Llovía copiosamente, era casi de madrugada y la visibilidad era escasa, después de volar bajo por las llanuras de la provincia de Zenit, para evitar ser detectados por los radares de la guardia aeroespacial de Fronda, que pudiesen estar buscando al grupo, con algo de dificultad y a baja velocidad, la nave prototipo experimental finalmente llega a un sector cerca de los puertos sindicales de la ciudad de Zenit.
─Pueden aterrizar en el Playón 2, todo está listo. ─dijo una voz por la radio.
─Gracias controlador por su guía. ─respondió Kaled al control del sindicato de puertos de Zenit.
Kaled visiblemente cansado, logra posar la nave en una pista vertical con sumo cuidado, el clima era fuerte, la lluvia caía a cántaros y el viento soplaba fuertes ráfagas que estremecían la nave. En uno de esos bruscos movimientos la nave se sacude antes de tocar tierra, despertando a Maya de golpe que estaba reclinada dormida en una butaca de la lujosa nave, sino fuera por los cinturones de seguridad hubiese caído dándose un golpe contra el piso de metal.
─¡Hemos aterrizado! ─dijo Kaled a sus pasajeros.
─¿Dónde estamos? ─preguntó Boro que estaba igualmente despertando.
─En la zona de desembarco industrial, es un lugar casi abandonado, está bajo el control de un conocido que tiene un cartel de contrabando.
─¿Es seguro? ─preguntó con suspicacia Boro.
─Esta zona está controlada por un viejo conocido, hablé con él mientras ustedes descansaban. Creo que es seguro el lugar.
La nave termina de aterrizar y es llevada por unos remolcadores a esconderse dentro de un galpón que hacía de un improvisado hangar, el olor a óxido, aceite quemado y combustible impregnaba el lugar. La compuerta de la nave se abre y cuando el trío sale al umbral, tres vehículos deslizadores y unos 5 hombres les esperan afuera, tenía aspecto de pocos amigos, altos y con unos exagerados uniformes ezrahim que rayaban en la ridiculez, eran del tipo que usaban los empleados de los mafiosos locales de poca monta.
Entre ellos, destacaba uno que difería un poco de los demás, era de la misma casta ezrahim, parecía ser el jefe, de tez oscura bronceada, unos gruesos bigotes negros, de edad, unos cincuenta y tantos, vestido con colores algo llamativos, pantalón crema brillante, un camisón largo casi hasta las rodillas de manga corta dejaba ver su pecho, que adornaba con un gran collar de oro, sus manos tenía anillos en todos los dedos que relucían pese a ser de noche, el cabello negro largo que mostraba canas pintadas para disimular la edad pero que inmediatamente se tapó con un gorro de color rojo brillante, parecido al estilo turbante pequeño del tipo «pagh», que dejaba caer una leve cinta como una cola por delante de su camisón. En su vehículo sonaba música, y había un par de jovencitas de apariencia menor a la edad de Maya que murmuraban, reían y tomaban licor, vestidas de fiesta, les espera otros dos vehículos deslizadores obviamente eran la escolta. Kaled le dice a Boro que preparen las armas de mano que Maya arrebató a los soldados, por si algo se complica, y que deje que él hable con ellos en todo y no intervenga, Boro desconfiado se pone en alerta.
─Capitán Kaled Vashir, tiempo sin verte querido amigo. ─dijo el hombre con un marcado acento extranjero zenobiano que ante el idioma frondano sonaba algo chistoso ya que soltaba pausados siseo al final de cada palabra.
─Jair Refa, igual, ha pasado algo de tiempo, veo que tu vida ha mejorado mucho.
─No exageres Kaled, negocio no ha ido muy bien estos últimos años, desde que iros a Fronda, pero hacemos lo que podemos, te ves viejo, cuéntame como os ha ido, dijeron que tenías excelente trabajos de pilotos de pruebas.
─Bueno, si, estuve algo atareado.
─Volabas para Arnuk Groi, pero cuentan que desde que murió, cosas difíciles las últimas horas allá en capital Frondas.
─Algo así Jair. Las cosas no están bien allá ahora ─respondió Kaled.
─¡Supongo!, sabes que, eres loco o ser caradura, para que vengas aquí a presentar tu asqueroso rostro y no te recuerdes de cierta deuda que dejaste pendiente conmigo. –reclamó con cara de molestia Jair Refa. El acento ya no sonaba tan chistoso.
Kaled cambia el rostro y pone una mirada seria. Aprieta su arma en su bolsillo de la chaqueta preparado para la acción.
─Ya estábamos pago Jair. ─responde el capitán.
─Bueno, sí, eso fue hace tiempo, no vale pena recordar eso, cosas del pasado son, ¡olvidado!, prefiero ver que estás bien, buenos pilotos como tú no se consiguen estos días, cuando contactaros conmigo por radio, tuve que pellizcarme para saber que no eran sueños. Ya olvidé pasado, vamos me complace tenerte de vuelta, ¿sabes que necesito pilotos experimentados como tú?
─Sí podríamos hablar de eso más adelante, ya que me quedé sin trabajo.
─Pues vienes buen momentos para mí, querido amigo. Pero por favor darme un abrazos ¿con quién vienes? —expresó el hombre con su gracioso acento zenobiano.
Los hombres intercambian el abrazo que parecía más un abrazo lleno de falso formalismo y con sonrisas algo hipócritas. Pero se siente que la tensión en el ambiente disminuye.
─Son unos amigos, necesitan donde pasar la noche, ¿puedes ayudarnos?
El hombre se queda mirando fijamente a los dos pasajeros, Boro observa de reojo y Maya cubierta la cabeza con una capucha de su chaqueta, dificultaba que se viera su cara en la noche, un poco cabizbaja mira para todas partes algo nerviosa.
─¡Pues claro que sí! Vamos todos, es cerca de aquí. Aborden vehículos, es tarde, a pesar que es de madrugada pero hay comida, último que pude traer con negocio. ¡Vamos!, mañana hablaremos que necesitas y recordar viejos tiempos. Por favor entregar armas, no necesitar armas en mis casas.