Un kohanita de cierta edad muy adulta pero no con la edad como para ser confundido con un anciano es conducido esposado a la fuerza por guardias revolucionarios koralianos ante el despacho de Ramiz.
─¡Bienvenido Kohan Superior Bilaam!, es muy grato tenerle de nuevo por aquí, ¡tome asiento! ─invitó el dictador con su mano señalando cortésmente una silla de visita.
El Kohan Superior Bilaam era el máximo representante de la casta kohanita en Koralia, uno de los guardias le quita las esposas y el prelado se soba sus muñecas para aliviar las molestias causadas por los metales que lo retenían y luego mirando con molestia a Ramiz, se quita su abrigo y uno de los guardias le toma el mismo.
Ramiz ordena que lo dejen solo con el viejo religioso,
─Salgan todos, él no es una amenaza para mí, de hecho en los siete preceptos religiosos, está el no matarás ¿Cierto Kohan Superior?
Bilaam aún con su mirada molesta se queda callado en silencio, los guardias salen del lugar y el religioso finalmente toma asiento ante la mirada fría de Ramiz.
─Le corrijo, dice es: «No Asesinarás», hay una diferencia entre las dos palabras, aunque están relacionadas, son acciones diferentes. Para haberme mandado a llamar no hacía falta que me trajeran de forma obligada Señor Presidente. Solo me hubiese avisado con algo de premura y yo mismo hubiese venido ante usted sin ningún problema por mis propios medios.
─A veces Eminencia, debo asegurarme que mi llamado sea atendido de forma inmediata, disculpe a mis guardias, espero que no se hayan excedido en sus funciones, cosa que de antemano pido la más humilde disculpa ─Ramiz suelta un tono de cierta ironía y hace una reverencia bajando levemente su cabeza en señal de un fingido respeto─, pero mis soldados buscan hacer bien su trabajo.
─Mas dolor de lo que la mayoría de los tzaring a su servicio le han ocasionado al pueblo koraliano no creo que me hayan hecho sus soldados, señor Presidente, en tal caso, soy más un humilde religioso que busca tratar de confortar las penurias que padece el pueblo de Koralia por las erradas políticas de su nefasto gobierno, señor Presidente ─señaló con seria ironía el kohanita.
─¡Penurias!, he escuchado esa palabra solo de disidentes ─exclamó riendo entre dientes y con cierto tono de burla el dictador─, al parecer el tiempo de estadía que lo mandé a usted en la cárcel en la fría ciudad de Kranoria no fue suficiente para enfriar su discurso subido de temperatura de desobediencia al Estado Koraliano dirigido por mí. Pero le recuerdo que ese incidente de su breve estadía fue suspendido gracias a mi condescendencia en aras de la buena voluntad de mi gobierno para con todos los ciudadanos de Koralia, entre ellos a ustedes: los kohanitas. Eso debo recordar que había oposición en mi gabinete para soltarle tan rápido, la verdad yo soy un muro de contención entre los más extremistas revolucionarios y yo hacia con ustedes Eminencia –advirtió el tirano.
─En verdad Señor Presidente, ─respondió con serenidad el prelado─ el frío de la prisión no es mi mayor preocupación, podría volver allá, si yo muero ahí, es la voluntad de la Deidad Única y Sagrada, si usted al menos leyera un poco sobre las enseñanzas de nuestro credo podría ser alguien que podría usar su poder en beneficio real de la gente que lo apoyaría y apreciaría si solo usted...
─¡Si usted muere ahí! —interrumpió Ramiz—, es mi voluntad ¡Deidad Única y Sagrada!, son solo patrañas, crecí en una región en medio de Koralia, viví y conocí muchas cosas, aprendí por mi propia experiencia sobre las cosas creadas y tuve un maestro que me enseñó sobre el bien y el mal, tanto así que lo que he aprendido con él me ha permitido llegar hasta donde acá. Seguro estoy que la Deidad Única y Sagrada me tiene algo más para mí en el futuro. Y sobre eso lo he querido llamar Kohan Superior.
─Vaya que singular maestro habrá tenido usted que le haya enseñado esas cosas de forma retorcida sobre el bien y el mal.
─Escuche Bilaam, el bien y el mal es algo abstracto, lo que puede ser mal para usted para mi puede ser el bien o al revés y necesariamente no será lo mismo para otro, depende del punto de vista como lo vea o como lo interprete, como las leyes del Estado que se supone que la gente debe someterse a ellas.
─¡Leyes injustas! ─interrumpió el prelado─, si usted fuese un poco más condescendiente con el pueblo que está pasando penurias por una mano de hierro injusta...
─El pueblo me quiere tal como soy Bilaam ─contestó con tono alto Ramiz─, yo soy el sistema que ellos necesitan, no hay otra forma de gobernar que la que yo ejerzo porque salvé a Koralia de la penuria de gobiernos corruptos del pasado —resaltó con firmeza apretando un puño con su mano izquierda levantada sonando el cuero de su guante a medida que cerraba su puño como tratando de intimidar al jefe religioso.
─Solo usted Ramiz cree que está haciendo las cosas bien pero estas cuatro paredes y el lujo de este palacio o búnker como lo ha vuelto, le ha cegado la visión, insisto en que su gobierno es injusto Señor debería salir algún momento disfrazado a la calle sin guardias, sin escolta y con una apariencia distinta, se daría de cuenta de las penurias de primera mano.
─Es su opinión, y parte de la propaganda que años atrás influenciaba las malas ideas retorcidas de libertad que tienen en Zenobia, los muy señores nobles de Aleshia y ese sistema liberal económico que tenían en Fronda, propaganda que hemos bloqueado con eficiencia, para ello, implantamos políticas que alejan al pueblo de esas cosas aberrantes de los estilos de vidas corruptos de esas naciones, hemos logrado que los frondanos cambien de sistema. Nuestras leyes no serán perfectas, sin embargo permiten el desarrollo de nuestra revolución, dando un gran giro en el avance de Koralia. ¿Y no dice su credo en los siete preceptos que se deben establecer cortes de justicia?, pues aquí se ha puesto orden por medio de nuestras legislaciones y cortes de forma institucional reemplazando al viejo sistema corrupto que antes imperaba, ¿debo recordarlo de nuevo?