Cabalgamos todo el día por el desierto, aunque nadie decía nada, se notaba que nos sentíamos nerviosos, era la primera vez que entraríamos a una ciudad, por así decirlo. Naythiry era la más nerviosa y no dejaba de acomodar sus dagas, esa noche fue muy tranquila, no encendimos la fogata para no llamar la atención, las reservas de agua y comida alcanzaron los días de viaje, la última noche acampamos fuera de la ciudad, para poder entrar en ella durante el día.
Al acercarnos vimos que había varios puestos de comerciantes en la entrada, a pesar de que era muy temprano cuando llegamos, todos ofrecían sus productos como si fueran maravillas, Naythiry era la más emocionada al ver todo lo que le mostraban. Miguel y yo manteníamos la compostura y estábamos alerta por cualquier eventualidad. Al llegar a la entrada unos guardias se nos acercaron y preguntaron cuál era el motivo de nuestra visita, a la cual Naythiry respondió muy animada que era para conocer esa hermosa ciudad. Los guardias sonrieron al verla tan animada y escuchar la inocencia de sus palabras, nos dejaron pasar dándonos recomendaciones de los lugares más llamativos, como la plaza y el mirador del puerto, ella asintió muy animada prometiéndoles que no se lo perdería.
La ciudad estaba rodeada de una gran muralla gruesa, con bastantes militares patrullándola, avanzamos viendo casas y posadas, gente que nos ofrecía casa para nosotros y para nuestros caballos, todos se portaban de forma muy amigable, todos querían que entráramos en sus puestos. Caminamos por una calle, la ciudad era enorme y había cantidad de gente, cuanto más entrabamos en la ciudad más cambiaban las expresiones de las personas, ya no había tantos establecimientos, eran cada vez más casas, Naythiry iba por delante de nosotros mirando todo y diciéndonos que lo miráramos, como una niña en una dulcería, quería probarse o tocar todo, corriendo de un lado a otro, saludaba y conversaba con las personas del lugar mientras nosotros solo la vigilábamos.
Dejamos que Naythiry nos guiara y llegamos a una plaza, era enorme, tenían un templo imponente en un lado y al otro un coliseo, al frente del templo había como una pequeña fortaleza donde había cuatro guardias parados en la puerta, ese debería ser el cuartel. Las casas de los alrededores eran pequeñas y comunes, casi todas eran de dos pisos, en el centro de la plaza había una estatua de bronce de una persona, Naythiry preguntó quién era, y le respondieron que era el héroe de la ciudad, que gracias a él ganaron la última guerra contra los guardianes hace muchísimos años. El señor le conto la historia mientras Miguel y yo mirábamos el coliseo, sin prestar atención a lo que conversaba Naythiry.
Después de unos minutos la gente empezó a gritar vitoreando nombres y arengas muy animadas. Las personas se iban acomodando alrededor de la calle hasta que aparecieron unas carrozas llevando gladiadores que animaban a la multitud más aún.
—¿Quiénes son? —le preguntó Naythiry al señor, que se había acercado a nuestro lado para ver mejor.
—Ellos, mi lady, son los campeones de la ciudad de roca, unos monstruos colosales que vienen al torneo de la unión, que este año se conmemora en esta ciudad. Es un evento muy espectacular si le gusta la sangre —dijo riendo bajo—. Ellos campeonaron el año pasado, y nada menos que en la ciudad de los guardianes del bosque, nuestros aliados —explicó mientras aplaudía con entusiasmo—. Si usted quiere puede quedarse en mi posada, y le podría conseguir unos boletos para usted y sus guardias —ofreció sonriendo mientras sobaba sus manos, Naythiry volteó a verme, emocionada por la oferta que el señor había hecho, pero su expresión cambió cuando negué con la cabeza.
—Le agradezco su oferta, pero estamos bien, seguiremos caminando —le dijo sonriendo gentilmente mientras avanzaba delante de nosotros.
—A lo mejor Jesús está ahí —señalé con la mirada a los campeones que bajaban de las carrosas—. Él siempre ha sido el más grande de nosotros. —Le dimos la vuelta a la plaza, tratando de encontrar alguno que se pareciera a Jesús, hasta que a unas calles aledañas escuchamos gritar a una mujer pidiendo ayuda, Miguel sin pensarlo bajó del caballo y corrió hacia los gritos.
—¡Miguel no! —lo llamé, pero fue en vano— ¡Maldición!, Naythiry cuida los caballos —ordené mientras saltaba del mío y corría detrás de él, esquivando a la gente que seguía caminando sin importarle los gritos, cuando vi a Miguel entrando a un callejón que habíamos pasado con anterioridad.
Cuando llegué a la entrada Miguel estaba golpeando a un sujeto lanzándolo contra la pared, había otro tirado en el suelo inconsciente y al fondo una mujer con las ropas rotas se arrastraba a un rincón. En ese momento un sujeto salió de las sombras con una espada, con rapidez detuve su avance, quitándole la espada y haciéndolo caer.
—¡Alto ahí! —gritó una voz en la entrada del callejón, sorprendidos vimos dos militares con las armas en la mano.
—¡Ayuda! ¡ayuda! —gritó el sujeto que había golpeado, se arrastró hacia ellos—, estos dos bárbaros nos están golpeando —mintió en forma arrogante mientras el otro, que estaba peleando con Miguel, se lanzó al suelo pidiendo ayuda también.
—Intentaron violar a esa chica —le gritó Miguel acercándose hacia ellos. Le puse la mano en el hombro para evitar que hiciera nada más, el guardia que estaba adelante se acercó mirando a la chica en el suelo.
—Es una pordiosera —dijo de forma despectiva y escupiendo cerca de ella—, ustedes no tienen por qué intervenir en estos asuntos, si ven algo nos informan y nosotros veremos si es necesario intervenir.
#21456 en Fantasía
#29760 en Otros
#4126 en Aventura
aventura epica, aventura magia oscuridad guerra reinos, aventura y amistad
Editado: 02.08.2022