Crónicas magicás: Fuego y hielo

Fuego y luz

Paso una semana tras el ataque, Blake estuvo dormido con una fiebre muy alta, durante esos días fue atendido por las hermanas quienes se preguntaban que hacía ahí, Luna les explico que él se encargó de los enemigos, y planeo con los guardias establecer un perímetro por todo el pueblo.

Por suerte no tuvieron otro ataque sorpresa, ella pudo descansar un poco y empezar a planear lo que haría luego de que Blake despertara, no tenía forma de buscar una información sobre los maestros dragones.

Ella había escuchado sobre esas criaturas estaban extintas desde hace miles de años, jamás conoció el termino maestro dragon, ciertamente la magia de Blake era muy rara, sus flamas rojas lo delataban y esa aura que desprendió era muy intensa Luna sentía como si fuera a ser devorada por una bestia.

Luego de dos días llegaron más miembros de la orden con muchas medicinas y con equipos de construcción, Luna les pidió a los médicos expertos que cuidaran de Blake, ella tomo un caballo prestado y partió hacia la base de la orden, necesitaba información. No le gustaba la idea de dejarlo solo, pero había muchos magos de elite protegiendo el pueblo, en menos de dos horas llego a la base de la orden.

Tardo media hora en llegar a las puertas de la base , era un edificio enorme rodeado de murallas de piedra blanca que formaban un hexágono, los jardines bien podados creaban figuras de rombo en cada lado, la arquitectura del lugar era impresionante, tenía diez pisos de altura y con un techo al estilo japones con esferas de luz colgando en cada pilar, ella caminaba por un puente que estaba cerca un pequeño lago, en el agua flotaban pequeños nenúfares y flores, Luna entro al edificio a treves de una puerta de madera con miles de detalles cincelados.

Adentro estaba lleno de gente corriendo de un lado a otro cargando documentos, una alfombra morada abarcaba todo el salón, el techo era muy alto así que se escuchaba un eco por todo el lugar en el centro estaba una escalera de marfil que estaba completamente limpia, ella subió tres pisos y paso por varios pasillos hasta llegar a la biblioteca.

Al entrar vio que estaba repleto de libros por todos lados, algunos tirados en el suelo y apilados para formar varios asientos con ellos, ella se dirigió a la mesa en alto donde se encontraba la bibliotecaria, era una mujer muy mayor con el cabello blanco y bajita, no era muy amable incluso con Luna, y casi nunca llegaba hablar.

—Buen día Antonella —susurro Luna a la anciana con cara de sapo que la miraba con desprecio—Te vez muy linda hoy, ¿Qué te hiciste en el cabello?

Antonella no le respondió se le quedo viendo en silencio con una cara muy amargada.

—Vale comprendo que estas ocupada —Luna se acercó aún más al mostrador—Necesito libros sobre los dragones.

Antonella hizo un giro con su mano huesuda y apareció un libro de la nada, era muy grande cargado con miles de páginas, estaba viejo aun así ella lo sostuvo como si nada y se lo entrego a Luna, luego le hizo un gesto para que no hiciera ruido.

—Gracias —susurro Luna.

Se aparto donde no la pudiera ver en un asiento donde no llegaba la luz, ella con su mano creo una bola de luz muy pequeña que flotaba a su alrededor y se sentó a leer, era un libro lleno de diferentes criaturas mágicas, empezó a pasar las páginas, en una encontró al león que se enfrentó ese día, era una mantícora de fuego, provenientes de las montañas de Vulcano, eso la sorprendió ya que ese sitio estaba al otro lado del mundo, continuó pasando página, hasta que encontró una con la silueta de un dragon en jeroglífico, no tenía mucha información, solo una breve historia de que eran.

Según se cree eran criaturas con alta inteligencia, vivían miles de años sin envejecer, contenían un poder abismal capaz de someter diversas criaturas mágicas, se dice que desaparecieron tras la gran guerra oscura que casi destruye todo el mundo, desde entonces no se han visto más dragones, aunque se cree que están extintos algunas criaturas al día de hoy veneran a los dragones, entre ellos, las Sirenas y las criaturas del mar, los altos Elfos, las Hadas.

Luna saco un cuaderno y empezó a escribir todo lo que leía, al cabo de una hora salió de la biblioteca, fue hacia las oficinas que quedaban en el quinto piso, era una sala llena de mesas y papeles, las personas no paraban de recibir pedidos todo el día.

La orden tenía mucho trabajo siempre, y más ahora con los constantes ataques de la liga, ellos solían brindar apoyo, tanto medico como de protección, tenían soldados replegados por todo el mundo, también aceptaban diferentes pedidos de los clanes de magos.

Los clanes eran organizaciones independientes que tenían permiso de la orden para realizar diferentes trabajos, la mayoría eran tareas que los guardianes no podían encargarse por falta de personal, a estos se les pagaba muy bien.

Debido a la situación la orden se encontraba sin mucho presupuesto, por eso había tanto movimiento en las oficinas, Luna ya estaba acostumbrada a este caos, fue directo a un panel informativo y levanto varios afiches.

Los carteles de se busca era cosa de todos los días, cazaban animales peligrosos, criaturas mágicas o bandidos, buscaba todo sobre la liga, ellos estaban en la lista negra los que no los querían con vida, la orden y los clanes tenían permiso para asesinarlos ya que eran enemigos públicos.




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