Crónicas mágicas: Torre infinita

Siete pecados

Flotando en la absoluta nada mientras contemplaba como la luz se esparcía por todo el firmamento, delante de Darkrom dos entidades de tamaños colosales brillaban tanto que te cegaban la vista con solo observarlos, una era blanca y otra negra, ambos se funcionaron y crearon todo el universo conocido.

Todo daba vueltas sin parar y él aterrizaba en la tierra ya no era un adulto si no un niño de cabello largo vestía pieles de distintos animales, estaba mirando las estrellas, veía en ella una vez más la batalla de estas enormes entidades y sentía como si todo acabara de nuevo.

Estas tardando —Escuchaba la voz de siempre en su mente—Fracasaste en tu última misión, no me decepciones otra vez mi campeón —La voz se alejaba cada vez más—Usa la torre, úsalos a todos para cumplir tu misión, no me falles, esta es tu última oportunidad.

Darkrom abría los ojos con fuerza, ahora se encontraba en una cama dentro de la guarida de la liga sudaba sin parar y respiraba con mucha agitación, se tocaba la frente para apaciguar el dolor de cabeza que lo estaba matando, miraba su mano temblar de miedo.

Era evidente que ya no era un dragón y cada día que pasaba sentía que esa oscuridad y bestialidad desaparecía por completo, despreciaba a los humanos por convertirlo en esa cosa que era, estaba harto de no recuperar su verdadera forma.

Se levantó de la cama y se limpió el sudor con la sabana no le importaba para nada la higiene de los humanos, se puso su vestimenta habitual, desde afuera se escuchaban ruidos, los miembros de la orden peleaban sin parar desde que ellos llegaron, y al ver que él no salía de su habitación comenzaron a impacientarse.

Usa la torre, úsalos a todos para cumplir tu misión, no me falles, esta es tu última oportunidad.

Se miró en el espejo, tenía un ojo de dragón y uno humano, él no iba a permitir otro fallo, era el momento de actuar, en el reflejo observaba a Wendy y a Blake, miles de pensamientos le pasaron por la mente, luego de lavarse la cara y de recuperar sus dos ojos de dragón salió de la habitación.

Caminaba por un largo pasillo y cada paso que daba aumentaba su aura de dragón los ruidos fueron apagándose poco a poco, los miembros de la liga perdieron el conocimiento, solo quedaron Zero y los nuevos invitados apodados los siete pecados.

Estaban ubicados en una larga mesa octagonal hecho de roca, siete individuos particulares que llegaron a dar órdenes a cada miembro de la liga, eran extremadamente peligrosos, él nunca los vio en persona nunca solo había escuchado historias.

Darkrom llego al lugar y poco a poco los soldados comenzaban a levantarse estos se arrodillaban con mucho temor ante su presencia, él sonreía era gracioso ver como los humanos se humillaban a causa del miedo, la peor escoria del mundo estaba reunida allí y podía detectarlo, todos poseían un aura oscura a su alrededor.

—Al fin decidiste aparecer —escuchó la voz de alguien a su espalda—Tenemos semanas esperando a que el líder de esta organización aparezca.

—¿Quieres voltearte cuando te hablan? —pregunto una mujer.

—Los siete pecados —decía Darkrom al voltearse lentamente para observarlos a todos—Me alegro que vinieran, Zero me comentó que ustedes son mercenarios muy poderosos, eso me agrada.

—¡QUE SE VAYAN! —Gritaba alguien desde lejos—¡SON UNOS INTRUSOS!

Darkrom con su sorprendente oído detectó a la persona en un instante, estaba a varios metros de distancia y sus compañeros lo acompañaban gritando como locos, en un parpadeo apareció delante de este y con su brazo le atravesó el pecho como si no fuera nada, usó sus flamas y todo el cuerpo de este desapareció por completo.

—¿Alguien más quiere opinar? —miraba como todos retrocedían y se asustaban—Ya me parecía, les recuerdo que ustedes no valen nada para mí, no tienen derecho ni voz, si no quieren estar acá entonces mueran de una vez.

Volvía aparecerse delante de los siete pecados, estos se mostraban ahora con más cautela, lo cual era la intención de Darkrom, no le interesaban los humanos y sus sentimientos, tenía un objetivo e iba a cumplirlo sin importar nada.

—Vamos al grano, necesito su ayuda —decía este rápidamente sin sentarse mostrando su superioridad—Como sabrán, en nuestro último trabajo destrozamos el imperio Quíone, por ende, los otros reinos han empezado a movilizarse eso atraerá la atención de la orden y de los diferentes clanes, por eso necesito aumentar las fuerzas de mi ejército.

—¿Quieres una guerra con todo el mundo? —pregunto el mismo hombre, era rubio con cabello largo y usaba vestimentas elegantes, quizás era un noble fugitivo—Estás demente, aunque seas alguien con mucho poder, no podrás con todas las fuerzas militares del mundo.

—Los otros reinos no serán un problema si solo me hacen caso y escuchan —Darkrom apareció detrás del hombre—Y otra cosa más.

Lo agarro de la nuca y le estampó la cara contra la mesa, tuvo que controlarse un poco para no aplastarle la cabeza como si se tratase de un insecto.

—Ustedes son solo herramientas para mi —lamía la sangre que goteaba de sus dedos—Las herramientas no hablan, solo lo harán cuando yo se los pida, esta no es una organización en la cual todos pueden opinar, si no me siguen morirán fin de la historia, puedo cumplir mi objetivo sin ustedes, pero será más rápido si los utilizo a ustedes —caminaba lentamente hacia su asiento—Escúchenme bien, el próximo que me cuestione deseará que lo mate cuando comience a torturarlo —El hombre rubio se levantaba tambaleándose de un lado a otro—Necesito que entren a la torre infinita, allí reside el alma de un Djinn, tráiganmelo y también deben de saber algo, hay un grupo de personas que se interpondrán en su camino hay que detenerlos, quiero que los maten, pero no los subestimen —los miraba todos con sus ojos de dragón y ejercía una enorme presión que desmayó a todos al instante menos a quienes estaban en la mesa—No toleraré fracasos.




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