─Sean bienvenidos al último día de la jornada, de ¡Las Ferias de Sangre! ─anunció con emoción el animador por medio del sistema de sonido retumbando su profunda voz por todas las cornetas y parlantes distribuidos en el Coliseo.
─Esto es algo patético ─susurro Maya a Vhalir quien estaba sentada a su lado visiblemente molesta, aunque para ello debía vestir de forma elegante.
Maya había escogido una túnica morada con bordes negros y no quiso cubrir su cabeza con ninguna manta smagh, sino que se la puso colgando de su cuello, mostrando suelta su larga cabellera negra a medio recoger con una elegante peineta.
De igual forma andaban las otras dos nobles, Alina y Shauri, con sus ropas largas pero sin cubrir sus cabezas. La mayoría de mujeres que estaban en el lugar, andaban con las cabezas cubiertas, algunas no mostraban sus rostros, y otras con la cabeza a medio cubrir, como dictaba la tradición aleshiana. Era evidente que Maya quería romper el estereotipo para evidenciar su molestia.
La música se hace notar en el ambiente, ya que comenzarían los actos de «clausura» con actos militares, y le seguían cantos de diversos actores locales que declamaban, otros eran comediantes que imitaban o bien, parodiaban las sentencias de muertes, y la risa del público llenaba el lugar, y en otros, se burlaban o pitaban a los actores.
En la tribuna central la presidía Vhalir con Maya a su derecha, seguida de Alina y Shauri. A la izquierda, estaba el Conde Josías, y le seguía Ismail quien le susurra al conde local:
─La frondana accedió a venir, vaya que no me lo esperaba.
─¿Acaso planificaste algo contra ella, amigo?
─¿Cómo crees?, con mi sobrino algo molesto, no. Pero, ella es extranjera, y mira que vino con la cabeza descubierta a este acto público, eso no es bueno que lo haga, contradice nuestras tradiciones, pero no seré yo quien se lo diga.
─¿Insinúas que sea yo?
─No lo sé.
Ismail, obviamente ya había también sobornado a gente del público para molestar aún más a Maya en el primer momento que pudiese hacerlo, tenía a sus alborotadores de oficio distribuidos en medio del público, incluso, el animador, había recibido un soborno para incomodar a la nueva Baronesa. Los actos de los comediantes finalmente están terminando y se retiran del lugar, dejando solo el imponente patíbulo que era una gran armazón de hierro y aluminio, con sus cuatro mástiles de bronce muy pulido alistados para colgar a los sentenciados a muerte.
─Habitantes de Raz Al" Nar ─inició el animador su discurso─, damos inicio a el último acto de estas ferias, la ejecución de las sentencias a los condenados a muertes por delito a la Corona y al pueblo de Aleshia y sobretodo contra la ciudad de Raz Al"Nar dirigida por nuestro Conde Josías.
El repicar de tambores comienza y un silencio se hace sentir en todo el coliseo, una portezuela se abre y sale un policía militar de la casta tzaring, fornido, corpulento y cara de pocos amigos; tirando unas cadenas y detrás de ellos cuatro moribundos hombres esposados de pies y manos, llevando grilletes en sus cuellos donde iban las cadenas que los dirigían en dirección al patíbulo.
─¡Mueran malditos! ─gritaba la población enardecida en el lugar, las burlas y muecas del público se hacían sonar resultando un ruido ensordecedor hasta que son colocados en los diversos cadalsos donde le tocaba a cada condenado.
Un oficial de un juzgado toma el micrófono y se dirige al público:
─Condenado numero uno, su nombre es Nadab Kiriat, se le acusa de robo a mano armada, violación, asalto y pillaje en alta mar.
El hombre era alto, moreno, con el cabello largo y descuidado, lleno de cicatrices y con la cara de amargura mirando con rabia a todos.
─¡Que muera! ─la gente volvía a gritar.
─Condenado numero dos, responde al nombre de Abiud Mareni, se le acusa de complicidad de pillaje y actos de piratería con el prisionero numero uno.
La gente pitaba, y trataban de lanzar objetos a los penados, pero estaban a una distancia segura a este hombre que no distaba mucho del otro, era gordo, calvo con la cabeza redonda, que hacía brillar la luz del día, la cara llena de resentimiento contra todos.
─Condenado numero tres, responde al nombre de Seir Heber, se le acusa de delitos de piratería y delitos sexuales contra mujeres y niños en sus actos de piratería, y de complicidad con los otros dos condenados.
El hombre es colocado en el lugar, su cara de desquiciado sexual era evidente, le hacía muecas obscenas a toda mujer que ve, en eso él puede ver a Maya a lo lejos y le hace una mueca con la lengua de forma obscena a Maya y al resto de las mujeres de la realeza.
─¿Vhalir, tengo que soportar esto?. ─dijo Maya de nuevo molesta.
─¿Vea Excelencia, que por ello son justas estas condenas? ─le dijo desde lejos el Conde Josías─ estamos limpiando la basura de la gente.
─Conde, yo solo digo que puede hacerse en privado, ese hombre sabe que va a morir y aun así de forma retorcida se burla de todos y aclama ser mirado y observado ─responde Maya desde su puesto.
Alina le dice:
─También creo que ha tenido un orgasmo sexual observándonos.
─Cálmense señoritas, y Conde ─interrumpe Vhalir─, ya va a terminar.
─Prisionero numero cuatro, que responde al nombre de Guni Silem, Este es el peor de todos, capitán del barco pirata, parte de una red de piratas que azotan al Mar Angosto, su captura y sentencia no elimina el problema, pero lo disminuye.
En eso se abre una gigantesca pantalla holográfica y muestra los delitos de cada hombre sentenciado que fueron grabados en un barco del cual cometían sus fechorías. El oficial del juzgado dice al público.
─Hay evidencias en su contra, como vídeos, grabaciones, testimonios, y enfrenamiento contra la autoridad, evidencia sustraída e incautada por sus actos de pillaje. El resultado según determinación del juzgado: Culpables, y deberán ser colgados por el cuello hasta que mueran.