—Jared, despierta —Alonso sacudió con suavidad mi hombro—. Nos ordenaron quedarnos en ese cuarto. —Me condujo de la mano hasta una gran puerta de madera con incrustaciones de oro y plata. Dentro, el cuarto no tenía muchas cosas; lo principal era unas amplias sillas colocadas en filas unas tras otras, al fondo un taburete de mármol con adornos dorados. No había ventanas, en vez, había varios cuadros de personas dominando elementos.
Los ancestrales que nos escoltaban ofrecieron asiento con un ademán de sus manos. Yo solo asentí con la cabeza sin hacer caso a las conversaciones de los demás. Aún no podía asimilar toda la información que Naythiry nos había soltado cuando pasamos por el portal, «Soy un ancestral» repetí en mi mente recordando todo lo que había pasado...
Había quedado impresionado al verla. Su porte y tatuajes casi la hacían irreconocible, incluso el color de sus ojos había cambiado, ahora eran de un tono celeste, solo algunas facciones de su rostro se mantenían; como su sonrisa.
—No entiendo, ¿qué es lo que ha pasado? —pregunté cuando pude recobrar mi voz.
—Es muy largo de explicar, y no tenemos mucho tiempo, ya están subiendo por nosotros —contestó con calma—. Lo que puedo decirles ahora es que soy una ancestral; princesa de la facción real del conocimiento. Una de las tres facciones de esta ciudadela. —Dirigió su mirada a todos, pero al ver que nadie decía nada continuó—. Cuando Séfer vino a este lugar nos mintió; en especial a mí. Cuando nos traicionó quise detenerlo, así que tomé la decisión de seguirlo y matarlo.
—¿Por qué nos engañaste? —cuestionó Miguel.
—No quise engañarles. Mis recuerdos y mi verdadera forma fueron bloqueados por el portal —explicó señalándolo—. El portal por donde entramos tiene una escritura rúnica desde este lado: “protege tus recuerdos y mimetízate con tu entorno”. Lo que causó que yo cambiara mi apariencia y olvidara todo de este lugar.
—¿Y tú sabías eso? —preguntó Alonso.
—Sí, pero pensé que escribiendo un contra hechizo lo podría contrarrestar. Obvio no fue suficiente. Cuando pasé, ya no recordaba nada, lo único que mantuve presente fue que tenía que detener a Séfer.
—Lo que no entiendo es ¿Por qué te obsesionaste con detenerlo? —interrumpió Yorlieh—, sé que nos engañó y robó nuestro conocimiento, ¿pero por qué tenías que escapar para detenerlo?
—¿Cómo que por qué? Ella es la princesa de la facción del conocimiento, ese ser les robó a ellos, es lógico que tenía que hacer algo —interrumpió Mikel al ver que Naythiry se quedaba sin palabras.
—Esa es la función de los guardias, no de ella; además, debió esperar la orden de su padre —refutó Yorlieh
—Eso será tema de discusión para otro momento, ya no nos encontramos solos —avisó Alberto.
En ese momento apareció un grupo de ancestrales por unas gradas del acantilado, los que saludaron con una notoria reverencia a las princesas y nos ordenaron seguirlos.
…
—Ahora, ¿Qué vamos a hacer? —Christian me sacó de mis recuerdos tocándome el hombro—. No tenemos nada planeado para algo como esto.
—Busquemos algo de información y larguémonos de aquí —sugirió Alberto que estaba de pie a mi lado—. Si las cosas se complican, no tendremos forma de luchar contra ellos.
—¿Qué haremos con Naythiry ahora? —indagó Christian sin quitarme la vista de encima.
—Ella es una princesa. No vendrá con nosotros —enfatizó Alberto.
—Esa decisión la tomará ella —lo interrumpí—. No buscaremos pelea ni tampoco buscaremos irnos. Nos quedaremos y averiguaremos todo lo que tengamos que averiguar.
—¿Cómo pretendes conseguirlo?
—Los convenceremos. No importa cómo, pero tenemos que hacerlo —afirmé—. No podemos darnos el lujo de irnos sin averiguar dónde buscar las demás runas.
—Con los antecedentes del hechicero, no nos dirán nada.
—Nos arriesgaremos. —Alberto trató de refutar, pero al final no dijo nada, Christian solo asintió con la cabeza.
Después de algún tiempo la puerta por fin se abrió, escoltada por unos guardias apareció Naythiry junto a Yorlieh. De inmediato todos nos juntamos a su alrededor.
—Hubo un desacuerdo entre los reyes, mi padre quería echarlos y encarcelar a Naythiry —empezó Yorlieh—. Obviamente el padre de Naythiry no lo permitiría, así que todo quedó en manos del rey Kazuya, él dirige la facción militar. —Al ver que nadie interrumpía, continuó—. Él ha dado su voto al padre de Naythiry, por lo que no la van a juzgar, pero a ustedes sí.
—Eso si nos queremos quedar ¿Verdad? —preguntó Alonso.
—Sí nos vamos a quedar —afirmó Alberto.
—No nos vamos a ir —reafirmé la expresión de Alberto, evitando alguna queja.
—Entonces, deberán tener mucho cuidado con el juicio, no se les permitirá mentir —advirtió Naythiry.
—Compararán las respuestas que digan con la verdad en su corazón —agregó Yorlieh—. Tampoco funcionará quedarse en silencio. Cuanto más tiempo permanezcan callados el hechizo entrará más en sus mentes, develando los secretos sin necesidad de preguntas.
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Editado: 02.08.2022