El primer mes de clases pasó volando, y con él, la amistad entre Daniela y Lucía se volvió cada vez más intensa. Se conocían cada vez mejor, compartiendo risas, secretos y sueños. Sin embargo, también empezaron a sentir la presión de sus amigos y compañeros de clase, quienes comenzaban a notar la cercanía entre ellas. Una tarde, después de una larga jornada de clases, decidieron dar un paseo por el parque cercano al campus. El aire fresco y el canto de los pájaros creaban un ambiente perfecto para relajarse y hablar. Mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles, Lucía se detuvo en seco. —Mira eso —dijo, señalando hacia un claro iluminado por la luz del sol que se filtraba entre las hojas—. Parece un lugar mágico. —Es hermoso aquí —dijo Daniela mientras se acomodaba en el suelo—. A veces siento que este lugar tiene algo especial.
Lucía asintió mientras miraba a su alrededor. En ese momento, una brisa suave movió las hojas de los árboles, creando un suave susurro que parecía hablarles en un lenguaje antiguo. Ambas cerraron los ojos por un instante, dejando que la calma del lugar las envolviera. —¿Alguna vez has sentido que hay algo más entre nosotras? —preguntó Lucía de repente, rompiendo el silencio. El corazón de Daniela dio una vuelta. No esperaba esa pregunta, pero en el fondo sabía que era algo que ambas habían estado sintiendo. —Sí —respondió finalmente, sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban—. A veces creo que hay una conexión más profunda… algo más que solo amistad. Lucía la miró fijamente, sus ojos llenos de emoción y vulnerabilidad
—Yo también lo siento —dijo con voz suave—. Pero no sé cómo manejarlo. Mis amigas dicen cosas… y a veces me preocupa lo que piensan. Daniela sintió una mezcla de alivio y confusión. Era liberador saber que Lucía compartía sus sentimientos, pero también sabía que tendrían que enfrentar las consecuencias. —No deberíamos dejar que lo que piensen los demás nos detenga —sugirió Daniela con determinación—. Lo que sentimos es real y vale la pena explorarlo. Lucía sonrió tímidamente, aunque su mirada seguía reflejando una sombra de duda. —Tenes razón… pero es difícil. No quiero perder nuestra amistad si las cosas no funcionan — admitió
Ambas se quedaron en silencio por un momento, reflexionando sobre lo que significaba esa conexión especial entre ellas. La luz del sol seguía brillando a través de las hojas, creando patrones danzantes sobre sus rostros. De repente, un grupo de estudiantes pasó cerca de ellas riendo y hablando en voz alta. Daniela sintió cómo su corazón se aceleraba al ver a algunos compañeros señalar hacia ellas y murmurar entre sí. La incomodidad llenó el aire sabían que estaban siendo observadas. —Quizás deberíamos volver —sugirió Lucía, mirando hacia el grupo con preocupación. Daniela asintió, aunque no quería dejar ese lugar mágico donde habían compartido tanto. mientras caminaban de regreso al campus, no podían evitar sentir el peso de las miradas ajenas sobre sus hombros
Esa noche, Daniela se acostó en su cama con pensamientos turbulentos en su mente. La conexión con Lucía era innegable, pero la presión externa comenzaba a hacer más allá en su confianza. ¿Cómo podrían navegar por esos sentimientos sin perderse a sí mismas ni a su amistad? Al día siguiente, en clase, las cosas parecían diferentes. Los murmullos entre sus compañeros eran más evidentes, algunos incluso se atrevían a hacer comentarios sarcásticos sobre su cercanía. Daniela sentía cómo los celos comenzaban a surgir dentro de ella cada vez que veía a Lucía interactuar con otros chicos del grupo. Sin embargo, había algo más profundo en su corazón una luz misteriosa seguía guiándola hacia Lucía. Era como si el universo estuviera conspirando para mantenerlas juntas a pesar de los obstáculos externos.
Mientras tanto, Lucía también luchaba con sus propios sentimientos. A pesar de los comentarios malintencionados y las miradas curiosas, sabía que había algo especial entre ellas, algo digno de luchar por ello. Ambas chicas estaban en un cruce de caminos, ¿deberían seguir adelante con lo que sentían o dejarse llevar por las opiniones ajenas? La respuesta aún estaba por descubrirse, pero una cosa era segura, su historia apenas comenzaba.