~11~

Niall.

"¡Necesito que vengas a Primrose Hill ahora ya si no quieres que nos maten a ambos!"

Aquella corta llamada que recibí de mi amigo hace unos segundos me dejo preocupado, solo me había dicho eso con un grito y me había colgado. Dejándome perplejo en mi oficina...

¿Qué le había pasado a mi hija?

Porque si me dijo que fuera a Primrose Hill es porque debía ir a la consulta de la psicóloga. Sentía una presión extraña en mi pecho, como si me mandara señales de que algo no estaba bien. Sin pensarlo dos veces me puse de pie y recogiendo todas mis cosas abandoné mi oficina.

-Caroline, cancela todas mis reuniones de esta tarde. Agarra tus cosas y acompáñame- le ordene. Ella me miro confundida y tras pestañear un par de veces tecleo algo en la computadora y luego la apago, tomo sus cosas y se puso a mi lado.

- ¿A dónde vamos? - pregunto una vez que estábamos sentados en mi auto.

-A la consulta de tu amiga. Logan me llamo gritándome de que si queríamos vivir debía estar ahora ya en Primrose Hill. ¿Qué abra echo ahora? - susurre lo último.

- ¿Por qué piensa que hizo algo malo? - pregunto con brusquedad.

-Porque conozco a mi hija y sé que algo debió hacer.

-O quizás los que hicieron algo fueron ustedes y eso repercute en la niña. Conozco a mi amiga y si fueron capaces de hacerla enojar es porque algo hicieron.

- ¿Por qué crees que ella está enojada? Quizás me mando a llamar por algo de mi hija.

-Bueno...quizás recibí un mensaje de ella enojada- murmuro- lo que no entiendo es que hago yo aquí.

¿Qué hacia ella aquí? La verdad es no tenía una respuesta coherente para esa pregunta, simplemente sentí la necesidad de que ella me acompañara, porque sentía que algo no iba bien en aquella consulta y que si me habían mandado a llamar no era para felicitarme y si ella estaba a mi lado quizás pudiera minimizar la bomba que estaba a punto de estallar.

-Acompañarme- dije con obviedad.

-Que gran argumento- note como rodo sus ojos causándome gracia.

En menos de quince minutos estábamos afuera de la consulta, afuera caminando de un lado a otro con un cigarrillo en sus dedos estaba mi amigo, si no lo conociera diría que estaba nervioso, pero lo conocía tan bien que lo que tenía no era nerviosismo y aquella sonrisa me confirmaba mis sospechas.

- ¿Se puede saber que hiciste? - dije una vez que llegué a su lado.

-Yo nada. Sabes que soy un angelito- sonrió con burla. Rodé los ojos y pase por su lado para ingresar a la casa- te advierto amigo...que está hecha una fiera así que si es que puedes consigue que se enoje aún más.

Lo mire con incredulidad, ¿Acaso me había pedido que la hiciera enojar más?

- ¿Y eso por qué?

- ¡Maldición! Es que se ve tan sexy enojada- silbo.

-Créeme no te gustara verla más enojada. Por tu salud física y mental- respondió mi secretaria.

-Podrías dejar de pensar con tu miembro alguna vez en tu vida- le reproche.

Logramos entrar a la bendita consulta, en el hall principal había un par de personas, me imagino que pacientes del lugar. Tras el escritorio estaba aquella decrepita secretaria; pareciera que el día de hoy se había echado mucho más rubor en sus mejillas. Cuando estaba a punto de hablarle una de las puertas de mi izquierda se abre, donde una mujer morena con un moño desordenado en su cabeza y lentes negros salía junto a mi hija. Mi pequeña al verme abrió sus ojos a tope y se escondió tras aquella mujer que tal parece era la psicóloga.

- ¿Señor Horan? - su gélida voz me llego hasta los huesos. ¿Ella era psicóloga infantil?

-El mismo- respondí.

-Acompáñeme a mi box por favor- ella se agacho hasta la altura de mi hija y le susurro algo haciendo que mi hija asintiera y caminara directo al lado de mi secretaria- es para hoy.

Asombrado por su manera tan tosca de hablar la seguí hasta la puerta blanca con un mosaico de gato, ella se acomodó tras su escritorio y me indico que tomara asiento, tenía una carpeta entre sus manos donde pude leer con claridad el nombre de mi hija escrito con letra cursiva en color negro.

-Me imagino que se debe preguntar porque lo mande a llamar con tanta urgencia.

-Está en lo correcto. ¿Paso algo con mi hija?

-Pasan muchas cosas con su hija. Y da la casualidad que todas terminan en una sola persona. Pero antes de que hablemos de eso, quisiera saber ¿Cuál fue el motivo de intentar verme la cara de idiota?

-No sé a lo que se refiere- confesé algo aturdido.

-Acaso me dirá que no tenía ni la menor idea de que su amigo se estaba haciendo pasar por usted- podía notar el enojo de la mujer. Y por alguna extraña razón me asustaba.

-Lo que haga mi amigo es totalmente responsabilidad de él. Yo me entere esta mañana de que había una confusión y fue gracias a que mi secretaria me menciono que no era ético de mi parte ligar con la psicóloga de mi hija. De todas maneras, le pido una disculpa si mi amigo hizo algo indebido.

Aquella morena se sacó sus gafas y las dejo sobre el escritorio y abrió la carpeta blanca. Ignorando por completo mis disculpas.

-Está bien, a lo que nos convoca. ¿Recibió mi recado la primera sesión? - asentí- entonces me puede explicar porque no ha venido ninguna sesión con su hija. Si pedí explícitamente que tenía venir a todas las sesiones, por algo les di la posibilidad de elegir los horarios que les acomodaran.

-Trabajo prácticamente 24/7, así que mis horarios son algo complejos.

-Me está queriendo decir que su trabajo es más importante que la salud mental de su hija.

-No dije eso yo...

-Me quiere decir también que lo que sienta y piense su hija es menos importante. Que siempre priorizara su trabajo.

- ¡No he dicho eso! - vocifere- no ponga palabras que no han salido de mi boca.

-No necesitan salir de su boca Señor Horan. Con los actos es más que suficiente- ella saco un dibujo de la carpeta y me puso frente a mí, era un dibujo de varios animales- hemos hecho varias dinámicas, y esta llamo mucho mi atención, le pedí dibujar a su familia en forma de animales, y a usted lo dibujo como un león enojado, pero con un corazón en su pecho.