No era culpa de Damian Konoe tener una erección tan temprano por la mañana. Tampoco era su culpa que Ali lo haya despertado de forma inusual y haya sentido algo duro entre las piernas de su querido hermano. No, no era su culpa.
Podría decirse que Gran D tuvo una gran noche. Había abierto los ojos guiado por un olor a galletas con chispas de chocolate lo cual le había parecido bastante agradable a decir verdad, aunque adentrándose más en los olores del lugar X (Damian ya le había puesto un nombre a este ambiente que sería muy recurrente en sus noches de soledad) se podía percibir un penetrante olor a medicinas y antisépticos ¿Por qué sucedía este extraño fenómeno? Damian no lo sabía, y tampoco le interesaba en ese momento pues algo mejor había captado su mirada. Al despertarse en el lugar X, lo único que vio fue blanco, un techo blanco para ser más exactos. Abrió y cerró los ojos rápidamente en un intento de aclarar su vista y luego trató de levantarse para echar una mirada al lugar. No logró ni sentarse. Se sentía anormalmente débil y la cabeza le empezó a doler a montones, pero no se rindió, hizo un esfuerzo sobrehumano y logró levantar la cabeza un poquito. Lo primero que vio fue una puerta, blanca como el resto de la habitación, al costado podía visualizarse un armario con toallas, sábanas y ropa, la cual eran en su mayoría buzos y polos blancos. Damian parpadeó un par de veces más y vio algo ¡Y qué cosa! En un extremo de la habitación, justo al lado de una gran ventana que dejaba entrar una luz de media tarde, había una silla con un maleta y sacando ropa de ella estaba una mujer, hermosa por cierto. La chica era joven, de no más de 24 años, tenía cabello color negro intenso hasta la cintura, sus labios parecían pintados aunque ella nunca usaba maquillaje, eran de color rojo sangre lo cual resaltaba mucho su belleza; su piel estaba bronceada como si se hubiera ido a la playa sin ponerse ni un poco de bloqueador. Era como Pocahontas, solo que semidesnuda y con bragas color rosa con corazones. La chica estaba sacando un uniforme de enfermera y estaba dispuesta ponérselo cuando escuchó levemente a alguien detrás suyo tragar saliva, volteó la cabeza ligeramente y se dio cuenta de los ojos de Damian pegados en ella ¡Y cómo grito! Nadie que no sea su madre la había visto desnuda.
-¿¡Estabas despierto!?- Su voz era melodiosa, Damian habría podido escucharla todo el día y no se habría cansado- Oh Dios...- Las mejillas de la chica estaban ardiendo y se tapaba el cuerpo torpemente con las manos, pero Damian ni se inmutaba, era un sueño después de todo, podía observarla todo el tiempo que quisiera.
¿¡Estabas despierto?!
Damian
¿Estás despierto?
¡Damian!
Abrió los ojos abruptamente y se encontró a Ali encima de él.
-¿Qué rayos? ¿Qué es esto? ¡Argh! ¡Damian!- Ali se lanzó fuera de la cama al notar la erección de su hermano.
-Ali- Damian al darse cuenta de su desventurada situación se había puesto casi tan rojo como la chica del lugar X- Lo siento...
-Como sea- Dijo Ali poniéndose una mano sobre la nariz- En fin, Virgilio se va temprano a la escuela así que tenemos que salir rápido. Cámbiate, el desayuno ya está listo- Ali lo miró con ojos intrigados- ¿Con qué soñabas?
-Con nada- Replicó Damian con el rostro ardiendo. Ali resopló y salió de la habitación murmurando unas cuantas cosas.
Al menos no me golpeó, pensaba Damian mientras se ponía el uniforme.