Cruel Realidad

Capítulo 5

Ninguno de los dos ocultaba la felicidad y sorpresa en sus ojos, empezaron a mirarme extraño con una sonrisa que para nada me gustaba. Todo era muy confuso como si yo tuviera algo de especial. Mi confusión creció cuando todos lo que miraban los resultados de esa máquina se alegraban, aparte la vista y deje de mirarlos fijándome en el piso, no quería verle la cara al idiota que se había parado enfrente de mí.

-Sáquenla al patio, luego le muestran su habitación de ahora en adelante ella es nuestro mayor premio –Dijo Antonella.

« ¡Su mayor premio! Que esa máquina »

Uno de los guardias me agarro el brazo –Suéltenme, ¿A dónde me llevan? –Empecé a resistirme con las pocas fuerzas que me quedaban.

Antonella se quitó las gafas acercándose en ese momento pude ver la malicia en sus ojos –Más adelante descubrirás lo que vas a tener que soportar.

Siguiendo las órdenes de Antonella me llevaron al patio dejando a todos atrás, seguimos caminando por un pasillo largo cuando llegamos al final se encontraba otro guardia quien abrió la última puerta. Apenas puse un pie en el patio no pude ocultar la sorpresa en mis ojos, yo no era la única que habían traído a este lugar varios niños corrían por el patio incluso tenían menos edad que la mía.

El recuerdo de las noticias invadió mi mente. Todos los secuestros que empezaron hace años y que los policías no pudieron descifrar estaban aquí con tristeza en sus rostros, algunos tenían heridas peores que las mías por todo su cuerpo.

El guardia que me llevaba me jalo el brazo hasta dejarme en la mitad del lugar, antes de marcharse me explico a qué horas venían por mí.

Mire a mi alrededor, el patio era grande que parecía un comedor normal donde varias mesas y sillas lo terminaban de llenar. En la parte izquierda se encontraban tres mujeres vestidas de cocineras sirviéndole comida a los que llegaban a pedirles. Levante la vista un poco y la clara luz del sol empezó a mandar rayos por un techo transparente calentando mi piel.

Camine despacio aún con miedo a una mesa que estaba sola, todas las miras se posaban en mí, no les prestaba tanta atención como se la estaba prestando a mi mano que quitándole la venda termine de limpiar la sangre que se había secado. Mi mano derecha era la lastimada y la izquierda tenía el chuzón del ardor, para empeorarlo todo mi cuerpo dolía y sangraba, no servía de nada limpiarme la sangre que no quería parar.

Una de las cocineras se acercó dejándome un plato de comida. Lo mire con horror parecía arroz mal cocinado –Esta es la primera y última vez que te traigo comida tienes que irla a buscar tú –Dijo antes de marcharse.

Deje aún lado lo que me trajo no quería comer nada aunque me rugiera el estómago, apoye mi cabeza en la mesa cerrando mis ojos distrayéndome en otro cosa como la razón en la que mi vida me estaba dando señales de que no fuera con Alejandro.

«Tres malditas pistas y a ninguna le hice caso. Dora, Lili a quien deje plantada otra vez y por último el acosador»

De lo distraída que estaba no me di cuenta de que me hablaban –Hola…Hola –Fue ahí cuando levanté la cabeza. Un chico estaba sentado del otro lado de la mesa mirando con sus ojos color negro cada movimiento que hacía.

Su piel era clara y resplandecía, su cabello era color rubio oscuro. Se encontraba vestido igual a mí la diferencia era que la bata no la llevaba puesta.

Aparte la vista asustada pensando que él también me iba a hacer daño como lo venían haciendo. Oculte las manos que me empezaron a temblar, quería que se fuera, pero no lo hizo.

-Ho...Ho...Hola –Intente pronunciar.

-¿Cómo te llamas? –Decía con tono amable. Todavía tenía miedo por eso me quede callada intentado que se fuera –Eres la primera que no veo llorar, cuando llega a este lugar –Seguí callada –Me vas a decir tu nombre.

-Me llamo… me llamo Micaela –Dije por fin ocultando el miedo que sentía.

-Eres tartamuda –Lo mire confundida negando.

-Me da miedo hablar contigo, de pronto me haces daño como lo hizo el imbécil que esta allá parado –Señale con mi cabeza en dirección de Alejandro que hace poco se puso a vigilarme.

-No te preocupes reconozco cada detalle de tu miedo a mí también me alejaron de mi familia –Aparto la mirada ocultado la tristeza que llevaba por dentro –Me llamo Cristián – Extendió su mano esperando que yo la recibiera. Todavía sentía miedo de pronto me estaba mintiendo, aparte la vista mirando a las cocineras que tenían cara de brujas.

-No quiero hablar con nadie.

Él suspiro dándose la vuelta –Déjame adivinar, Alejandro te secuestro.

Volví a mirarlo sorprendida -¿Cómo lo sabes? 

-La mayoría de chicas que ves aquí fueron traídas por él, casi todas tiene la misma historia.

-Puedo saber cuál es la historia de ellas.

-Me enamoro y luego me secuestro –Dijo imitando la voz de una mujer.

En mis labios se formó una pequeña sonrisa que oculte cuando volvió a mirarme –Mi historia es igual, mejor no te cuento los detalles –Por primera vez aquí me estaba sintiendo segura, pero el miedo también aumentaba.




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