Crónicas post-apocalípticas

Enemigo conocido

Hoy tenemos una misión de búsqueda. Nada especial por delante. Sólo una oración antes de salir, Alá bendiga nuestro camino, pienso mientras miro el amanecer y el motor del tráiler emite un ronroneo suave al cargarse su batería solar.

 

El grupo de hoy es el mismo de cada vez, ocho elementos experimentados y… los únicos adultos que integramos nuestra familia. Desde que el mundo se incendió, y que se desataron las enfermedades y la plaga. Pensar que antes se consideraba una maldición de tipo religioso… La lepra se ha vuelto una plaga para los pocos sobrevivientes de hoy en día. En este lado del mundo, tan cerca del cráter que antes fue la ciudad de México, los pocos que aún viven padecen de esta y otras enfermedades.

 

Desde aquí veo salir el sol, y me hace recordar ese evento… El incendio tardó meses en apagarse, el humo no dejó de salir aún con las continuas lluvias. Y el lugar antes lleno de altos edificios, se llenó de lo que por naturaleza siempre debió de haber estado lleno. Hoy es un inmenso lago.

 

No nos acercamos, los sobrevivientes del viento nuclear y la lluvia radioactiva no nos acercamos por miedo a la posible radiación que por lógica debe haber. Aparte, no nos relacionamos con otros grupos de sobrevivientes, los hay en grupos más o menos grandes, todos se dispersan en busca de lugares donde vivir, las pocas construcciones que hay son frágiles y las construcciones altas que hubo alguna vez cayeron por su propio peso ante la explosión termonuclear, atómica… o de lo que sea que haya sido. No soy alguien especialista en armas. Nos mantenemos en grupos aislados, comunidades pequeñas en guerra constante. No me preocupan los otros, somos los más numerosos y desde que tenemos “armas”, no nos agreden.

 

Encontramos unas grúas personales, como exo-esqueletos de ciencia ficción, pero sabiendo usarlos, son excelentes armas. Aparte de ello, somos los únicos que cuentan con vehículos propulsados por energía solar. Así que nos desplazamos seguros, sin temor a ser atacados. No sólo están los pocos sobrevivientes humanos y los mutantes, esas cosas que parecen lobos y monos. Lo preocupante son los caníbales.

 

Hoy nos moveremos muy cerca de la ciudad de Satélite, no queda casi nada en pie, pero hay ideas sobre la existencia de almacenes subterráneos. No tocamos las frutas que crecen por todos lados, aun sabiendo que no son venenosos o radioactivos, el  Corán no nos dice que sea un alimento permitido, así que nos apartamos de ellos, sobre todo por el olor a alcohol, nuestro Iman nos dice que es un Haram muy grave beber alcohol, o consumir estas frutas en particular, puesto que fácilmente lo producen, además… estas frutas no fueron hechos por Alá, no son naturales, no las comemos, así que dependemos de nuestros cultivos, ganados, y el resultado de la rapiña.

 

Obviamente no espero un nuevo milagro, como el que ocurrió en nuestra primera excursión… Un día después de la lluvia radioactiva (todos los que se expusieron a ella, Murieron). Salimos en caravana a buscar alimentos y encontramos el hospital Herrejón vacío, buscamos medicamentos y fue entonces que los encontramos… una sala llena de bebés hambrientos… muchos de ellos muertos al fallar las incubadoras. Pero pudimos rescatar a muchos de ellos. Nuestra familia, compuesta por ocho adultos con sus esposas, y 19 hijos propios, repentinamente tuvimos 22 niños, 18 niñas y 4 varones adicionales para adoptar. Todos han sobrevivido y nos ayudan a salir adelante. Nos fortalece su presencia. No es que constemos sólo de los miembros de nuestra familia, hubo otros grupos, pequeños grupos, que se agregaron con los años. Siempre que aprobaran nuestros requisitos, tener una familia de preferencia con hijos o niños que cuidar, aceptar volverse musulmanes y, someterse a los ritos de nuestras creencias.

 

Mientras mi mente divaga con estos detalles, y el sol comienza a caer, es más de la media tarde. Encontramos el acceso a lo que debió ser un centro comercial. El sótano es muy grande, inmenso. Un vacío tenebroso… recorremos el lugar, hay medicinas, ropa, y muchos objetos que nos serán útiles. Recorremos el lugar y nos enfrentamos a unos pocos monos que ocupan la parte intermedia. El combate es muy desigual, con las grúas el combate es cosa de unos pocos minutos y algunos movimientos, los cráneos de los monos son frágiles en cierta manera, basta con apresarlos al momento de dejarlos acercarse y cerrar la prensa de las manos sobre sus cabezas, sus movimientos son siempre hacia adelante, son previsibles y mecánicos. Mueren sin emitir su llanto de llamado, creo que son un grupo aislado, no suelen hacer esto, morir peleando, sin pedir ayuda… es como si no quisieran atraer a alguien más.

 

Por lógica debe haber más de ellos, hay frutas creciendo por todos lados y entonces, repentinamente, encontramos un montón de huesos… huesos humanos. Algunos están marcados con dientes humanos, pero en su mayoría están marcados por el paso goloso de cuchillos afilados pelando hasta la última hebra de carne. Estamos atrapados aquí, perdimos mucho tiempo limpiando el lugar de monos.




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