Era las 11:05 p.m. y Stephen se encontraba sobre su cama mirando el techo. Era una noche un tanto inquietante para él, después de haber evitado la reunión que tenía en la tarde con sus antiguos amigos -y mentirle a Alice para no asistir- se había quitado un peso de encima. De algún modo, el estar con ellos lo hacía sentirse fuera de sí; es por ello que optó por no ir a su encuentro.
Él no lo veía como una mentira ya que el asunto que del que tenía que encargarse eta tal, que se mostró maravillado de que fuera eso lo que le sacara del apuro. Era un acto de cobardía de su parte, el no dar la cara a las circunstancias pero ya no tenía idea de como sentirse, ¿confundido? ¿desesperado? ¿temeroso? Eran las cosas que le cruzaban por la cabeza.
Más tarde el amigo fiestero de Helena, Greg envió una invitación a su reunión el día sábado, cosa que le extrañó, ya que el y Greg no eran buenos amigos después de todo, y tampoco que sea alguien que fuera invitado a una fiesta por decisión propia; más bien, esas cosas le tocaba a Helena. No se sentía de humor como para ir a esa fiesta hasta que minutos después le había llegado un mensaje de su acosador:
¡Una fiesta! ¡Nos vamos a divertir mucho, malditos! Espero que vayan a ir... ojalá y no pase lo de la última vez, ya no tienen a Helena que les cubra la espalda.
Ese texto le heló la sangre, esa persona sabía lo que Stephen y sus amigos habían hecho lo que indica que también tenía noción de aquellas otras cosas que Helena les hacía hacer; cosas que no eran agradables para él o para sus amigos, ¿pero quién era esta persona? Era una pregunta que rondaba su mente, ¿porqué hace ésto? ¿acaso los vio haciendo algo malo? Y había una más ¿era una venganza de alguien al que ellos le hicieron daño? Probablemente sí.
Alice le había contado que Patsy había vuelto a Crowfield High, y eso significaba problemas para el y sus antiguos compañeros, aún más con lo que ellos le hicieron, acto cruel que no dejaba dormir a Stephen a veces.
Un sonido se escuchó en el piso de abajo de la casa, Stephen se quedó quieto para escuchar mejor, quería levantarse e ir a revisar pero recordó cuando hace algunas semanas fue atacado en el cuarto de al lado, había decidido no contarle a su papá sobre lo ocurrido ya que quiso convencerse de que era su imaginación.
Y vaya que imaginación tan destructiva.
Aquellos sonidos comenzaron a escucharse más cerca, como si alguien subiera por las escaleras. Stephen caminó en puntillas a la puerta de su habitación para no hacer ruido alguno, tenía miedo, su padre estaba en la oficina de policía encargándose de asuntos referentes a su obligación y llegaría hasta muy tarde, entonces... si no era su padre ¿quién podía ser?
-Es el acosador -se murmuró a sí mismo-. Guarda la calma.
La madera del piso crujía haciendo que el corazón de Stephen se fuera acelerando cada vez más. -Es solo tu imaginación. Es solo tu imaginación. Es tu imaginación, vas a estar bien. Pensaba, ¿pero cómo iba a estar seguro de eso? Podía ser un ladrón o un asesino. O su acosador con ganas de matarlo. Tenía que hacer algo rápido, lo primeron que se le cruzó por la cabeza fue pasar el seguro a la puerta, y lo hizo. Colocó su ojo por la cerradura para tratar de visualizar algo pero era imposible. No tuvo más opción que recostarse sobre la puerta y cerrar los ojos y esperar pero ¿que tendría que esperar?
-Solo es tu mente, sólo es tu mente... vas a estar bien, Stephen. Calmate. Respira. -Se murmuraba.
Los crujidos se dejaron de escuchar haciendo que el temeroso de Stephen se sintiera más aliviado.
Respiró profundamente y tomó un sujeta libros en forma de pescado que tenía y con mucho cuidado le quitó el seguro a la puerta. Luego la abrió haciendo que esta emitiera un sonido parecido a un chillido de una puerta vieja, giró su cabeza de izquierda a derecha para ver si encontraba algo extraño. El pasillo estaba vacío.
Él tragó en seco. Tenía que caminar con cuidado para no alertar a la persona que estaba en su casa pero era imposible ya que el piso de madera crujía cada vez que lo pisaba. -¡Maldición! -susurró. Se sintió raro al hacerlo.
-¡¿Hola?! -No pudo aguantar el silencio-. ¿Hay alguien ahí?
No hubo respuestas.
-¡¿Papá?! -llamó Stephen pero nadie respondió. Un crujido fuerte se escuchó a pocos pasos de él.
Luego hubo unos minutos de silencio. Stephen tenía miedo pero de igual forma no se daría por vencido, debía saber que estaba pasando.
-¡Hola! -volvió a llamar. No ocurrió nada.
Un ruido proveniente de arriba lo hizo sobresaltarse, el techo emitía un sonido como si caminaran sobre él.
-¡El ático! -pensó-. No vayas para allá.
Pero su curiosidad era tan grande, algo que sobresalía. Ignorando su conciencia decidió caminar hacia el ático y ver a quién sea que estuviera allí.
Editado: 06.06.2021