Crueldad Divina

Secretos en Towin

Bueno como todos los libros empiezan con el cliché : me levanté tarde por tal cosa, y desayuné rápidamente porque blablabla. Entonces obviemos esa parte je.

Al llegar al campus, el bullicio de estudiantes la envolvió. Risas, conversaciones y el sonido de pasos resonaban en el aire. Valeria se sentía emocionada y ansiosa al mismo tiempo. Mientras caminaba hacia la cafetería, su mente divagaba sobre lo que le había contado Estefani la noche anterior.

Cuando finalmente la encontró, Estefani estaba sentada en una mesa, su rostro pálido contrastaba con los moretones que adornaban su piel. Valeria sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se acercó rápidamente, su preocupación evidente.

-Estefani, ¿qué te pasó? -preguntó, tomando asiento frente a ella.

Estefani se encogió de hombros, su mirada perdida en la distancia. -Fui a una fiesta anoche... No recuerdo mucho. Solo flashes de luces y música... y luego, desperté así -dijo, señalando sus moretones.

Valeria frunció el ceño. Algo no encajaba. La atmósfera de Towin siempre había estado cargada de secretos, y la presencia de vampiros en la ciudad era un hecho del que Valeria no podía escapar. Su naturaleza vampírica le otorgaba habilidades que otros no poseían, pero también la hacía más consciente de los peligros que acechaban.

-¿Estás segura de que no te hicieron nada? -preguntó Valeria, su voz baja y cautelosa.

-No lo sé... -Estefani pareció reflexionar-. Solo recuerdo que había un chico... muy atractivo, pero extraño. Y luego todo se vuelve borroso.

Valeria sintió una punzada de alarma. Podía ser que ese chico no fuera solo un humano encantador. En Towin, los vampiros eran maestros del engaño, capaces de hipnotizar a sus víctimas con solo una mirada. La idea de que Estefani hubiera sido manipulada la llenó de inquietud.

-Escucha, Estefani -dijo Valeria, tratando de sonar tranquila-. Debemos tener cuidado. Hay cosas en esta ciudad que no entendemos del todo. Si sientes que algo no está bien, confía en tu instinto.

Estefani asintió lentamente, pero su expresión seguía siendo confusa. Valeria tomó un sorbo de su café, intentando calmarse mientras sus pensamientos giraban en torno a cómo proteger a su amiga. Si había vampiros en la ciudad que podían controlar mentes, tenía que averiguar quiénes eran y qué querían.

-Vamos a investigar -sugirió Valeria con determinación-. Juntas podemos descubrir qué sucedió en esa fiesta. Iremos a la próxima que harán en la misma discoteca.

La mirada de Estefani se iluminó ligeramente ante la idea de tener un propósito. -Sí, hagámoslo. Pero... ¿cómo empezamos?

Valeria sonrió, sintiendo que la conexión entre ellas se fortalecía. -Primero, haremos una lista de las personas que estaban en esa fiesta. Y luego... tal vez podamos encontrar a ese chico extraño.

Mientras hablaban sobre sus planes, Valeria sabía que el camino por delante estaría lleno de peligros y revelaciones oscuras. Pero estaba lista para enfrentarlos, por Estefani y por sí misma. En Towin, la verdad siempre estaba al acecho, esperando ser descubierta.

Valeria se despidió de Estefani con un abrazo, prometiendo que todo saldría bien. Las clases del día pasaron rápido, pero su mente no podía dejar de pensar en la situación de su amiga. Mientras escuchaba al profesor hablar sobre la literatura contemporánea, sus pensamientos vagaban hacia la fiesta, el chico extraño y lo que realmente había sucedido esa noche.

Al salir de clase, encontró a Estefani en el pasillo. Su rostro estaba empapado en lágrimas, y su expresión era una mezcla de miedo y desesperación.

-Valeria, por favor, llévame de nuevo a la discoteca -sollozó Estefani-. Necesito entender qué pasó. Tal vez ahí encuentre respuestas.

Valeria sintió un nudo en el estómago. Sabía que regresar a ese lugar podría ser peligroso, pero también comprendía que su amiga necesitaba su apoyo. Asintió con firmeza.

-Está bien, vamos -respondió Valeria, tratando de infundirle algo de confianza.

Después de dejar a Estefani en su casa, Valeria tomó un taxi que la llevó a su propio hogar. Al llegar, se sintió aliviada de estar en un lugar familiar. Su gato, un elegante felino negro llamado Nox, la recibió con suaves maullidos. Le dio de comer antes de atender sus propias necesidades.

Se dirigió a la cocina y abrió el refrigerador, donde guardaba una pequeña colección de bolsas de sangre. Su dieta no era convencional, pero era parte de su vida como vampira. Se sirvió un vaso y lo bebió con satisfacción, sintiendo cómo la energía regresaba a su cuerpo.

Con la cena lista y Nox acomodado en su regazo, Valeria encendió la televisión y se sumergió en una película de terror. Sin embargo, el tiempo pasó volando y pronto se dio cuenta de que eran las 9:20 p.m. El corazón le dio un vuelco al recordar que había quedado con Estefani para ir a la fiesta.

-¡Oh no! -exclamó Valeria, levantándose rápidamente-. ¡Tengo que apurarme!

Se dirigió a su habitación y eligió un vestido negro ceñido que acentuaba sus curvas. El tejido se ajustaba perfectamente a su figura, y al mirarse en el espejo, notó cómo el contraste del negro hacía resaltar su largo cabello oscuro y sus ojos azules brillantes. Se sentía poderosa y lista para enfrentar cualquier cosa que la esperara esa noche.

Mientras se calzaba unos tacones elegantes, su mente se llenó de determinación. Estefani necesitaba su apoyo, y Valeria estaba dispuesta a protegerla a toda costa. Con un último vistazo al espejo, salió de su casa y llamó a un taxi.

El viaje hacia la discoteca fue breve, pero cada segundo parecía eterno. Su corazón latía con fuerza mientras pensaba en lo que podría encontrar allí. Al llegar, la música retumbaba en el aire y las luces parpadeaban intensamente. La multitud se movía al ritmo de la música, pero Valeria solo tenía ojos para su amiga.

Vio a Estefani cerca de la entrada, visiblemente nerviosa pero decidida. Valeria se acercó rápidamente.




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