomo desde el balcón de mi ventana y no puedo más que extasiarme ante la hermosura de aquel dosel estelar tan lleno de vida que escapa a toda nuestra comprensión humana.
Existe una multitud de razas alienígenas que viven en recónditos rincones del universo y que como nosotros están llenos de inquietudes y se preguntan la razón de su existencia, enseguida se me viene a la mente un nombre que engloba todo y que está provisto de un corazón que late lleno de amor primigenio y emociones variadas: Dios.