Crossroad 2 El eco de lo eterno

El eco del mar

No sentí miedo.
Solo una calma inmensa.
El sonido del viento se confundía con el del agua, y por un instante, no supe si estaba cayendo o volando.
Quizás ambas cosas eran lo mismo.

Todo pasó tan rápido…
pero dentro de mí, el tiempo se detuvo.
Vi flashes de mi vida, no como escenas tristes, sino como destellos de algo hermoso que alguna vez fui.

Vi a mi madre sonreír en la puerta de casa.
Vi a Lucía corriendo bajo la lluvia, gritándome que la siguiera.
Vi a Melissa escribiendo en su libreta, feliz y con el alma abierta.
Vi a Elena dormida a mi lado, con la calma de quien no teme al mañana.

Y entendí algo:
no amé mal.
Solo amé con todo lo que tenía.

Lucía era el amor de mi vida.
Siempre lo supe.
La llevé conmigo en cada paso, en cada palabra, en cada historia que conté.
Aunque aprendí a soltarla, nunca la olvidé.
Ella fue mi primer hogar,
mi punto de partida,
mi cicatriz más hermosa.

Y aunque mi vida siguió, aunque aprendí a valorarme,
una parte de mí siempre fue suya,
y quizás eso esté bien.

El ruido del viento se volvió un susurro.
El cielo era un lienzo gris, pero no había oscuridad.
Solo luz.
Una luz que envolvía todo, cálida, infinita.

Pensé en Melissa, en cómo me enseñó que la calma también puede sanar.
Pensé en Elena, en cómo me mostró que merecía quedarme.
Y pensé en mí, en todas las veces que me perdí solo para volver a encontrarme.

Si estas son mis últimas palabras, quiero que sean así:

Viví. Amé. Caí.
Y me volví a levantar tantas veces que perdí la cuenta.
Lloré mares enteros, y ahora el mar me abraza de vuelta.
No temo irme.
Porque todo lo que fui, todo lo que amé, sigue aquí.

En las olas,
en el viento,
en cada letra que dejé escrita.

Cierro los ojos.
Escucho el mar acercarse, suave, casi como una caricia.
Y sonrío.
Porque no es un final.
Es solo otra forma de volver a empezar.

El agua me envuelve.
La tinta, el papel, mi historia… todo flota a mi alrededor.
Y antes de que todo se vuelva silencio, susurro:

“Si algún día alguien encuentra esto…
que sepa que fui feliz.”

El mar se traga mis palabras,
pero las guarda.
Porque el amor verdadero no se hunde.
Solo cambia de forma.

Y en algún lugar,
tal vez en una playa lejana,
mi historia espera ser leída otra vez.




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