Con su relación recién definida como algo más profundo que solo amistad, Daniela y Lucía comenzaron a enfrentar nuevos desafíos externos. Aunque estaban emocionadas por explorar lo que sentían mutuamente, también sabían que tendrían que lidiar con las reacciones de sus amigos y compañeros universitarios. Un día, durante el almuerzo en la cafetería, varios amigos comenzaron a murmurar sobre ellas cuando entraron juntas riendo animadamente. Las miradas curiosas se volvieron críticas cuando Javier hizo un comentario sarcástico —Miren quiénes son las mejores amigas otra vez… ¿No tienen otras cosas qué hacer? Las palabras resonaron como un eco hiriente en los oídos de Daniela, sentía cómo el calor subía a sus mejillas mientras intentaba ignorar los murmullos alrededor suyo. Sin embargo, Lucía mantuvo la cabeza alta e ignoró las provocaciones mientras tomaban asiento juntas en una mesa apartada del grupo principal
A pesar del apoyo mutuo entre ellas dos, comenzaron a sentir el peso del juicio ajeno cada vez más fuerte, los rumores comenzaron a circular rápidamente por todo el campus acerca de su relación cercana e incluso algunos amigos comenzaron a distanciarse por miedo al qué dirán o simplemente porque no entendían lo que estaba sucediendo entre ellas dos. Sin embargo, había algo dentro suyo una luz brillante les recordaba por qué habían decidido dar ese paso juntas, porque valían la pena luchar por ello. Ambas chicas sabían entonces que tendrían que enfrentar esos desafíos externos juntas, no podían dejarse llevar por las opiniones ajenas ni permitirles arruinar lo especial que habían encontrado entre sí.
Mientras compartían historias divertidas durante esa comida silenciosa, decidieron hacer frente al mundo exterior con valentía, sabían que lo importante era mantenerse fieles entre sí sin importar lo que dijeran los demás. Así comenzó una nueva etapa para ambas, enfrentarse al mundo juntas como pareja, aunque todavía quedaban muchas pruebas por superar antes poder disfrutar plenamente esa conexión especial