Crown of darkness

Ventisei.

Mi mundo había sido un torbellino de emoción y orgullo mientras recibía mi diploma, pero en un instante, esa realidad se transformó en un caos indescriptible. El estruendo de la explosión resonó en mis oídos como un trueno retumbante. La sala, que antes estaba decorada con elegancia para nuestra ceremonia, se convirtió en una escena de devastación total. La onda expansiva me lanzó varios metros hacia atrás, y el suelo se estremeció bajo mis pies como si intentara tragarse todo a su alrededor.

Mis pensamientos eran confusos mientras intentaba levantarme. El polvo y el humo nublaban mi vista, y mi cuerpo estaba temblando por el impacto. Las paredes y los techos estaban derrumbados, bloqueando las entradas y creando una trampa de escombros y escombros. Mi mente estaba en alerta máxima, pero mi cuerpo estaba debilitado por el impacto. El caos se había desatado a mi alrededor; gritos, llantos y el sonido de pisadas apresuradas llenaban el aire.

Me arrastré hasta una posición en la que pudiera ver algo de claridad entre el polvo. La gente corría desesperadamente en todas direcciones, tratando de escapar del desastre. El pánico era palpable, y mi corazón latía con fuerza mientras intentaba localizar a Angelo. Mi vista era borrosa, y no podía ver más allá de unos pocos metros.

De repente, sentí una presencia oscura envolviéndome por detrás. Las manos de alguien me agarraron con una fuerza implacable, y mi instinto de supervivencia se activó de inmediato. Sin pensarlo, saqué el arma que Lorenzo me había proporcionado y que me había enseñado a usar. Mi mano temblaba ligeramente mientras apuntaba, pero mi entrenamiento me había preparado para este momento. Disparé sin dudar, y el atacante cayó al suelo, inmovilizado, su cuerpo inerte sobre el suelo polvoriento.

El alivio fue breve. Mi mente aún estaba centrada en la búsqueda de Angelo, pero antes de que pudiera hacer mucho más, vi a Lorenzo a lo lejos, abriéndose camino entre la multitud. Su figura era una mezcla de determinación y preocupación, y corría hacia mí con velocidad. Sin embargo, justo cuando pensaba que estaba a salvo, otro atacante apareció de la nada y se abalanzó sobre Lorenzo, desviando su trayectoria. La desesperación se apoderó de mí, y mi corazón latía con una mezcla de miedo y furia.

Mi respiración se aceleró mientras disparaba y me defendía. La adrenalina me mantenía en movimiento, pero pronto me di cuenta de que las balas se estaban acabando. La última bala salió disparada, y el arma se quedó vacía en mis manos. Sin embargo, no estaba dispuesta a rendirme. Recordé las técnicas de defensa personal que Lorenzo me había enseñado y comencé a aplicarlas con la mayor precisión posible, luchando con todo lo que tenía.

La intensidad de la situación aumentó cuando sentí un dolor punzante en mi cuello. Era una sensación fría y aguda que se extendió rápidamente, y mi visión comenzó a nublarse. El mundo se volvió un borrón de colores y sombras, y mis movimientos se volvieron cada vez más lentos y torpes. Me caí al suelo, incapaz de mantenerme en pie.

Un par de manos firmes me levantaron del suelo, pero no eran las de Angelo. Eran manos duras y agresivas, que no transmitían el calor y el cuidado que había sentido con él. Mi mente luchaba por mantenerse consciente, pero la oscuridad se estaba adueñando de mí rápidamente después de sentir un pinchazo en el cuello. La última visión que tuve fue un mar de caos y desesperación, con las figuras de las personas corriendo en todas direcciones mientras yo caía en una oscuridad implacable.

Mi cuerpo se desplomó en los brazos de la persona que me había capturado. Las sombras rodeaban mi mente, y el dolor en mi cuello se volvió cada vez más intenso. Finalmente, la conciencia se desvaneció por completo, y me sumergí en un profundo abismo de oscuridad.

Angelo Di Marco

El espléndido evento de la graduación había sido un éxito rotundo. Isabel, en su deslumbrante vestido rojo y el collar de diamante que le había regalado, había capturado todas las miradas y parecía una figura digna de admiración. La ceremonia transcurría con elegancia y la gente murmuraba admirada sobre la belleza y la presencia de Isabel. Cada vez que la veía, sentía un orgullo profundo y una mezcla de sentimientos que apenas podía expresar con palabras.

Había planeado todo con gran cuidado, incluso el ramo de rosas que le entregué en el escenario. Elegí rosas rojas, símbolo de un amor ardiente y verdadero, pero en el centro, había una rosa negra. La rosa negra no solo añadía un toque de distinción al ramo, sino que también simbolizaba un amor intenso y posesivo, la profundidad de mis sentimientos y mi deseo de mantener un control absoluto sobre nuestra relación. Mientras se lo entregaba, mi mirada no podía ocultar el amor y la devoción que sentía. Esperaba que, aunque no comprendiera el significado completo de la rosa negra, sintiera el peso de mis sentimientos.

Sin embargo, mi orgullo y alegría por el evento se vieron interrumpidos cuando recibí una llamada importante. Me alejé del bullicio y me dirigí a un área privada fuera del edificio para atender el asunto.

—¿Qué? —respondí con frialdad al ver que era un número desconocido.

Lo que escuché a continuación me heló la sangre. Una risa grave, burlesca, un tono que no escuchaba desde hacía mucho tiempo. Mi mandíbula se tensó de inmediato.

—Parece que no puedes protegerla después de todo, Angelo. Qué lástima —la voz era inconfundible. Sergei.

El teléfono en mi mano se convirtió en un arma lista para ser destrozada entre mis dedos.

—Si le pones una mano encima, te juro que te arrancaré la maldita lengua antes de matarte —gruñí entre dientes.

Pero Sergei solo soltó una carcajada burlona.

—Demasiado tarde.

El sonido seco de la llamada cortándose fue seguido, como si el destino lo hubiera cronometrado a la perfección, por un estruendo ensordecedor.

Una explosión.




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