Crónicas: Un Viaje Dimensional

CAPÍTULO 8: RENCUENTRO, NUEVA ESPERNZA

—¿Cuánto queda? estoy cansada, y ya no quiero seguir.

—Ya falta poco, solo pasaremos estas colinas y llegaremos —le respondió el anciano.

Naythiry no había parado de quejarse durante todo ese día, la emoción que la embargaba por escapar, después de cabalgar durante dos noches y casi tres días sin parar, había logrado que su buen humor se esfumara, dejando solo su mal genio y sus desesperantes reclamos. Al principio el lado positivo de eso era que al desquitarse con el anciano me producían un entretenimiento divertido, pero al pasar las horas se estaba volviendo desquiciante, sabía que estar en el caballo por tanto tiempo era molesto, el quejarse tantas veces y a cada rato no ayudaba, pero en medio del desierto no era prudente detenernos, ya se debió dar la alarma sobre lo que pasó esa noche y la muerte de Maximus Lodos traería una incesante persecución por nuestras cabezas.

La única manera de tenerla callada era cuando comía o tomaba agua, pero no podíamos abusar de ese recurso tan limitado que teníamos, el anciano había dicho que tardaríamos por lo menos cinco días en salir del desierto, aunque yo calculaba que sería menos tiempo, ya que no habíamos parado a descansar en ningún momento, el único problema que me tenía pesaroso era que los caballos necesitaban descansar. No era un experto en caballos, pero caminar tres días bajo el sol no era tarea simple, y los descansos que tomábamos era cuando nos bajábamos de ellos y caminábamos a su lado.

—Siempre dice eso: pasando esas colinas, pasando esas colinas; y cuando pasamos esas colinas, ¡sorpresa! El desierto sigue, y tenemos que pasar otras colinas.

—Hace demasiado tiempo que no paso por estos lares —le respondió el anciano en un suspiro.

—Entonces no sabes dónde estamos. —Se siguió quejando. El anciano volteaba a verme en busca de apoyo, pero yo no le hacía caso, incluso me hacía el que miraba en otra dirección. En una de esas veces cuando volteé vi a lo lejos una nube de polvo, entrecerré los ojos por un momento para estar seguro de que no era una ilusión, pero no había dudas, esa polvareda significaba caballos a toda carrera, nos estaban persiguiendo.

—¡Nos persiguen! —grité dando un golpe a los costados de mi caballo emprendiendo la carrera, Naythiry y el anciano no tardaron en reaccionar apresurando sus caballos detrás de mí, era consiente que después de todo el esfuerzo que habían hecho estas pobres criaturas hasta ahora, exigirles de este modo acabaría matándolos, pero no tenía alternativa, lo único que me quedaba era esperar que aguantaran lo suficiente para ocultarnos en las colinas y que no fueran muchos los perseguidores.

—¡Es peligroso avanzar así! —me gritó el anciano.

Estaba consciente del peligro para los animales, pero consideraba que podríamos despistar a nuestros perseguidores si llegábamos a la colina rocosa de la que hablaba el anciano o al menos tener a favor el terreno para un combate, «si peleo uno contra uno podré enfrentar a cuantos sean, pero si nos agarran antes de llegar a las colinas no creo que pueda contra todos juntos teniendo que defender al anciano y a Naythiry»,  pensaba al tiempo que miraba hacia la polvorera que se hacía más grande, apresuré a mi caballo, colocando la mano a un costado de su cuello sintiendo como su pulso se desbocaba, tenía la esperanza de que los caballos de quienes nos perseguían estuvieran incluso más cansados que los nuestros, por la forma como los estaban exigiendo, eso me daba la esperanza de que esos animales colapsaran antes que los nuestros, lo que nos daría una ventaja para poder escapar, siempre y cuando los nuestros no desfallecieran.

El viento sopló con fuerza levantando la arena a nuestro lado, el silbido del aire cortado por nosotros sonó como un rugido a la distancia; tuve que bajar la mirada por un momento para evitar el viento lleno de arena.

—¡Ahí se encuentran las colinas rocosas! —gritó el anciano cuando el viento disminuyó.

Miré hacia adelante con entusiasmo, en medio de unas rocas había un camino por donde podrían pasar los caballos, pero tendríamos que pasar a pie, volteé a ver dónde se encontraban nuestros perseguidores, si se mantenían algo alejados no verían por donde nos escabullimos, eso nos daría una ventaja.

—Desmonten y síganme —ordené bajando del caballo, teníamos que aprovechar el momento en que la nube de polvo bloqueaba la vista de nuestros perseguidores. Los caballos se apresuraron a pasar por entre las piedras, empujándose entre ellos, como si se hubieran contagiado del temor que sentíamos nosotros, el anciano jaló a Naythiry al tiempo que yo la empujaba con suavidad por la espalda. —Anciano, no dejes que los caballos se escapen —demandé mientras me asomaba con cautela entre las rocas, buscando a nuestros perseguidores.

—¿De verdad nos estaban persiguiendo? —me preguntó Naythiry

—No lo sé con certeza, pero es mejor prevenir.

No dijo nada más y bajó con cautela para reunirse con el anciano. Ya más calmado al estar en una zona más segura me puse a meditar en lo que dijo Naythiry; a lo mejor estaba volviéndome paranoico y no nos estaban persiguiendo, pero no quería arriesgarme. Ocultos en ese lugar estaríamos a salvo; incluso si se dieran cuenta que estábamos ahí; el acceso era muy angosto para que pasara más de una persona, si peleaba de uno contra uno podría ganarles a todos los perseguidores. Volteé a ver los caballos que se movían con inquietud tratando de alejarse de una grieta entre las rocas.




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