Me escabullí por una de las calles para recorrer la ciudad. Por donde pasaba me seguían las miradas, sobresalía entre la gente, ya que había una gran diferencia en la estatura.
El lugar no era como lo había imaginado. Cuando estuve en el interrogatorio, se sentaron divididos por facciones, pero en la ciudad no había esa diferencia, se notaba que vivían en armonía, trabajando juntos; sin importar la facción a la que pertenecían. Había ligeras similitudes con la ciudad de los guardianes, no había agrupamiento de comercios como en la ciudad de los humanos.
—Es diferente a todo lo que has visto antes ¿verdad? —comentó Naythiry cuando se me acercó.
—Solo veo casas, gente conversando en las calles o en esos pequeños… ¿parques? —le pregunté señalando un conjunto de cuatro árboles, con unas bancas en el medio.
—¿Qué es un parque?
—Es como ese lugar, pero más grande, supongo. —No supe cómo explicarle a lo que me refería.
—Entonces supongo que es un parque. Para nosotros solo es un lugar para descansar o conversar.
—Todo esto es muy tranquilo —continué con la conversación para evitar un silencio incómodo.
—Aquí todo es paz, ya que no nos metemos en las constantes guerras de las demás razas. Aunque siempre hay ligeras disputas, pero son controladas por los guardias. —Se puso a caminar delante de mí con las manos en la espalda—. Muy pocas veces ha tenido que intervenir la milicia.
—¿Los guardias y la milicia no son lo mismo?
—No, los guardias son los que velan por la paz de la ciudad; es decir, los que se encargan de las disputas internas, lo robos, de los que evitan su trabajo, etc. —explicó mientras la seguía de cerca—. Los guardias son de la facción de la verdad.
—¿Y ellos solo se dedican a eso?
—Cada facción tiene una función principal, pero todos tenemos profesiones y estudios similares.
—¿Me explicas?
—Ok, mira —se dio la vuelta y me miró—, la función principal de la facción de la verdad son las leyes y la guardia. La facción del conocimiento; mi facción; se encarga de guardar el saber universal. Y la facción militar; bueno, son nuestros guerreros, por si alguna vez tenemos que entrar en guerra.
—Ok. —Me quedé mirándola. Esperé que continuara, ella soltó una risita, tomó mi mano y empezó a conducirme calle arriba.
—Es muy largo de explicar como para quedarnos en mitad de la calle —dijo mientras me guiñaba un ojo.
La seguí en silencio sin soltarle la mano. Los ancestrales nos miraban pasar haciendo ligeras venias a Naythiry, a lo que ella respondía con un saludo de mano. Al cabo de varias cuadras de ascenso, llegamos a una especie de mirador. Había varios árboles separados por bancas, mesas y sillas; debajo de ese lugar se podía ver la calle por donde habíamos subido, y más abajo un complejo de casas. Detrás de nosotros se encontraban otras cuantas que colindaban con el bosque. Desde ahí se podía ver con claridad toda la ciudad. Al lado izquierdo estaba el acantilado por donde habíamos ingresado, el bosque y después la oficina donde nos habían interrogado. En el centro estaba el lago y en el medio los castillos. Las casas eran mejores y más grandes cuanto más cerca estaban del lago.
Me acerqué a la baranda, apreciando en detalle toda esa majestuosa vista. Rodeando todo; incluyendo el bosque; había una gran cadena montañosa, de donde descendían pequeños ríos que desembocaban en el lago. De ahí fluían dos ríos más pequeños, que se perdían en la montaña.
Entre las casas cercanas se distinguían edificaciones más grandes. Eran tres. En la más contigua pude distinguir un escudo de oro y plata, que me recordó a los ropajes de Yorlieh. La del medio, era la más grande, con un escudo de color verde; la más lejana no la pude distinguir.
Naythiry esperó a que volviera con ella, para continuar con su explicación.
—El edificio que ves con los colores de la facción de la verdad, es la jefatura —comentó cuando se lo señalé—, el de color verde es el edificio de la educación, y el rojo que se ve al fondo, es el cuartel de la milicia.
—¿Tienen colegios? —pregunté admirado.
—¿Qué es un colegio?
—Un lugar donde se imparten conocimientos a las personas.
—Entonces sí, es un colegio.
—Cuéntame más por favor —supliqué. Tenía mucha curiosidad por conocer y entender esa cultura.
—Bueno, te contaré todo así que trata de no perderte. —Rio acomodándose en su silla—. Lo primero que debes saber es que los ancestrales vivimos mil años; y la realeza puede llegar a los cinco mil años. Aunque mi padre me contó que antes de que nos aisláramos en este páramo, todos llegaban a vivir más de diez mil años. —Sonrió al verme boquiabierto—. Y si te lo preguntas, ya he cumplido mis mil ciento setenta y ocho años.
A pesar de que me esperaba que fuese así de mayor, cuando me dijo cuan longevos eran; no me esperé que tuviesen tantos. Cuando abrí la boca para comentar su edad, unos niños llamaron mi atención. Eran alvinos, de cabello dorado, y unos ojos negros que resaltaban en contraste a su blanca piel. Naythiry siguió mi vista hacia los niños y sonrió.
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Editado: 02.08.2022