Cruel verdad

Capítulo 2

22 de junio de 2019.

-Feliz último día de instituto, como les dije la semana pasada, espero que el próximo año no llegue nunca y que las vacaciones sean eternas- el profesor nos saca una risa a todos con su pequeño discurso- os quiero chicos, pasadlo bien durante estos meses de descanso.

Todos se levantan de golpe, casi tirando la mesa y la silla en el acto. Están ansiosos por haber finalizado otro año escolar, pasando de curso y pudiendo ahora reír con sus amigos sin más preocupaciones. Yo solo puedo pensar en cómo me escaparé de casa ahora que no puedo poner de excusa lo de ir a la biblioteca para estudiar. Aunque puede que ni noten mi presencia. Suspiro con cansancio y me acerco a la mesa del Señor Adra para desearle feliz verano ya que ha sido uno de los mejores profesores que he tenido.

-¿Has pensado lo del concurso?- levanta un poco la voz para que lo escuche ya que yo estoy casi saliendo del aula.

-Ya sabe que no puedo...

-Deberías hablar con tus padres, tienes talento.

Estoy cansada de escuchar siempre lo mismo.

-Algún día lo haré- le sonrío con toda la alegría que puedo reunir y básicamente huyo fuera de ese edificio.

No voy a mentir, me encantan las clases. Me parecen fascinantes todas las materias y son una forma de evadirme del mundo sin pensar que no estoy haciendo nada útil. El tiempo suele pasar rápido por las noches cuando estudio o hago la tarea que por el día no he podido hacer. Me gusta leer y sentir como todo mi mundo desaparece en el acto. En la noche nadie me juzga, puedo ser yo misma, sin miedo. Prefiero escapar a mi mundo lleno de números por matemáticas o de personajes literarios por algún libro que ese momento puedo estar leyendo. También, las horas que paso en el instituto son menos horas en las que estoy en casa. Así que por mi parte, todo son ventajas, excepto una cosa.

Amigos.

Bostezo mientras pago un viaje en autobús, me siento en un lugar libre y me coloco los cascos fingiendo escuchar música. No suelo poner música mientras estoy en lugares públicos, me gusta enterarme de lo que me rodea, estar alerta por cualquier peligro. ¿Que por qué me pongo los cascos entonces? Simplemente para que la gente no me hable, para no tener que socializar, pasar desapercibida. Es como si te pusieses los auriculares y desaparecieses del mundo. Te vuelves invisible.

-Mi hijo siempre está encerrado en su habitación, nunca quiere salir de ahí- se queja la señora sentada detrás mío.

-Son cosas de la edad, déjalo, es solo una etapa- las dos ríen desagradablemente- como el otro día, mi hija me dijo que su orientación sexual no iba muy por el lado hetero, le dije que no pasaba nada.

¿Cuántas veces habré escuchado este tipo de conversaciones?

-¿En serio?

-Se le pasará, mañana le gustará un chico y todo el tema olvidado.

Cierro mis puños con fuerza, intentando contenerme ante las palabras de la señora, queriendo soltarle unas cosas poco agradables a la cara. Odio que hagan eso, que simplemente no les importe como nos sentimos, que lo consideren una etapa o algo que está de moda y se nos olvidará. Eso no pasa, se nace así. No se desea. Simplemente es gente normal queriendo ser aceptados sin escuchar esas cosas a diario.

La gente que juzga sin saber me da asco.

Pero aunque me moleste, siempre me mantengo callada.

Prefiero no meterme en ese tipo de conversaciones. La gente habla. Llegaría a oídos de mis padres. No me apetece hablar con ellos o discutir, es mejor evitar los confrontamientos. Ya tengo suficiente dolor sobre mi cuerpo.

Miro la calle y compruebo que la siguiente parada es la mía, así que aprieto el botón y el cartel de "parada solicitada" se ilumina. Espero a que las puertas del bus se abran y cuando estoy a punto de salir, me giro hacia la señora, sin poder contenerme. Es el último día de clases, ¿qué más da?

-Respeto, es lo único que quiere su hija cuando le confiesa que es bisexual, y si su hijo se encierra en su habitación es porque no quiere verle su estúpida cara.

Me bajo del vehículo con una sonrisa de satisfacción y continúo el camino hacia mi casa, tarareando una melodía inventada perteneciente a ninguna canción. Cuando estoy en la puerta, suspiro, relajo mi mente, introduzco la llave en la cerradura y con cuidado la abro, rezando para que nadie esté en casa. Subo las escaleras contando todos los escalones, yendo de puntillas por todo el pasillo hasta llegar a mi habitación que extrañamente está entreabierta. La abro poco a poco y compruebo con horror que mis padres están dentro.

-¿Te parece bonito pintar las paredes?- me regaña mi madre.

"Son la prueba de mi dolor" quiero contestar.

-¿Y qué es todo esto?- mi padre arruga una de mis hojas- te prohibimos la música, es una pérdida de tiempo.

"Es mi sueño, no lo puedo evitar". Pero de nuevo, las palabras correctas no salen de mi boca.

-¡No por favor!- corro hacia ellos y les quito todo lo que puedo de las manos.

-Las estrellas brillan como tus ojos, las fresas se quedan cortas, ante el color de tus labios rojos, haciéndome querer acariciar, tu cabello que cada día recortas, queriendo con eso encajar, en...- lee un verso a medias de la canción de amor más cursi que he escrito en mi vida- esto es basura- se queja mi madre antes de sacar un mechero.

-¡Para!- le empujo a un lado e intento eliminar las arrugas del pobre papel que tiene tantos sentimientos plasmados en él- ¿no veis que me hacéis daño?

Mis padres cogieron la costumbre de que, cuando ya están hartos de discutir entre ellos, entran a mi habitación y comienzan a destrozarme todo por lo que he trabajado durante tanto tiempo. No digo que no los quiera, sino que deseo que desaparezcan de mi vida.

-Tu nos hiciste daño al nacer.

Aguanto la mirada, clavando mis ojos en los suyos que trágicamente tienen el mismo verde esmeralda que todo el mundo alaba como si fuese el único buen aspecto de mi cuerpo. Los suyos fríos, los míos con temor oculto. Supongo que eso es lo único que los diferencia. Mi padre se queda a un lado, mirándonos, esperando a que mi madre decida que ya es hora de salir de mi habitación y dejarme en paz. Él se parece a ella. Yo me parezco a mi madre. Mi cabello castaño roza mis mejillas cuando cojo aire para seguir la discusión.



#18029 en Novela romántica

En el texto hay: musica, chicaxchica, lgbt

Editado: 03.11.2021

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