Crónicas Fantasiosas De Nuestro Universo

Capítulo 5: El pleito con Marcelo y el inesperado ofrecimiento de una maravillosa oportunidad de emigrar

Después de pasar a buscar a Carlitos al colegio regresaron al departamento y allí almorzaron compartiendo divertidas anécdotas de la infancia de ella y él contándole cómo fue su día en la escuela en la grata compañía de sus amigos. Sin embargo al poco rato Carlitos le recordó su promesa:

—Mamita linda, no te olvides de Asteroid 3.000, Pedro lo trajo hoy al colegio, yo quiero uno mamita —aquellos preciosos ojitos avellana capaces de enternecer hasta el alma más dura con aquella mirada suplicante y dulce a la vez enseguida le ablandaron el corazón y ella no pudo seguir ocultando la verdad diciéndole:

—Dulzura, prométeme que vas a guardar el secreto…, pero me lo tienes que prometer.

Carlitos emocionado presintiendo algo bueno relacionado con su anhelado muñeco asintió.

Ella lo condujo al cuarto de costura, luego abrió el closet, buscó brevemente entre las telas y el sets de agujas sacando la bolsa con el preciado contenido y al abrirla apareció reluciente: ¡El Asteroid 3.000…! ella suspiró emocionada. Carlitos la miró a ella llena de emoción y enseguida se le arrojó encima exclamando a viva voz:

—¡Gracias mami!, ¡muchas gracias!… ¡Qué emoción, me lo compraste! —en los ojos de Carlitos unas lagrimitas temblorosas anhelaban abandonar sus ojos. Abrazo la caja, toco la manita del Asteroid 3.000 por el agujero que permitía tocar el juguete y finalmente abrió la caja, abrazando al muñeco contra sí, lleno de una emoción indescriptible. Luego apretó con cierta fuerza el botón que estaba en su panza y el muñeco dijo enseguida:

—Soy Asteroid 3.000, provengo del exoplaneta Próxima Centauri b ubicado en la constelación Centauro y mi misión es salvar al universo de Arcón y de cualquier ser maligno que ose acabar con La Paz del universo —, en un rincón de la caja reposaban las instrucciones para conectarlo a la pc y aumentar su vocabulario.

Carlitos apretaba el botón una y otra vez embelesado con su nuevo juguete y de pronto lo tomó entre sus brazos y salió corriendo del cuarto de costura para llevar a su muñeco a su cuarto y poniéndolo sobre la cama enseguida Carlitos le presentó desbordante de emoción a: Gabriel el oso y a Peter Parker diciéndole a los dos:

—Chicos…, denle la calurosa bienvenida a Asteroid 3.000 de la serie Los Planetas… — ya todos los muñecos sonrientes estaban ubicados circularmente en aquella cama infantil conformando el equipo completo de aquellos juegos infantiles que formaban parte del mundo imaginario de Carlitos.

Gisela que también había abandonado el cuarto de costura junto a él sin que esté se percatara de su presencia, lo miraba embelesada desde la puerta de entrada de su habitación, sintiéndose inmensamente dichosa por la alegría que envolvía a su amado hijo, sin embargo de pronto recordó que en breve Marcelo podía llegar a almorzar y si se enteraba de la existencia del muñeco lo primero que le preguntaría era cuánto había pagado por él y al enterarse del precio entraría en cólera, primero por haber gastado semejante cantidad por un muñeco, ignorando la cantidad de cuentas por pagar que tenían pendientes y luego por no haber tenido la valentía de decirle de frente que había decidido comprar el juguete.

Por eso Gisela entró al cuarto y mirando a los ojos a Carlitos le dijo dulcemente:

—Dulzura, dame a Asteroid —él replicó enseguida disgustado:

—Mami, déjame jugar con él un rato más…, por favor —puso el semblante entristecido.

Gisela entonces le dijo:

—Ok cariño, pero por favor, acuérdate de lo que conversamos…, dámelo en 2 minutos mira que todavía no le he dicho nada a papá que lo compre… Tengo que hablar con él y después de que conversemos harás lo que desees con Asteroid 3.000 y ya sabes: ni una sola palabra de esto a papá, déjame hablar primero con él, por ahora Asteroid 3.000 va a estar oculto en el closet en el cuarto de costura.

Carlitos la miró fastidiado, nada convencido de devolver su adorado juguete nuevo que recién tenía en sus manos, pero al final se lo devolvió. Media hora después de estos acontecimientos llegó Marcelo hambriento dispuesto a almorzar para luego regresar al trabajo.

Gisela con el corazón dando saltos le sirvió su comida y espero con un nerviosismo absoluto a que terminara de comer disimulando su zozobra viendo unos videos musicales en la tableta. Finalmente al terminar de comer lo miro directo a los ojos y le dijo con seriedad:

—Marcelo, tengo algo que contarte…

Él la miró preocupado:

—Mi amor, no me des un susto por favor… ¿Todo está bien con nuestras familias? —él la miró angustiado.

Ella enseguida respondió:

—No, no es nada malo, es acerca del regalo que le compré a Carlitos.

El enseguida abrió sus ojos y le preguntó con una mezcla de curiosidad y duda:

—¡Ay, el regalo verdad… se me había olvidado! Y…¿se puede saber qué le compraste ya que andas con tanto misterio?

Ella tragando grueso deslizó lentamente las palabras:

—Bueno amor…, sucede que le compre a Carlitos el Asteroid 3.000.

Él tamaño de sus ojos se duplicó y enseguida le espetó:

—¡Queeeé!, pero si ese juguete es carísimo, ¿no es el que cuesta $100?

Ella enseguida le respondió:

—$98 es lo que cuesta.

Marcelo enfurecido le dijo:

—¡$98 es lo mismo que $100! No me creas estupido Gisela…, ¡chica, cómo se te ocurre comprarle un juguete tan caro en la situación económica en que estamos!… No te dije ayer mismo que la reparación del carro va a salir el doble y ahora…, ¿con qué vamos a hacer mercado?… Pero es que seguro que gastaste en ese bendito muñeco todo tu dinero de los trabajos de costura… ¡Coñ… solo a tí se te ocurre vale!

Se levantó de la mesa y sin mediar palabra con Gisela, se acercó al cuarto de Carlitos se despidió de él con desgano y sin despedirse de Gisela se fue devuelta al trabajo tirando la puerta tras de sí.

Gisela quedó desconsolada recogiendo la mesa en total soledad, Carlitos había escuchado a su padre disgustado pero no comprendía muy bien lo que sucedía a su alrededor, pero lo que sí entendía claramente era que sus padres muy frecuentemente tenían discusiones por algo que para él era un concepto algo abstracto y que se llamaba: dinero y el dinero parecía un medio para comprar la felicidad.




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