En alguna parte del Mar Angosto entre Aleshia, Fronda y Zenobia.
–¡Capitán en el puente!
–Informe de situación, segundo.
–Capitán Satya, vientos favorables, mar tranquilo, llegaremos a Raz Al"Nar en dos días como está previsto, señor.
–Bien, tome un descanso, ahora me haré cargo. Dígale al cocinero que no me envió mi taza de té matutino al puente.
–Lo haré capitán.
El capitán Satya, un viejo zorro de mar, capitaneaba un pequeño carguero zenobiano en dirección a los puertos de Raz Al"Nar, en Aleshia, cargado con productos agrícolas propios de Zenobia, telas para confección, ya que los aleshianos eran grandes consumidores de la manufactura zenobiana que era de buena calidad.
–¿Será el último viaje, Capitán Satya?
–¡Señor Kerrás!, su clásico acento de Kerkat no esperaba escucharlo y verlo tan temprano, ¿ya desayunó?
–Su acento capitalino de Markesh no dista mucho del nuestro Capitán, solo estoy comiendo este bocadillo, pensé en traerlo en varios pedazos para compartir.
–Está prohibido comer en puente, señor Kerrás, pero como usted es un cliente conocido de la Confederación de Comercio del puerto le pasaré por alto esta norma –respondió con una broma el capitán Satya a su amigo y cliente aceptándole el bocadillo.
–Aún no responde la pregunta querido amigo.
–No lo sé, el mar es mi vida, pero me están proponiendo integrar la presidencia de la Cámara de Marina Mercante y Comercio, dicen que soy la persona más idónea para el cargo, y el único que creen que puede tratar el problema de piratería.
–Se ha tenido mucha pérdida por piratería frondana en estas aguas Capitán. Me imagino, que usted al frente de ese sector, todo mejoraría. Usted cuando formaba parte de las marina tzaring zenobiana fue un capitán muy respetado –indicó el pasajero.
–Solo son habladurías, eso fue pasado, la casta tzaring está muy relegada, todos nos vemos forzados a retirarnos, pocos barcos, pocas naves aéreas, y ya no tengo fuerza para irme a probar suerte en Khalaris.
–Pues mire, ya por su edad debes servir mejor como político, así que mejor opte por el cargo.
–La política no es lo mío señor Kerrás, prefiero estar en mi retiro probando suerte como agricultor o minero. Ya compré una pequeña tierra cerca de Nogrok, hay unas minas de maná muy cercanas, que necesitan tener un proveedor de cítricos en el mercado local.
–Capitán Satya, y usted al comprar la propiedad pagó las primas de las aseguradoras.
–¿Esos carroñeros? no les confiaría mi vida. Son unos usureros.
–Bueno tienes razón amigo Satya, lástima que en los fletes marinos corremos riesgos de piratería, afortunadamente la carga montada aquí está cubierta por la póliza.
–Es lo común señor Kerrás, pero al que no tiene los recursos, si los atacan los piratas, los comerciantes quedan en la ruina, y eso afecta el negocio de fletes.
–¡Entiendo, pero por eso usted amigo mío se debe lanzar, sin embargo te vuelvo a preguntar, ¿este es tu último viaje viejo amigo?
–¡En verdad!, –Se queda callado un momento y dice–: Veamos qué pasa, entregaremos la carga, y volveremos a Markesh, nos metemos en una taberna que conozco y cuando me termine mi cuarta botella, decidiré si me lanzo o no a la política o me voy a cultivar cítricos.
–Capitán Satya, cuando cobre a los aleshianos la carga, yo brindaré a todos aquí, las botellas de un buen licor, es más compraremos un tal vino de sarbara que venden en Aleshia. Dicen que es muy bueno, es solo para los reyes.
Se comienzan a escuchar carcajadas en el puente, pero no habían terminado de reír cuando el encargado del radar, observa algo inusual que alerta al capitán Satya.
–Capitán, tres barcos a estribor a las cinco en punto.
Satya voltea rápidamente y le dice a su marino.
–¿Barcos?, donde están mis visores, saldré a ver que son. Acompáñeme señor Kerrás, vayamos afuera a ver quién viene.
El capitán con su amigo el comerciante Kerrás van hasta una cubierta y miran con sus visores.
–Son naves militares señor Kerrás.
–Pues yo solo veo barcos similares hacia nuestra dirección.
En eso sale el operador de radio llamando al capitán.
–¡Capitán, quieren hablar con usted!
Satya entra rápidamente al puente y agarra la radio.
–Este es el carguero Nerim, soy el capitán Satya Gupta, ¡identifíquese!
En eso se escucha la voz áspera de un hombre por la radio.
–¿Capitán Satya?, le habla el capitán Hilan, somos la marina tzaring de Fronda, detengan sus motores y prepárense para ser abordados para una inspección.
–Capitán Hilan, ¿bajo qué motivo la inspección? Estas aguas son neutrales y están fuera de jurisdicción frondana.
–Capitán Satya, nuestros registros indican que ustedes entraron a mar frondano, y por eso no pagaron un impuesto, que se cobra para entrar y salir a barcos extranjeros.
–Debe haber un gran error, nosotros salimos de Markesh en Zenobia y bordeamos las costas zenobianas, no hemos siquiera salido de ahí para entrar en mar frondano, revisen bien sus registros Capitán Hilan.
–¿Acaso usted insiste que estamos mintiendo? –señaló molesto el capitán frondano–, tenemos el registro y por ello necesitan ser revisados. Así que les pido amablemente y por segunda y última vez, ¡apaguen sus motores y preparen para ser abordados! No tienen oportunidad de escapatoria, repito, ¡no tienen oportunidad de escapatoria! –agregó la voz del militar frondano.
Pero el capitán Satya mira a su personal y les pregunta:
–¿Acaso ustedes anoche entraron a mar frondano?
–No Capitán, puede revisar la bitácora –respondió un grumete.
–Pues paren los motores, esperemos que lleguen y aclaremos esto de una vez, no son piratas, son militares frondanos –agregó y agarrando el radio dijo:
–Marina frondana, les esperamos, vengan rápido, tengo una carga que entregar pronto.