Crown, Love And A Cup Of Coffee

✨ CAPÍTULO 27

Al día siguiente Nikolais se levantó más temprano de lo habitual, a las cinco y media salió afuera y se fue al patio a una esquina de la casa para hacer un poco de ejercicio. Hasta las seis, a esa hora se empezaba a levantar todas las personas que estaban en el lugar para empezar con su trabajo.

Ángela bostezó quitando la sábanas de su cuerpo, apagó la alarma y caminó hasta el baño pero ya alguien estaba dentro miró a los camarotes y se dió cuenta de que Adalia faltaba.

—Adalia estás bien? —Tocó la puerta varias veces asiendo que la señora Mercedes y Maritza se levantaran por el ruido.

—¿Que Sucede? —Preguntó la señora poniéndose una camiseta, se había acostado sin ella y sin brasier.

—No lo sé, Adalia está aquí adentro pero me parece raro, no ha hecho ruido al levantarse.

Mercedes de levantó de la cama y  le volvió a tocar varias veces en la puerta hasta que alguien del otro lado abrió el cerrojo y Ángela pasó.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Entoces ¿Por qué te encierras así? Me preocupé.

—Es privacidad Ángela.

—Lo siento dime ¿por qué estás enojada conmigo?

—Crees que estoy enojada contigo.

—Lo estoy notando Adalia —La señora Mercedes entro y empezó a cepillarse los dientes.

—No lo estoy. Solamente que no entiendo cómo puedes cometer tantos errores juntos —Mercedes miró a ambas.

—Salgan pronto —Dijo para luego salir del baño dejándola solas otra vez, Ángela se cruzó de brazos.

—Errores? Cómo cuáles?

—Después de los que te pasó pensé que serías más precavida con los hombres.

—Estoy siendo precavida Adalia —Maritza entró y empezó cepillar sus dientes por igual. Peinó su cabello y salió hacia afuera.

—Deberías de alejarte de ese principe sabes, esos hombres solamente se aprovechan de las mujeres. Él nunca dejaría a su novia por ninguna de nosotras.

—Eso lo tengo bien claro Adalia, desde el principio. Y además no me gusta ¿Por qué me tendría que gustar? Es guapo y es rico claro. Pero, listo! Sé que eso tiene su precio.

—Promete que te alejaras de él.

—No tengo que prometerlo Adalia es un hecho, él es un hombre rico e importante yo solo soy una simple cocinera que en dos días jamás lo volverá a ver. Eso es todo.

Ángela se paró en frente del lavadero y empezó a cepillar sus dientes, Adalia salió dejándola sola, peinó su cabello mientras se veía en el espejo. Una cosa sabía Ángela y era que le estaba empezando a gustar ese hombre y era obvio él es el sueño de toda mujer pero Adalia tenía razón, eso era él solo un sueño que pronto se acabará en cuanto se termine lo que tenga que hacer, aunque ella esperaba que pasara todo con lentitud. Terminó y salió afuera para ponerse la ropa, arropó a sus hermanas y salió de la habitación encontrándose con la princesa en el pasillo.

—Te estaba buscando pero no recordaba como era la puerta de la habitación y me perdí vi a tu amiga y no me quiso decir dónde estás —La joven se acercó a Ángela.

—Es la puerta al final del pasillo las niñas aún no se han levantado. Pero ven y acompáñame a la cocina.

—¿Sabes dónde está mi hermano?

—Y por qué lo sabría.

—Aah, lo siento, weguro debe estar en sus asuntos del por qué vino a este país. Por fin.

—No, no está bien. Espero que se tarde más —Alisa la miró—. ¿Por qué me agradas y quiero verte más tiempo?

—Tu también me agradas a mí. Podemos salir a caminar un rato, quiero ir al lago me dijeron que me llevarían pero ir contigo y las niñas sería más divertido.

—Esta bien, solo diles a los encargados que quieres ir conmigo para que me dejen ir. Es que me han contratado solamente para la cocina.

—Esta bien, hablaré con ellos. Me agradas Ángela de verdad más que a Francesca. Me hubiese gustado que te conociera primero. O tal vez vino a este país para eso —Ambas echaron una carcajada. Entraron a la cocina y todas las chicas posaron la mirada en la princesa.

—No te creo, tu hermano solo está aquí por trabajo — Ángela la jaló llevándola hasta su esquina donde le entregaron zanahorias y rábanos para que los picara.

—Es la primera vez que lo veo tan interesado en una mujer, está mañana vino de hacer ejercicios. Se quedó en el pasillo mirando como si esperara a que alguien saliera, fue muy divertido ver su cara cuando le pregunté que hacía.

—En serio?

—Si, lo encontré y me quedé viéndolo luego lo atrapé para que no diga que estoy pensando tonterías, de igual manera no dijo nada, fue como si se había sobresaltado salió de mi vista tan rápido como pudo.

Ángela se echó a reír, mientras empezaba a rebanar las zanahorias, le dió un pedazo a la princesa y está empezó a comerla.

—Puedo.

—Claro, con cuidado eh.

La princesa rebanó todas las zanahorias que pudo mientras Ángela se encargaba de los rábanos.

—Es la primera vez que hago algo así, fue divertido.

—No lo es cuando tienes que hacerlo siempre. Créeme.

—A mí me hubiese gustado hacerlo siempre.

—No te creo —La princesa se encogió de hombros con una sonrisa.

—Ya están sirviendo el desayuno y aún sigues aquí —Comento Adalia mirando a la princesa con el ceño fruncido.

—Quiero desayunar aquí con ustedes —Contesto la chica sentandome en un taburete de la mesa de picar.

—Pero no puedes, o no se nota. Eres una princesa —Lo último lo dijo con un tono de burla. Algunas rieron mientras miraban a la chica—. Debes entender que no perteneces a este grupo; así que, vete con tu amiga la rubia con acento estraño.

—Francesca no es mi amiga es la novia de mi hermano y no me agrada, prefiero a Ángela —La miró, Ángela sintió su mejilla calentarse cuando todas posaron sus miradas en ella.

—Alisa!

—Es verdad, me agradas más; ya te lo dije —Adalia miró a Ángela con una eja alzada cruzada de brazos.

—Ella es una mujer con mucha imaginación —Comento Ángela tomando a la princesa de la mano. La jaló para salir afuera.

—¿A dónde vas? —Adalia la detuvo—. No puedes salir de la cocina sin orden bien, además ella se sabe el camino ¿A quién quieres sorprender?




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