─¡Su Alteza!, llegaremos a las minas en unos 15 minutos ─dijo la voz de Uziel por unos parlantes desde la cabina de mando de la lujosa nave de transportes de pasajeros, propiedad del Conde Amasías, que volaba en medio de una fuerte ventisca y nubarrones llenos de granizo y una espesa neblina, Vhalir solo confiaba en la habilidad de Uziel Ahías, un referente en la flota aleshiana.
─Aún no veo la necesidad de este viaje su Alteza. ─El Conde Amasías le insistía a Vhalir desde la noche anterior─. Anoche te expliqué a detalles todas las necesidades de los trabajadores, ellos necesitan atención, he enviado todos sus requerimientos a Aleshia, y no sé como te verán ya que todos los informes son aparentemente ignorados en Tzargaria.
─Te entiendo Conde, pero al menos quiero que ellos me vean y sepan que la Corona está aquí presente conociendo sus problemas y necesidades, yo me avocaré a las mejoras de la situación de los colonos mineros ante los visiratos de economía del reino ─resolvió el Príncipe.
─Te pueden tratar mal, hablan muy mal de nosotros aquí.
─Para eso he venido, si no me ven ¿Cómo conoceré la problemática que tienen y sus necesidades?
Maya observaba por la ventanilla, casi sin prestar mucha atención a lo que conversaba la pareja de gobernantes, veía blancas cumbres de las montañas cubiertas de resplandecientes nieves y glaciares, y más abajo se veían los negros páramos desolados de la geografía khalariana, recordaba cuando hizo su trabajo de investigación hace unos años en el sector frondano, el ambiente no distaba mucho de lo que ella había visto «todo es similar aquí, tan hermoso y tan mortal» pensó.
La nave llega a la base de operaciones, y se ubica sobre una pista de descenso donde se preparaba a aterrizar. Una vez fuera de la nave en medio de la ventisca el principe observa los diversos edificios de la mina y las procesadoras y le pregunta al conde:
─Amasías, en este complejo minero, ¿qué se produce en sí?
El conde revisa su agenda electrónica que golpea porque le afecta el intenso frío y le dice a Vhalir:
─Alteza, esta es una refinería y acopio de diversos recursos, tenemos una mina que surte de carbón mineral, otra se extrae aluminio, y en otra es el oro, esta base procesa diversos recursos para luego ser transportada a la ciudad base y de ahí a seguir el proceso de comercio interplanetario.
Se abre una compuerta de un inmenso galpón, entra Amasías, seguido por Vhalir y Maya, seguido por la custodia militar les esperan dos personas, una mujer de edad mayor llamada Abigail Neka, quien era una tejnik administradora de la explotación, el otro, un hombre cincuentón de la casta ezrahim, llamado Aod Morand, quien ejercía como capataz de unas de las minas más lejanas. Después de hacer las respectivas presentaciones, Maya es presentada como asesora científica del príncipe y su prometida.
─Príncipe Vhalir, Conde Amasías, Doctora Maya, nos complace su visita, perdonen, pero su repentina llegada y el trabajo no dio tiempo para preparar el lugar para su visita con honores.
─No se preocupe Abigail, era necesario que llegara de sorpresa, quería al menos visitar una de las minas, no estaba en la agenda, pero necesito conversar con los trabajadores de forma directa ─contestó mientras caminaba sin inmutarse, algo indiferente y poco desinteresado en los saludos de la gente.
─Alteza, los trabajadores son personas muy difíciles de tratar, pero dan el todo por el todo por la producción..., y sus ganancias.
Vhalir mientras camina por el gran complejo minero, nota que está bajo un gigantesco techo protector, el mismo protegería un poco al complejo de las severas condiciones externas.
─¿Cómo son las condiciones del terreno por aquí? ─preguntó el Príncipe.
─Se están detectando muchos temblores, hay peligros de derrumbe, pero este lugar es donde están los mejores yacimientos Alteza. ─respondió Abigail.
─¿Y la seguridad de los trabajadores, no se ha tomado en cuenta? ─preguntó con malicia.
─Si Alteza, tenemos las medidas de seguridad, los accidentes han bajado notablemente en comparación con años anteriores.
─¿Qué? ¿Todavía siguen sufriendo accidentes mortales? ─interrogó con severidad el noble.
─Debe comprender Alteza Real, que estamos tratando de tomar las medidas correspondientes, las ganancias se han incrementado y muchos ezrahim se niegan a paralizar las obras, muchos tienen deudas y compromisos, deben enviar a sus familias y toman el riesgo que sale de nuestras manos.
─Abigail, me dice usted que hay trabajo, pero usted no ha mejorado las condiciones laborales, es lo que entiendo.
─No se moleste conmigo Alteza, hemos enviado las peticiones de mejoras a su Excelencia el Conde Amasías y me consta que él las envía a Tzargaria, pero no tenemos respuesta o envían muy pocos recursos de mejoras ─excusó la administradora.
─¡Maya, anota todo esto!, cuando vuelva a Nol"Har, agenda una visita a los visires encargados de las colonias y de economía, esta situación debo aclararla. ─El Príncipe sentía que iba a tener una reunión no muy grata con los trabajadores de las minas.
─¿Y como está la asistencia médica? ─Volvió a preguntar Vhalir para evaluar a la administradora del complejo.
─Funciona con lo básico, las empresas tienen poco interés en venir a este remoto lugar.
─¿Y el maná?
En eso Amasías lo interrumpe.
─Alteza, si bien envían maná para acá, es muy poco el que llega, solo lo que se consume es administrado en la ciudad base, se resguarda una pequeña parte para casos especiales de atención médica prioritaria.
Maya al escuchar estas palabras dice:
─Pero debería llegar a todos sin igual, es necesario para que prevengan enfermedades y si hay alguna deficiencia congénita puedan tratarse y curarse más rápido respondiendo al tratamiento médico que les indiquen.
─Estamos consciente de ello, Doctora, pero, lo que se envía desde Aleshia no es suficiente, hacemos lo que podemos ─lamentó Amasías.