Una semana después, mientras caminaba por el campus, Daniela vio a Lucía sentada sola en una banca del parque. Su corazón dio una vuelta era el momento que había estado esperando. Se acercó lentamente, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de ella. —Hola —dijo Daniela con voz suave. Lucía levantó la vista y sonrió tímidamente. —Hola… —respondió con un tono melancólico—. He estado pensando mucho en nosotros
Ambas comenzaron a hablar sobre sus sentimientos y las dificultades que habían enfrentado durante esa semana separadas. La conversación fluyó naturalmente, como si nunca se hubieran distanciado. —Me doy cuenta de que no puedo estar sin ti — admitió Daniela—. Te extraño demasiado. Lucía asintió, sus ojos brillando con emoción. —Yo también te extraño… creo que lo que tenemos es especial y vale la pena luchar por ello —dijo Lucía con firmeza. Daniela sintió una oleada de alivio al escuchar esas palabras. En ese instante, supo que estaban listas para enfrentar el mundo juntas nuevamente.