Crueldad Divina

Secretos Towin

El ambiente de la discoteca era electrizante. La música pulsaba en el aire, y las luces de colores se movían al ritmo de los latidos de los corazones que llenaban el lugar. Valeria y Estefani se dejaron llevar por la energía del momento, riendo y bailando mientras disfrutaban de sus bebidas. La adrenalina y la emoción las envolvían, y por un breve instante, Valeria olvidó la preocupación que la había llevado allí.

Fue entonces cuando lo vio: un chico alto, con una presencia magnética. Tenía el cabello oscuro y rizado que caía desordenadamente sobre su frente, y sus ojos eran de un verde intenso que parecían brillar en la oscuridad. Sus rasgos eran distintivos: una mandíbula bien definida, pómulos marcados y una sonrisa que iluminaba su rostro. Valeria sintió un tirón en su interior, una atracción instantánea que la hizo olvidar por completo a Estefani.

Mientras se acercaba al chico, la música se tornó en un murmullo lejano. Se presentaron, y él se presentó como Leo. La conversación fluyó con naturalidad, y Valeria se dejó llevar por el magnetismo que emanaba de él. Sin embargo, al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que había perdido de vista a su amiga.

-Espera un momento -dijo Valeria, tratando de mantener la calma mientras buscaba entre la multitud.

Se adentró más en la pista de baile, pero el ambiente se volvió confuso. La gente se movía frenéticamente, y las luces parpadeantes hacían difícil enfocar. De repente, sintió una presencia detrás de ella. Se giró y se encontró con un chico de aspecto siniestro, con una sonrisa torcida que le erizó la piel. Sus ojos eran oscuros y profundos, como si pudieran ver a través de ella.

-¿Te gustaría jugar un juego? -preguntó él, acercándose demasiado.

Valeria sintió cómo su instinto de supervivencia se activaba. Se dio cuenta de que el chico intentaba hipnotizarla mentalmente, intentando entrar en su mente con una mirada penetrante. Pero Valeria no era una simple mortal; sabía cómo protegerse.

-No -respondió con firmeza, apoyando su espalda contra la pared para mantener la distancia-. No tengo interés en tus juegos.

El chico frunció el ceño, pero no se dio por vencido. Sus ojos se oscurecieron aún más mientras intentaba ejercer su influencia sobre ella. Valeria sintió cómo una oleada de poder oscuro intentaba invadirla, pero respiró hondo y concentró su energía. Con un movimiento rápido y elegante, aprovechando su agilidad sobrenatural, le partió el cuello con precisión.

El chico cayó al suelo sin hacer ruido, y Valeria se aseguró de que nadie hubiera notado lo sucedido. Con un último vistazo a su alrededor para asegurarse de que no había testigos, continuó buscando a Estefani.

Finalmente, la encontró cerca de la barra, hablando con otro chico que tenía un aire extraño. Era alto y delgado, con una piel pálida que contrastaba con su cabello rubio ceniza. Sus ojos eran fríos y calculadores, como si estuviera evaluando cada movimiento de Estefani.

-¡Estefani! -gritó Valeria mientras se acercaba rápidamente.

La amiga se giró y sonrió al verla. Sin embargo, algo en la mirada del chico hizo que Valeria sintiera una punzada de inquietud. Se acercó a ellas con paso firme.

-¿Quién es él? -preguntó Valeria, manteniendo su tono casual pero con un destello de advertencia en sus ojos.

-Este es Alex -respondió Estefani-. Dice que es nuevo aquí y que estaba buscando amigos.

Valeria observó al chico detenidamente. Había algo en su aura que le parecía peligroso. Decidió actuar con cautela.

-Es un placer conocerte -dijo Valeria, forzando una sonrisa-. Pero creo que es hora de que nos vayamos, Estefani.

El chico llamado Alex sonrió con una expresión que no le gustó a Valeria; era como si supiera algo que ella no sabía.

-¿Por qué tan pronto? La noche apenas comienza -dijo él con voz suave pero firme.

Valeria sintió cómo la tensión aumentaba y decidió que no podía permitir que Estefani se quedara más tiempo cerca de él. Con determinación, tomó del brazo a su amiga.

-Vamos, Estefani. Te necesito fuera de aquí.

Estefani pareció dudar por un momento, pero luego asintió al ver la seriedad en el rostro de Valeria. Mientras se alejaban, Valeria lanzó una última mirada a Alex, sintiendo que esa noche todavía guardaba secretos oscuros por descubrir.

Valeria y Estefani llegaron a la puerta de la discoteca, pero algo en el aire hizo que Valeria dudara. La inquietud que había sentido cerca de Alex no la dejaba en paz. A pesar de su instinto de salir corriendo, la curiosidad y la necesidad de proteger a su amiga la llevaron a cambiar de opinión.

-Espera un momento -dijo Valeria, deteniéndose en seco y girándose hacia Estefani-. Creo que deberíamos volver a hablar con Alex.

Estefani frunció el ceño, confundida.

-¿De verdad? ¿Después de lo que pasó? No sé si es una buena idea, Valeria.

-Lo sé, pero hay algo raro en él. Y si realmente está relacionado con lo que le pasó a ti... necesitamos respuestas. Tal vez él sepa algo sobre el chico que te atacó.

Estefani miró a Valeria, evaluando su decisión. Finalmente, asintió con la cabeza, sintiendo que su amiga tenía razón. Ambas se dieron la vuelta y regresaron al interior de la discoteca, donde la música seguía resonando y las luces seguían parpadeando.

Al acercarse a la barra, Valeria buscó a Alex entre la multitud. Lo encontró conversando con un grupo de personas, pero cuando sus ojos se encontraron, él sonrió con esa misma expresión enigmática que había notado antes.

-Ah, ahí están mis nuevas amigas -dijo Alex, acercándose a ellas con confianza-. ¿Decidieron quedarse un poco más?

Valeria mantuvo su mirada fija en él, decidida a no dejarse intimidar.

-Alex, necesitamos hablar contigo -dijo con firmeza-. Hay algunas cosas que nos gustaría aclarar.

El chico arqueó una ceja, claramente intrigado.

-¿Sobre qué? -preguntó, cruzando los brazos con una actitud despreocupada.




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