Crónicas post-apocalípticas

Soledad y Búsqueda (segunda parte)

“Planeo quedarme en este lugar”. Pienso en voz alta para mi nuevo acompañante, Adam tiene su propia voz y su opinión suele ser muy acertada. A sus 9 años de edad es muy maduro, y me agrada escuchar su voz. No me había dado cuanta que tan solo estoy en la vida. Estamos muy cerca de algo que no existía cuando era niño, un bosque formado por esas plantas nuevas que crecen por todos lados. Los tallos se han convertido en troncos enormes que le quitan la luz a los árboles que conozco… Los están matando. Cuando alcanzan cierta altura, se empiezan a engrosar, al menos eso parece, dado su rápido ritmo de crecimiento, es fácil ver las diferencias en pocos días.

 

No veo frutas cerca del suelo, las que han caído huelen profundamente a alcohol, pero no hay fruta fresca en los troncos gruesos, parecen estar concentrados en crecer para llevarlos muy alto. Las plantas más jóvenes no tienen fruta, hay evidencia de mordiscos de mutantes, pero no son recientes, comen y se van, así que no estarán cerca por un rato.

 

Acamparemos en tanto continúan las lluvias, eso detiene por completo a los mutantes, los hace hincharse y ser muy lentos. Estamos muy cerca del punto 3 de mi lista. Y recientemente hicimos contacto con alguien que vive ahí, prometimos alcanzarlo muy pronto, y él prometió averiguar sobre Ivanna y su hijo, el joven Johan. No espero resultados, el mundo es muy grande, y estos son nombres muy comunes.

 

Lamentablemente este tercer punto fue un fracaso, ambos habían muerto, y pude verificarlo al ver los restos de un edificio de departamentos que pude reconocer de una foto que alguna vez Ivanna compartió conmigo. Lo extraño, es que conocí a sus padres. Los rumores de que estaba buscando a Ivanna fueron rápidamente a los oídos de las personas interesadas, y una pareja de ancianos se reunió conmigo y con Adam en un campamento improvisado cerca de las ruinas de ese edificio…

 

“Ivanna nos habló de Usted, Johan ya era un joven de 17 años cuando el mundo se acabó. Estos edificios, eran veinte, en cada uno había al menos un centenar de departamentos. Una ciudad en miniatura. Las familias aquí se hallaban todas juntas por causas laborales, si mira bien a su alrededor, hay ruinas de varios complejos industriales. Nosotros venimos a vivir aquí por razones de trabajo, y no nos vamos simplemente porque hay comida en abundancia, y el clima nos ayuda mucho. Usted es el hombre que ella conoció durante un viaje a esquiar, ¿verdad?”. -En efecto, nos conocimos en un salón de baile, pero no planeamos embarazarnos, de hecho, descubrí que Ivanna tuvo a Johan cinco años antes de que el mundo acabara, ella nunca me dijo nada, aún cuando volvimos a vernos… creo que Johan debería haber tenido 3 o 4 años-. “sí -interrumpe la madre-, ella fue de viaje nuevamente, pero dejó a Johan en casa, regresó convencida de que era mejor ser madre soltera… ¿Que le hizo pensar en eso?”, -creo saberlo, en esa ocasión, ella me encontró en el hospital, mis padres habían tenido un infarto y una complicación renal. Al mismo tiempo. Me sorprendió mucho verla, la recordaba con afecto a pesar de lo fugaz de la relación. Pero compartimos esa situación, ella estaba aterrada de ver el estado de salud de mis padres, y de enterarse que sólo yo estaba para cuidarlos. Para el amanecer del tercer día, sin poder moverme del hospital más que para darme un baño y cambiarme de ropa, ella partió y no supe de ella, hasta que un investigador privado me dijo del niño-.

 

Pasaron varios minutos antes de que el padre hablara… “Así que eso fue lo que pasó, ella consideró que cada uno tenía cosas que atender por su lado. No fue una acción egoísta de tu parte o de la suya, simplemente era la decisión más lógica… No te culpes, yo le enseñé a pensar de esa manera, y puedo intuir que ese era su pensar y su sentir”.

 

Con su bendición. Pude visitar sus tumbas y conocer a mi hijo por una fotografía, parecía apuesto. Hice el retrato mientras Adam platicaba y reía con los médicos del lugar, este dulce par de ancianos, quienes se mostraron afectuosos al punto que, para cuando terminé el retrato, ya les llamaba “abuelos”.

 

Así pasó una semana y media. Fue mucho muy complicado partir, Adam estaba naturalmente inclinado a encariñarse con los ancianos, y me dolió mucho verlos llorar cuando nos fuimos. Realmente los comencé a apreciar. Pero esto me da una idea que espero poder realizar más adelante.

 

Seguimos nuestro camino por al menos una semana antes de ver los restos humeantes de una gran ciudad… los restos de grandes edificios parecían estar desperdigados, pero no al azar, no. Desde lo alto de una montaña, una montaña que nos llevó una semana subir y poder alcanzar la cima por los escombros en el camino y el paso de una manada de mutantes que no quise encontrarme de frente… Desde esa cima pude ver algo extraño. Los edificios parecían haber sido retorcidos sobre un eje imaginario… no en el suelo, mi mente parece imaginarse un torbellino en medio de la misma ciudad, con su eje entre lo que debieron ser enormes torres y retorciéndose hacia arriba, como un niño arrancando hierbas y halando hacia arriba tras juntar un manojo mientras da vuelta a sus manos…




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