Carlos Vega lee el mensaje que le ha llegado, da un paso atrás y siente que su cuerpo choca con alguien, rápidamente se gira para pedir disculpas, la joven de cabello castaño, abre más los ojos al verlo, para él era normal ese efecto que causaba en las mujeres, era un hombre muy alto, vestia de trajes hechos a su medida, sus ojos café eran muy fríos, su cabello castaño lo peinaba hacia atrás.
—Lo siento —su voz era ronca, muy varonil, ese día había ido a echar un vistazo al lugar donde su padre había comprado el apartamento a su amante.
La joven parpadea.
—Yo no me fijé por donde caminaba —él enarca una ceja, la joven no era fea, pero no era de su gusto, vestia sencilla, tenía un marcado acento del interior del país, debía trabajar en este condominio.
—Disculpe joven —el hombre mayor se quita el sombrero ya gastado y viejo —Vamos a la universidad de Altazor nos dijeron estaba cerca de aquí ¿nos puede orientar de como llegar?
—¿Pidieron un taxi?
—¿Pedir? —pregunta la mujer mayor.
—Si, por la aplicación de servicios de taxi.
Él decide que los va a llevar al parecer son nuevos.
—Cruz ¿Tú tienes esa aplicación? —Carlos rápidamente mira a la joven ¿ella era Cruz? ¿Su padre se había buscado a una joven prácticamente saliendo de los pañales? Su madre era una mujer elegante, fina, pulcra ¿Cómo era posible que la había cambiado por esta mujer?
El odio que había nacido en el corazón de Carlos, en ese momento se intensificó, sintió repulsión por la joven quién no tenía moral, ya que lo único que le importaba era el dinero de su padre.
—No la tengo abuela —el sonido de su voz, su acento le cayeron mal, rápidamente guarda su móvil en el interior de su saco.
—Debo marcharme —responde áspero, se separa del grupo y se dirige donde ha estacionado el auto, va a subirse, pero se detiene, debía buscar la manera de apartar a su padre de esa maldita vividora, lucha consigo mismo para no hacer un gesto de desagrado, al girarse —Con gusto los puedo llevar.
La pareja mayor se miran a los ojos, luego el hombre habla.
—Está bien joven, pero le pagaremos —Carlos no responde, de seguro era el dinero de su padre, era una pareja de viejos sinvergüenzas que apagaban a la nieta.
Abre la puerta de atrás para que las mujeres entren, el hombre sube junto a él.
Sale del elegante condominio.
—¿Vive aquí joven? —pregunta la mujer.
—No, buscaba un apartamento —miente —¿Ustedes viven aquí?
—Si, nos acabamos de mudar, Cruz debe estudiar una carrera.
—¿Los padres de Cruz? —por un momento quizo pensar que no era amante de su padre, sino una hija perdida.
—Murieron en un accidente, cuando Cruz tenía un año de edad.
Carlos asiente.
—¿La madre era su hija? —la mujer mayor niega.
—No tuve hijas mujeres —la mirada de Carlos se volvió dura de nuevo, así que no había manera que ella fuera hija de su padre.
—Entiendo —su mirada se encuentra en el retrovisor con la de Cruz, sentía repulsión de la mujer —¿Qué estudiarás Cruz?
—Me gusta Ecología y Conservación del Medio Ambiente, pero no hay esa carrera en la Universidad de Altazor, así que estudiaré Administración de Empresas.
—Disculpe joven, no sé su nombre —el hombre saca un envoltorio de la bolsa de su pantalón, le quita unas ligas, Carlos se da cuenta que es una bolsa plástica, ahí lleva dinero —¿Cuánto es?
—Soy Carlos Ibáñez —se había quitado el apellido de su padre, usaba el de su madre.
—Soy Bernardo Diaz, ella es Magdalena y Cruz Delgado.
—Un placer —las palabras de Carlos eran de los dientes para afuera, le molestaba la familia.
—¿Cuánto es Carlos? —pregunta el hombre.
—Sólo me gustaría una taza de café —sonríe, pero está no llegaba hasta sus ojos, miraba con desprecio a la familia.
—Con gusto Carlos —responde la mujer mayor —Vivimos en el apartamento número diez, puedes llegar a tomar el café.
La sonrisa de Carlos se ensancha, era lo que quería y lo había logrado, entrar en la casa de la amante de su padre.
Al llegar a la universidad una idea rondo la mente de Carlos, el director de la universidad era su amigo, hacia años le había ofrecido un puesto en la universidad, por falta de tiempo, lo había rechazado, no tenia tiempo, pero si un deseo ardiente de destruir la relación de su padre con su amante, la salud de su madre era delicada, debía asegurarse que ella nunca sabría de Cruz Delgado.
Cuando los tres bajaron, Carlos chasquea su lengua, realmente debía ganarse a los tres.
—Los acompañaré, y luego los llevó a casa.
Cruz lo mira rápidamente, él le sonríe mostrando sus dientes, ella rápidamente se ruborizó.
Iba a ser fácil reemplazar a su padre en la vida de Cruz eso lo puso muy feliz.
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Cruz lleva un mechón de cabello detrás de su oreja, jamás había conocido a un hombre como Carlos Ibáñez, estaba nerviosa, su sola presencia hacía que le temblaran las piernas, había optado por guardar silencio, temía tartamudear como le había pasado en varias ocasiones en la pequeña escuela que había al fondo del páramo, los pocos niños se reían cuando ella tartamudeaba a la hora de responder alguna pregunta de la profesora, era timida con gente extraña, pero al irse relacionando se sentía más segura.
Él los guía dentro de la majestuosa universidad.
—Las oficinas del Director están en el Campus principal, este es el corazón de la universidad —el campus era un conjunto de edificios históricos que se mezclan armoniosos con modernas instalaciones —Los antiguos claustros han sido restaurados para albergar aulas y oficinas, mientras que los nuevos edificios cuentan con vidrios que reflejan el cielo y el paisaje —señala Carlos.
—Es impresionante —los ojos de Cruz estaban maravillados de tanta belleza.
Carlos se detiene frente a una pesada puerta, da dos golpes, escuchan un Pase, abre la puerta y deja que pasen las mujeres y el hombre, él se queda atrás, al entrar hace una seña de silencio a su amigo.
Editado: 15.07.2024