Cruel Realidad

Capítulo 21

Me la he pasado encerrada varios días en mi habitación, no quiero salir, no quiero ver a nadie apenas me puedo mover y lo que menos quiero en estos momentos es hacer el esfuerzo de intentarlo, las heridas de mi cuerpo no curan y arden demasiado al hacer contacto con cualquier cosa. 

No entiendo por qué no curan se supone que debieron sanarme después de Alejandro haberme hecho las heridas. En las noches duermo de lado hasta la sabanas me causan ardor en la espalda, en las mañanas espero a Rous quien me hace compañía todo el día, por más que no quiera ver a nadie, ella no quiso que yo estuviera tanto tiempo sola y logro convencerme para acompañarme.

-Mica –Me llama Rous mirando la pared que estaba enfrente de las dos. Se encontraba acostada a mi lado. La volteé a ver –Salgamos. Te vas a volver loca aquí encerrada sola.

-Ya me estoy volviendo loca –Sonrió.

Y era verdad. Los días se estaban volviendo más largos.

No le he contado a nadie, pero todas estas noches he pensado en matarme y terminar con esto de una vez por todas, duele mucho pensarlo. Mi fe vuelve al recordar a las personas que más amo, esa es mi ancla para no caer al vacío.

Rous se quedó callada.

-¿Y adonde iremos? –Pregunte. Por más que intentara ocultar mi tristeza no funcionaba.

-Me acorde de que no te puedes mover bien, no quiero obligarte.

-No me estas obligando, yo quiero ir.

Estar acostada todo el tiempo ya me estaba cansando, ni siquiera he salido a comer. Abrace a Rous apretándola fuerte, no quería que se separara de mí, ella me correspondió el abrazo. Cristián no ha podido venir a verme, está buscando la forma de abrir las puertas de seguridad junto con Brian, es muy difícil ayudar a los chicos desde mi cuarto, a veces les ayudo.

Los documentos que encontramos en la biblioteca han servido de ayuda, yo soy la única que puede entenderlos ya que están en francés. Algunos han traído códigos que nos han servido para abrir algunas cerraduras. Aunque los lugares importantes a los que hemos querido entrar no abren.

Nos falta poco para descubrir la manera de salir.

-Vamos al cuartel –Dice Rous –Ya estoy aburrida, de pronto Brian y Cristián han encontrado algo que nos ayude.

-No puedo correr.

-No tendrás que correr, yo te cubro y tú caminas hasta la entrada.

-Sabias que te odio –Dije sonriendo y haciendo el intento por pararme.

-¿Qué he hecho yo? –Mira con culpabilidad y a la vez sonríe.

-Convencerme.

Rous se levanta de la cama ayudándome a parar, las batas están en el piso. Con su ayuda me la pongo, así es más fácil para mí. Camino hasta el armario y me siento en una silla, mi cabello es un desastre. Ella coge el peine y comienza a peinarlo. Quiero cortármelo, no me lo cuido hace meses y se me está dañando.

En estos momentos parezco la rencarnación de la llorona.

Cogí las tijeras del armario y se las entregue.

-Córtamelo.

-¿Qué? –Mira confundida.

-Córtamelo.

-¿Segura? –Asiento

-Quiero un nuevo cambio.

Rous coge uno de mis mechones y lo corta, no lo deja tan corto, ahora llega a hasta mis hombros. Continúa con el resto del cabello, mechones empiezan a caer hasta que ella por fin termina. Miro una última vez antes de salir mi rostro, la marca que quedo en el ojo se ve horrible.

Dudo unos minutos si quiero salir así, no me gusta cómo me veo. La herida sigue abierta y la sangre seca la rodea.

-Ten –Rous me dio un parche. Lo miro con detenimiento –Es para cubrirte el ojo.

-Gracias.

Cuidadosamente salgo de la habitación los pasillos están casi vacíos, algunos chicos se encuentran sentados en el suelo, pegando sus cuerpos a la pared. Rous va sosteniendo para no caerme, mis pies están muy débiles.  

 

 

Apenas cruce la entrada me detuve a respirar, era cansado entrar aquí. Rous dijo que caminara, de todas formas me toco correr gracias a la cámara de seguridad. Escuche un grito, ella venia deslizándose por el ducto, me asusto pensar que nos fueran a descubrir por sus gritos, luego recordé que este sitio estaba bien oculto.

Llego cansada.

-Se me había olvidado la cámara –Dijo ella riendo y acostándose en el piso.

-Estás loca –Le di un empujoncito delicado –Y si me hubieran descubierto.

-Los hubiera distraído para que tú huyeras.

Toque mi espalda y sentí un ardor. Me la había lastimado mientras llegaba, Rous no se quedó quieta y comenzó ayudarme, levantándome la blusa me ayudo a que el dolor disminuyera un poco.

-Tenemos que curarte, las heridas empezaron a derramar sangre –Se notaba lo preocupaba que estaba.

Con su ayuda me levante del piso. Apenas entramos, los chicos voltearon a mirar, apenas me vieron los dos corrieron ayudarme. Me acomodaron en el sofá y yo volteé mi cuerpo para que mi espalda no ardiera, sentía un rasgón de piel.




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