Gabriel le topó a Nikolais cuando el avión había aterrizado en el aeropuerto internacional de Dinamarca, era la segunda vez que Nikolais llegaba de este lado a su país; normalmente aterrizaba en el aeropuerto privado donde solo aterrizaba dos de los más grandes y equipados aviones reales, el joven bostezó y abrió los ojos encontrándose con Gabriel en su frente.
—Levántate. Anda que ya aterrizó.
—¿Estamos en Dinamarca?
—No, en Afganistán.
—¿Qué estamos asiendo en Afganistán?
—No Niko;... Aterrizamos en Dinamarca. Obviamente!
—Pero dijiste.
—Ya sé lo que dije solo fue... ¿A dónde fue que dijiste que iríamos en avión? Ayer.
—A Dinamarca.
—Entonces hombre. ¿Todavía sigues aturdido?
—Un poco la verdad. Lo siento mi cabeza está dando vueltas.
—Párate, te ayudo, las mujeres salieron del avión ¿Crees que habrán fotógrafos afuera del aeropuerto?
—No, solo mi familia sabe que voy. Bueno, eso creo —Se levantó caminando a paso lento—. Por cosas como está es que me gusta irme en aviones privados.
—¿Más privado que esto? Es la primera vez que viajo directamente sin hacer escalas a un país tan lejos.
—No sé mucho sobre eso, nunca he hecho escalas; pero cuando llegó en privado suele estar esperando alguien afuera del avión.
—Eres un príncipe —Nikolais sonrió bostezando.
Cuando entraron al aeropuerto el grupo caminó detrás de Nikolais que según él era quién los guiaría a la salida, el joven estaba perdido, la confusión de cambio de hora, las horas que le faltaban de dormir por no descansar lo suficiente en República Dominicana y el poco de cafeína que le quedaba en la sangre lo tenían mareado.
—A mí se me hace que Nikolais no sabe para dónde va —Comentó Alisa cruzada de brazos. Gabriel afirmó con la cabeza y Alisa sacó su celular de la cartera e hizo una llamada. Hablando en danés.
—Cariño poco entiendo el idioma, tus padres estarán desanimados conmigo —Dijo Gabriel cuando, unos segundos después llegó dos chicos que pertenecen al personal aeroportuario los cuales guiaron al grupo hasta el salón de embajadores.
—No te preocupes, habrá un traductor. Siempre hay uno que es muy leal a su alteza real.
—Eso significa que nadie lo puede engañar hablando en otro idioma.
—Exacto.
—Pensé que ya estarían. Dios quiero descansar —Se quejó Nikolais al llegar al salón.
El personal les había pedido que se sienten, pero Ángela se quedó de pie por el nerviosismo del vuelo y el cambio de hora. A cada uno les había pegado diferente, Nikolais abrazó a Ángela por la espalda y se recostó de su hombro, sus rodillas se doblaban debes en cuando porque se quedaba medio dormido. Pero la chica lo topaba en el hombro cuando sentía que se caía de lado, unos minutos después llegó algunos carros estacionándose uno detrás del otro fuera del aeropuerto, Robin entró al salón encontrado al grupo; tres adolescentes, una señora mayor, Gabriel, Nikolais y Ángela.
—Hola a todos —Saludó en español, le indicó a unos empleados que se llevarán las maletas a uno de los carros y esto lo hicieron inmediatamente—. ¿Qué le pasa? —Preguntó Robin a Ángela olvidándose completamente de que ella no lo recordaba.
—Tiene sueño —Respondió la chica, el grupo empezó a caminar cuando Robin les señaló la puerta.
—Oh, lo siento —Alargó su mano hacia ella y Ángela la tomó en un saludo luego acomodó su gorro de lana blanco el cuál le tapaba la raspadura de la parte derecha de su cabeza—. Me presento soy Robin mano derecha de su alteza real —Ángela afirmó con la cabeza—. Sé que no me recuerdas, pero nos conocimos el día de la inauguración —Dijo él, esa palabra había Sido un masaje para el cerebro de Ángela asiendo que recordará algunas cosas, pero estaba confundida por esos recuerdos. Eran muy borrosos.
—Entiendo —Respondió, luego lo miró—. Pero aquí estamos para hacer nuevos recuerdos —Prosiguió ella sonriéndole Nikolais levantó la cabeza al escuchar aquello ¿Ángela estaba copiando su vocabulario? O no sabía que decir y copio su vocabulario, pero mo podía discutir ahora, Nikolais se montó en el carro primero, luego ella a su lado y empezaron a conducir hasta el palacio de Glücksburg. Al llegar las puertas se abrieron, el tumulto de personas en las orillas a un lado mirando con curiosidad los autos que entraban en la propiedad real. Se preguntaban si el príncipe Nikolais había llegado por fin al país.
Robin le abrió la puerta del lado de Ángela, la chica miró dudosa y salió primero luego Nikolais detrás de ella, el joven la tomó de las manos y junto a ella entró en el palacio, el auto salió del frente y entró el que traía a los adolescentes y la señora Mercedes, luego subió el que traía a la princesa Alisa y su novio Gabriel. Al entrar Nikolais y su novia la familia lo esperaban en la sala de estar a la izquierda del palacio, las miradas de los hermanos se posaron en la joven que estaba al lado de Nikolais la cuál miraba tímidamente devuelta a cada uno, especialmente al que tenía la corona en su cabeza.
—Familia, los extrañé.
—Bienvenido Nikolais —Habló su hermano mayor Joshua. Ángela se quedó paralizada y la reina le abrió los brazos para recibirla, ella lentamente caminó hacia ella y al llegar está la abrazó.
—Bienvenida a la familia —Comentó la reina en su oído, la miró y acarició su mejilla. Luego caminó hacia donde el rey el cuál le abrió los brazos y la abrazó.
—Tu novia parece un ángel Nikolais, ya entiendo porque hablaste así aquella vez —Musitó Alexander. Marbella caminó hacia donde Ángela y la abrazó.
—Bienvenida a la familia —La reina la jaló suavemente y se la llevó a su asiento.
—Muy bonita —Prosiguió Patrick. Caminó hacia ella y la saludó.
—Ya ustedes la conocen, pero aún así la voy a presentar no está demás verdad —Sus hermanos afirmaron sonriendo a excepciones de dos personajes—. Esa es la mujer que robó mi corazón, la dueña de cada minuto de mi existir y perdón mamá, ella es el amor de mi vida. Ángela Rodríguez.
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Editado: 10.08.2022