Cruel Realidad

Capítulo 17

No sé de donde sale todo lo que tienen en esta clínica cada vez me deja más confundida. Dentro de la habitación había tres jeringas llenas de sedante, despacio la cogí sin que se fuera a caer cuando las revise bien volví a guardarlas. Al fondo de ese pequeño rincón se ocultaba un arma protegida con una barrera medio transparente, la única forma de abrir la barrera era con la huella de un dedo.

Acerque mi mano, pero alguien la agarro. Mire a Cristián quien tenía mi mano sujeta –Si haces eso activaras la alarma –Dijo.

Dando varios pasos hacia atrás me aleje. Cerraron el cajón mientras yo me sentaba en la cama que tenía a mi lado intentando averiguar qué era lo que pretendía hacer trayendo más niños aquí. Agarre mi cabeza despacio con mis dedos. Todos los que están involucrados en esto están locos, como soportan ver tanto sufrimiento y muertes.

Rous se acomodó a mi lado –No podemos permitir que traigan más niños –Dije mirándola.

-No podemos hacer nada, mira cómo se han preparado para aumentar la clínica.

-¿Desde cuanto llevan haciendo esto? –Pregunte con muchas más dudas.

-No sé. Lo único que puedo decirte es que no hemos sido los primeros en llegar, desde hace mucho tiempo llevan haciendo esto.

Con tristeza salí de la habitación sentándome en uno de los rincones sola distrayéndome de lo que acababa de ver. Los sedantes iban a usarlos en cualquier momento y no podíamos hacer nada. Rous tenía razón ellos llevaban varios años preparándose para lograr su objetivo y no pensaban detenerse después de todo lo que han logrado.

Cristián se paró enfrente de mí, estiro su mano ayudándome a parar. Apoye mi espalda a la pared con los brazos cruzados y ocultando mi tristeza, él se acercó más a mí buscando mis ojos con su mirada.

Hasta ahora solo habían pasado pocos minutos todavía no podíamos salir debían seguir buscándonos y no me cabe duda de que están enojados. Rous llego y noto lo triste que estaba, me jalo un brazo hasta que me acercara a ella.

-Todo va a estar bien –Dijo.

-Para ti están fácil decirlo.

Rous se sentó en el suelo, con cautela me hice a su lado. Comenzó a mirarme divertida, por más que estuviéramos en problemas su sonrisa nunca desaparecía aunque sé que en el fondo ella se siente infeliz, quien no lo estaría si llevara años secuestrado.

-Te conté que tengo una hermana menor –Observo la pared que se encontraba al frente de ella.

Rous empezó hablar de su vida lo más feliz que pudiera en algunos momentos dejaba escapar unas cuantas lágrimas. Yo escuchaba cada frase que salía de su boca y la entendía completamente, el tiempo pasaba y ella se estaba convirtiendo en mi amiga.

Me conto todo lo que hacía antes de quedar encerrada. Al cumplir 16 se pintó la puntas del cabello color azul su hermana menor la admiraba mucho, pero ella sabía que era una mala influencia para la pequeña, se escapa de su casa con sus amigos iban a bares sin importarles que eran menores de edad. Muchas veces iba a su lugar favorito una biblioteca a leer distrayéndose de lo que la rodeaba.

Cuando fue capturada su primer amigo fue Brian, poco a poco fue conociendo a los demás. Al principio se metía en los rincones a llorar, él que más la apoyo fue Cristián aunque ella lo ignorara.

El tiempo pasó y se estaba haciendo de noche, lo que me recordaba el regaño que nos iban a dar. No me importaba por fin disfrutaba un poco de libertad, todavía no comíamos y no lo pensábamos hacer estar aquí encerrados era mejor que salir afuera.

Rous se paró de suelo –Micaela estas castigada –Riéndome comencé actuar. Ella imitaba a Milena –No. Sabes qué. Desde ahora estarás castigada por el resto de tu vida. Alejandro llévatela –Señalo a Cristián y yo me reía.

Él la observo con los brazos cruzados –Roxanne por lo menos me hubieras puesto a imitar aún guardia, pero tiene que ser a él imbécil de Alejandro –Ella encogió los hombros formando en sus labios una risa pequeña.

Volvió a mí –Y tu serias Antonella –Enarque una ceja mirándola seria.

-Ni en mis pesadillas desearía se Antonella –Respondí.

Haciendo pucheros se volvió a sentar con los brazos cruzados. Empezó a arrastrase por el suelo corriéndonos a un lado sentándose en medio de mí y Cristián. Acostó su cabeza en mi hombro cerrando los ojos, estaba cansada y la entendía, estar encerrados daba sueño.

-Eres hija única ¿Verdad? –La escuche volver hablar. Sus energías volvieron cuando se sentó al frente mí.

Chasque la lengua –Correcto –Le hice pistolita con los dedos.

Cristián se acercó a nosotras –Tenemos que irnos.

-Esperemos que Brian no de la señal. Tenemos que tener cuidado de no toparnos con ningún guardia –Mire a ambos.

Rous comenzó a mirarnos con una sonrisa y unos ojos picaros -¿Qué pasa entre ustedes dos? –Preguntó.

Ambos la miramos confundidos – ¿Entre nosotros? –Hablamos al mismo tiempo.

-Se la pasan juntos todo el tiempo.

Antes de que siguiera hablando la interrumpí –Somos amigos –Cristián se quedó callado.




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