Crónicas Fantasiosas De Nuestro Universo

Lourdes en el tiempo: Lourdes la persona

Ahora que sabes de mi, se que de algún modo formare parte de tu vida…, seguro que me olvidarás en breve pero algo de mi ser vivirá en ti eso lo sé. Por otro lado, por pura curiosidad quisiera que me contaras…, ¿qué te llevó a sumergirte en mi vida? déjame adelantarme, ¡ah!, quizá sea la curiosidad de espiar las emociones de otro ser humano como tú que vive otra vida…, bueno te invito a que intentes por un momento imaginar mi rostro y en especial mis ojos, haz un esfuerzo por leer en ellos lo que se oculta en las entrañas de mi alma. Quizá algún día nos topemos en esta existencia que para ti es “real”..., pero ahora cautiva cómo estoy en mi propio tiempo y espacio y ante la imposibilidad de conocerte, por ahora solo puedo amainar las llamas de mis inquietudes caminando a orillas Del Mar, disfrutando este bello atardecer que con sus colores brillantes alegra todo mi ser.

Sintiendo en todo mi cuerpo la dulce brisa marina, volteó mi rostro posando mis ojos en ese mar que luce como un espejo salpicado por los colores del crepúsculo vespertino donde resaltan especialmente los tonos rojizo y naranja, el sonido de la olas llena de paz mi corazón, mis pies descalzos se sumergen sobre la arena reblandecida por el agua y mis fosas nasales son invadidas por el olor a salitre del agua de mar.

A mi alrededor puedo ver a muchos bañistas sumergidos en el agua o bien tumbados en sillas plegables tomando el sol de la Guaira. Todos siguen sus vidas y disfrutan como yo un hermoso atardecer en la playa.

El cielo se llena de pronto de gaviotas algunas de las cuales ávidas de alimento se sumergen en el mar saliendo con algún pequeño pez en el buche. De vez en cuando el sonido de las olas chocando contra el malecón se ve repentinamente opacado por el sonido de algún avión cargado de pasajeros que surcan velozmente el cielo hasta desaparecer.

Por un instante intentó recrear en mi mente los pensamientos de esos pasajeros que por alguna causa desconocida a mí dejaron tierra firme en la búsqueda de seguir sus vidas en otra parte del mundo para: quizá viajar con el fin de recrearse o tal vez buscar un nuevo porvenir en tierras lejanas…, solo ellos pueden saberlo al ser dueño de aquellas vidas tan lejanas e inalcanzables a la mía.

Después de este breve pensamiento me vuelvo a enfocar en mi mejor amigo el Mar…, ¡oh les confieso qué maravilloso es vivir cerca de él!, soy realmente una mujer privilegiada al tener la dicha de vivir junto a mi familia en una hermosa quinta muy cerca Del Mar en La Guaira. Quizá tú que estás cerca de mí de algún modo has visitado una playa cercana y te has sumergido completamente en sus aguas espumosas, hipnotizado con el sonidos de las olas y haz podido disfrutar la sensación de cierta ingravidez…, y ese intenso olor a sal ha inundado tus fosas nasales; todos los sentidos se complacen en el mar y una energía vital renace al amparo de este fiel amigo.

Mis cavilaciones se ven interrumpidas pues mis ojos se enfocan en un viejo amigo que vive en mi misma urbanización, el señor Manuel, quien a cierta distancia hace el clásico ademán de saludo con su mano izquierda, lo veo sonreír y le devuelvo el saludo acompañado de una risa alegre, luego desaparece a mi vista, quizá haya partido a la panadería que queda a dos cuadras donde preparan unos deliciosos cachitos, la verdad, solo él puede saberlo.

No me detengo y sigo mi camino, pensando en que esta semana le tengo que comprar los regalos de Navidad a Sabrina a Eduardo y por supuesto el de mi adorado esposo Jaime…, ¡uff!, es que parece mentira ya llegamos a diciembre nuevamente, los años cada vez parecen ir más aprisa.

En este mismo instante mis ojos se posan en el Cerro El Ávila que luce esplendoroso e imponente en su verde esmeralda…, sin embargo, llega a mi alma una sensación de sobresalto y el sabor de una angustia punzante que ahora no logro identificar, es como si mi alma guardase el recuerdo soterrado de una gran tragedia en un tiempo distante y cercano a la vez a mi corazón.

Al ser consciente de esta circunstancia brevemente mis ojos se enfocan en el cielo que tornóse enseguida gris oscuro acompañado de un viento helado que de pronto envolvió mi cuerpo completamente mientras una intensa lluvia empapa mis ropas; atónita y temerosa escucho el ensordecedor ruido de rocas cayendo desde las alturas de la montaña sagrada y el grito desesperado de tantos seres humanos indefensos que corren presa de un terror inexplicable en medio de la oscuridad de la noche. Brevemente recuerdo que aterrada corría entre gritos desesperados sorteando ríos de agua, lodo y rocas…

Ahora mismo mi corazón palpita con una fuerza inmensa, por lo que cuento hasta 3 y logró calmarme un poco; ¡uff!!, mi mente me jugó una mala pasada nuevamente, ¡qué angustia!, ¡Dios mío!, la verdad les confieso siempre he sido una mujer sumamente ansiosa…, y por ello buscó apaciguar del todo mi alma atribulada cerrando mis ojos brevemente, y al abrirlos mi vista se enfoca en la playa..., dueña de mi tranquilidad otra vez me vuelvo a sentir parte del ambiente marino disfrutando mi paseo en la orilla de mar.

Las estrellas comienzan a asomarse en el cielo azul marino, antesala de la negra noche, claro indicativo de que pronto debo regresar a casa a atender a mi esposo y mis dos hijos pequeños. Antes de partir arrebatada por los sentidos que sólo el mar es capaz de conceder, enfoco mi vista en tres personas que en sus manos cargan unos ramos de flores…, verlos me conmueve y me trae el recuerdo de mi amada familia que en este mismo momento me aguarda en casa.

De hecho enfocando mi vista con mayor precisión veo con mayor claridad que quienes tienen en sus manos las flores son: un señor de unos 70 años acompañados de dos adultos jóvenes, una mujer de unos 35 años y un señor de 40 años, se ve claramente que deben ser familia. Muy seguramente esa edad tendrán mis dos hijos: Sabrina y Eduardo dentro de 24 años…, Mirando sus rostros a la distancia sus facciones se me parecen a las de mi amado esposo Jaime y mis bellos hijitos, seguramente así serán dentro de 24 años.




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