CrÓnicas, SueÑos Y Otras Mentiras De La Realidad

CRISIS

Acababa de morir Perón, yo tenía diecisiete años, mi mamá agonizaba en un sanatorio de Capital. De todas maneras, compré la Crisis y me aboqué a las crónicas sobre el recientemente publicado Abaddón, que me generaba gran expectativa, después que Sobre héroes y tumbas me impactara tanto. Leía las encontradas opiniones sobre Sábato en la interminable noche de la clínica, dormitando de a ratos, despertando sobresaltado por el sonido de los ascensores o los pasos amortiguados de las enfermeras. Ya en la mañana, cuando los ascensores no dejaban espacio alguno para el sueño, todo se había cumplido. Era un día lluvioso, tomamos un taxi en la puerta del sanatorio con mi papá. Subí primero y por un movimiento torpe, la Crisis que llevaba bajo el brazo cayó al piso del coche. Cuando amagué recogerla, mi padre, que estaba acomodándose, la pisó y concientemente movió el pie como quien aplasta un pucho, rompiendo la tapa. Era su forma muda de reprocharme que me ocupase de cosas tan intrascendentes como una revista que no conocía, no le interesaba ni podía entender, mientras una tragedia irreparable acababa de instalarse para siempre en nuestras vidas. Por eso, creo, rompió la tapa. 

La misma tapa que casi cuarenta años después guarda la huella del pie y del dolor de mi papá, junto a las de ese día nefasto.



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En el texto hay: humor, crtica social, onírico

Editado: 27.05.2021

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