Amy estaba sentada en una banca en el parque C. Fields, era la noche del miércoles 21 de agosto. Ella esperaba a su madre, la Sra. Roberts estaría trabajando hasta tarde; Amy le gustaba ir al parque y comer uno de esos deliciosos helados que vendían cerca de donde estaba. Era el sitio a donde iba con sus antiguos amigos. La última vez que supo algo de alguno ellos fue hace como dos días que escuchó que alguien había dicho que Stephen Hudson había regresado al pueblo.
Había pasado mucho tiempo que no lo veía, ¿cómo estará? ¿Habrá crecido algo? ¿Seguía siendo el mismo? Era lo que se preguntaba. Ella quería visitarlo pero no estaba segura de si él la recibiría, además su casa estaba justo al lado de la de Helena, eso sería una puñalada el simple hecho de solo pasar por ahí, Amy se preguntaba cómo fue que en todo este tiempo se sentirían Alice y Stephen ya que ellos eran vecinos de Helena, y su reacción al enterarse de que los Crabbs venderían la casa.
Una brisa fresca pasó a través de su cabello, se sentía bien. Era como si el otoño se estuviera haciendo presente, aunque todavía faltara para que esa temporada empezara. —Es genial, ¿no es así? —le preguntó una señora sentada cerca de Amy.
Ella asintió con entusiasmo.
—El verano es algo... Caluroso. —le respondió.
La señora dio un gran suspiro. Ella parecía estar de acuerdo con lo que había dicho Amy. — ¿Y qué hace una chica a estas horas sola en el Parque?
—Estoy esperando a mi madre.
La Sra. metió algo en su bolso. —Bueno, debe tener cuidado. Este lugar puede ser muy hermoso pero las calles de noche suelen ser oscuras y solitarias. Además, hay muchos cuervos esta noche, eso es mala señal. —le aconsejó. Luego ella se levantó de la banca, se despidió de Amy y se fue caminando. ¿Qué era todo eso que la señora le había dicho? ¿Cómo podía decir eso? Era una noche común y corriente como todas, y sí, había cuervos —y muchos— pero eso no era como para decir que era una mala señal. Eran esas costumbres antiguas en este pueblo que hablaban sobre los cuervos y de como ellos traían tanto buena suerte como mala suerte, Amy ya no creía eso pero siempre tuvo algo dentro de ella que le hacía sentir que esas costumbres eran ciertas.
El teléfono de Amy comenzó a sonar.
Era una llamada de su madre.
—Hola cariño, ¿Aún sigues esperándome? —le preguntó la Sra. Roberts.
—Si mamá, ¿ya vienes en camino?
La Sra. Roberts hizo una pequeña pausa.
—De hecho, tengo trabajo hasta tarde... Sigo haciendo algo de costura. Creo que deberías irte a casa, ya es tarde.
Un sonido detrás de Amy le llamó la atención. Ella giró su cabeza, había un cuervo haciendo una especie de graznido. Amy se sobresaltó.
— ¿Aló? ¿Amy, me escuchas?
—Si mamá —le dijo Amy distraída—, ya me voy a la casa, allá te espero.
Amy se levantó de la banca, el cuervo se había ido, sólo había una pluma en el lugar donde estaba él. —A lo mejor y se fue volando. —Se dijo en su mente. Era una de las pocas cosas extrañas que le habían pasado. Y de las que recordaba. Tomó la pluma y salió del parque.
Una nube de preocupación se formó en su mente. Afuera del parque todo estaba silencioso, nadie parecía estar cerca, estaba oscuro, era como si ella fuese la única en ese lugar.
Y al parecer así lo era.
Un ruido detrás de ella la asustó los cabellos de su cuello se erizaron, ¿qué podía ser eso? Ella no se quedaría allí sola para averiguarlo. Comenzó a caminar, las calles eran como las de un pueblo fantasma, Amy no lograba quitarse la idea de que alguien estaba detrás de ella. Volvió a ver pero no había nadie. Luego cruzó por una calle que la llamaba Cherry Street, también estaba vacía lo cual era sospechoso, siempre había gente caminando por esta calle.
Unas pisadas se escucharon a pocos varios metros de distancia de ella. Amy se giró, esta vez sí tenía la certeza de que había alguien detrás. Todo estaba oscuro que ella no logró ver casi nada solo sombras.
Algo le llamó la atención; algo se sentía raro. Esta no parecía ser la misma Cherry Street por donde pasaba. Ella no conocía esta calle, había girado en la dirección incorrecta.
Se había perdido.
—Tranquila Am, de seguro esta es una calle que no recuerdas. —trataba de calmarse a sí misma pero estaba equivocada, las casas de esta calle eran diferente a las casas de las demás calles, era como si estuviera en otro lugar que no fuese Crowfield. Ella se detuvo a mirar bien, así era. No sabía dónde estaba en lo absoluto.
Su corazón latía con fuerza, debía retomar el camino correcto ¿pero cómo? Apenas podía ver, las calles estaban oscuras, los postes irradiaban poca luz, algunos tenían las bombillas quemadas. Y otros solo parpadeaban de una forma misteriosa. Una lata en el suelo sonó, alguien estaba en algún sitio viéndola.
Editado: 06.06.2021