"Nuestro insoslayable destino es fenecer como especie…o quizá alcanzar la eternidad en algún rincón del universo".
BilliebikeCCS
Unos seres venidos de otro tiempo, un mundo muy distante, en una época muy lejana a la nuestra…, posaron sus cuerpos estelares cuidadosamente sobre un planeta que lucía en ruinas; antiguas edificaciones desiertas apenas se erguían entre hierros retorcidos y estructuras apenas distinguibles, caídas y desmoronadas.
El área escogida para el aterrizaje aún humeaba y al descender a su superficie la oscuridad aunada al silencio sepulcral eran signos inequívocos de que un cataclismo de grandes dimensiones había sacudido con violencia a aquel pobre planeta, dejándolo absolutamente desolado. El cielo oscuro acompañado de nubes grises recreaba una escena de luto profundo que enseguida sobrecogió a aquellos extraños seres provenientes de otro planeta.
Xina la astronauta haciendo uso de su forma de lenguaje le expresó a Orión en tono pesimista:
—Orion, ¿estás seguro que estamos en el sitio indicado por el satélite artificial hallado por el grupo de astronautas previos a nosotros?, de ese hallazgo hace ya más de un lustro… De hecho, Alfajor me dijo que este objeto fue encontrado vagando hacia las afueras de la Vía Láctea, y al ser revisado el satélite que yo sepa, la información encontrada arrojaba que este planeta era un lugar lleno de verdor, coloridas montañas, hermosos lagos, amplios mares y que estaba poblado por una gran diversidad de especies, en especial resaltaba la forma de existencia que intentaba comunicarse con alguna forma compatible en inteligencia. Caramba, ¿qué habrá sucedido en este pobre lugar?, ahora solo hay escombros, calor y sobre todo una inmensa soledad…
Orión cerró sus ventanas violeta, reflejo de su inconmensurable pesar, en su mente estaba retratado el mapa estelar donde se ubicaba este planeta, el tercero del sistema al que el emisor del satélite había denominado: sistema Solar.
Luego de echar un vistazo a aquel lugar devastado le respondió a Xina en tono grave:
—Xina, revisando el mapa y las coordenadas nuevamente…, concluyó lamentablemente: que no cabe duda, estamos en el lugar indicado… —puso semblante severo y continuó hablando—. Honestamente Xina un evento gravísimo debió haber acabado con este planeta…, ¡qué lástima Xina, tan cerca Xina, tan cerca! —muy abatido Orión dio un salto de frustración sobre la superficie caliente.
Orión desde que era muy pequeño miraba las estrellas desde su hogar y creció imaginándose que eventualmente pondría sus extremidades en otro planeta e imaginaba que era recibido amablemente por seres de otro mundo y con ellos lograba entablar una maravillosa conversación donde podía compartir conocimientos tecnológicos, así como experiencias vitales; él anhelaba conocer aquellas almas que habitaban en otros cuerpos estelares y conectarse en esa historia común de existir en el plano universal.
Pensó lleno de amargura que lamentablemente ya era tarde para este planeta y sus fallecidos habitantes. Entonces Orión con una mezcla de emociones que en el mundo humano se podrían definir como de frustración y tristeza, golpeó una piedra en el suelo poniendo semblante serio, pensando afligido al extremo: «¡Qué lástima llegamos muy tarde…, otra vez tenemos que asumir que estamos solos en el universo!», sin embargo, mirando su extremidad en el suelo descubrió una protuberancia diferente, escarbó con sus largas patas, descubriendo un dispositivo extraño, entonces con gran cautela lo tomó limpiandolo del oscuro polvo que le cubría con gran delicadeza. Ante este extraño hallazgo enseguida le dijo a Xina:
—Xina, mira lo que acabo de encontrar… —observó el objeto con detenimiento, deslizándolo por todo su cuerpo para luego expresar:
—Xina, vamos a ver si este extraño y pequeño artefacto rectangular, achatado y cristalino es compatible con nuestra tecnología y así podremos saber quienes y como fueron los habitantes de este planeta que ahora están muertos, o en su defecto que otros seres pasaron antes que nosotros con fines quizá bélicos o exploratorios y así tal vez podamos saber si el cataclismo fue ocasionado por seres de otros mundos o un desafortunado evento natural.
Xina que lucía melancólica ante el panorama desolador enseguida le respondió:
—Orión, me parece muy bien —, Xina miró con curiosidad el extraño objeto que Orión cargaba cuidadosamente mostrándolo con sus extremidades ampliadas; por la mente de Xina cruzó un grupo de incógnitas tales como: ¿qué sería ese objeto?, ¿cuál habría sido su utilidad ?, ¿quién lo habría fabricado?… Anhelaba obtener respuestas para comprender más aquella forma de vida que una vez pobló aquel planeta cuyo nombre según el sátelite encontrado correspondía—después de exhaustivos estudios— a: Tierra.
Los órganos amorosos de Xina palpitaban llenos de emoción. Luego pensó entristecida que aquellos seres ya no existían…, pero como existieron alguna vez y de eso no cabía la menor duda y por el hecho de haber vivido, debía guardarles cariño y respeto.
Xina, se preguntó a sí misma sintiendo curiosidad: «Caramba, ¿cómo serían estos seres? De hecho, trato de imaginarlos, pero no puedo hacerme una idea de cómo eran físicamente y mucho menos conjeturar cómo sería su forma de vida, caray, qué misterio».
A ciencia cierta ella entendía que jamás sabría cómo habían sido ellos, y mucho menos podría comprender su forma de ver la vida, en realidad sólo podía hacer uso de su imaginación desde su perspectiva como lo que realmente era una joven Teegardiana licenciada en astronomía, amante de los viajes espaciales que desde muy joven se había alistado en la corporación espacial de su mundo Teegarden b, anhelando con toda su alma comprender aunque sea un poquito los secretos que guardaba el universo.
Xina camino calmadamente por la superficie del humeante planeta que emanaba un calor apenas tolerable a pesar de la protección que le ofrecía el traje espacial y distraídamente con sus extremidades hurgó el suelo y vio otro extraño objeto, entonces esbozó un gesto satisfactorio en su rostro oval pensando: «Indudablemente, aquí una vez hubo vida en frecuencia muy inteligente», esta vez del suelo polvoriento sacó un pequeño objeto en forma cuboide que parecía albergar algo en el interior, pero sintió miedo de abrirlo de inmediato con la posibilidad de que este se rompiera, pensó entonces que mejor era esperar y seguir recogiendo algunas muestras más si venía al caso, para luego llevarlas a la nave y ser evaluadas científica y metódicamente como correspondía.