No sabía lo que pasaba. Alejandro me cogió de un brazo empezándolo a apretar, los guardias lo ayudaron amarrarme a la camilla. Sabía que esto no está funcionando, pero valía la pena seguir intentando resistirme, cuando por fin lograron amarrarme me clavaron un cuchillo en la pierna izquierda dejándolo hay incrustado mientras ahogaba el grito del dolor que me producía.
-Eso la mantendrá quieta –Dijo el guardia.
« ¿Qué es lo que pretenden hacer?»
-Suéltame, por favor –Le suplique. Esperando que entendiera el dolor que me causaba.
Sin importarle me tapo la boca con una venda y empezaron a mover la camilla, intente mirar a qué lugar me iban a llevar, no lograba ver nada. En el instante que paramos me dejaron en un sitio que ya conocía a la perfección.
El cuchillo seguía en mi pierna, intente soltarme solo para poder sacarlo y que no causara más dolor, el esfuerzo fue en vano ya que las cadenas no me permitían moverme bien.
Volteé la vista. Me encontraba en el lugar donde estuve por primera vez, donde recibí mi primer golpe, donde… descubrí la traición.
Alejandro entro a la habitación. Me saco el cuchillo de la pierna, suspire con alivio. Tener un cuchillo enterrado en la pierna no era nada bonito y estaba segura que ya no iba a sentir más la pierna si no lo sacaban.
Mire a mí alrededor. Él se puso unos guantes de látex, cogió un taladro y le puso una broca de 1 diámetro dejándolo aún en una encimera lejos de mí. El tapabocas que llevaba puesto no me dejaba ver bien su rostro.
Como las cadenas no me dejaban mover, lo único de todo que podía ver era una bandeja de plata, encima de ella habían varios frascos pequeños a su lado se hallaba un vaso con un líquido trasparente en su interior. No alcanzaba a ver lo siguiente que trajo, pero escuche el ruido que me dio a entender que encendió algo. Mi cuerpo comenzó a temblar como ya era de costumbre, humedecí mis labios un poco de lo secos que se estaban poniendo.
El miedo se apodero de mi cuerpo.
- ¿Qué piensas hacer? –Pregunte.
Él se quedó callado comenzando atraer el taladro. Levanto mi blusa quedando encima de mis pechos, con sus dedos me toco el abdomen revisando cada detalle, prendió el taladro. Abrí mis ojos asustada en el momento que averigüe lo que planeaba.
- ¡No lo hagas por favor! –Dije suplicándole. Iba a enterrarme el maldito taladro y no podía hacer nada.
No importaba cuanto le suplicara, seguía con su plan. Me fue acercando el taladro hasta que sentí que toco mi piel introduciéndolo en mi abdomen. Los gritos ahogaron la pieza, esta vez no era un dolor cualquiera, era uno de los peores que he experimentado, sentir mi piel desgarrándose era peor que el cuchillo.
La sangre empezó a salpicarlo en toda la ropa logrando mancharlo. Estaba desangrándome y sentía que por dentro me desgarraba. Mordí mi labio buscando la forma de no gritar, no funcionaba. Forme puños con mis manos enterrándome las uñas en la piel sacándome sangre, distrayéndome del dolor.
-Alejandro, por favor para… por favor, te lo suplico –Dije suplicándole.
-Micaela cállate –Apago el taladro – ¡Cállate!
-No me hagas esto –Me tapo la boca.
-No pienses en el dolor, tengo que hacer esto –Volvió a prender el taladro –Mírame a los ojos –Esta vez sus ojos no sentían rabia. Volví a sentir al taladro tocando mi piel, mis lágrimas no resistirán y empecé llorar. Sentí sus labios sobre los míos y como se los comenzó a devorar –Tranquilízate, concéntrate en mí.
-Me duele, por favor para.
-Falta poco –Me volvió a besar.
Cuando por fin termino suspire con alivio. Mis ojos estaban hinchados, las lágrimas atravesaban todo mi rostro, mi respiración se agito y casi no podía respirar. Con una toalla me limpio las gotas que todavía escurrían.
Me acorde de Roxanne desangrándose, lo que significaba que esto fue lo que le ocurrió cuando la conocí.
Alejandro cogió un tubo, en el agujero que me hizo lo introdujo hasta que empezó a salir un líquido color amarillo transparente, lleno varios frascos y los sello para que no se contaminaran.
Al desamarrarme me ayudo a sentarme, no quería ver la horrible herida que se formó, entonces me quede mirando un punto fijo, volví a mirarlo de nuevo. Él sostenía el vaso que vi hace un rato con el líquido transparente.
-Tómatelo –Dijo.
Ya no sentía mi cuerpo así que tome lo que medio. Apenas sentí el sabor quise escupirlo, tenía un sabor amargo. Él comprobaba que me lo tomara y eso fue lo que hice. Mis ojos seguían inyectados en lágrimas. Mire a mí alrededor recordando la sala que iba a odiar de ahora en adelante.
Baje mi mano tocándome el abdomen la herida ya no estaba, desapareció por completo, pero el dolor seguía en mi cuerpo. Alejandro dejo todo aún lado esperando que lo recogieran.
Estiro su mano esperando que se la recibiera, aparte la cabeza intentando descansar de todo lo que sucedido, al final termine recibiéndola y me acompaño dejándome en el patio.
Como ya era de mi costumbre sentarme sola, eso fue lo que hice distrayéndome de todo lo que ha pasado estos días con lo único que puede distraerme en estos momentos, mis pensamientos.
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Editado: 14.09.2023