Cruzando barreras

• Artimaña •

Edward

Los dos hombres cayeron al suelo entre gritos y golpes, comportándose y gruñendo como animales salvajes, ninguno de los dos aparentaba tener el deseo de contenerse. Sus puños sonaban huecos y profundos, iban de un lado a otro, destruyendo todo lo que había a su paso.

El computador del escritorio se estrelló contra el suelo junto a los papeles que Leonard había estado organizando desde esa mañana, al igual que un cuadro fotográfico que terminó siendo pisoteado y pateado hasta llegar a los pies de Lara.

Bajó su vista y miró en silencio aquella fotografía, en ella estaba Leonard, ella y Gianna, el día en que se bautizó. Se veían como una gran familia feliz, todos estaban sonriendo y entonces, Lara se preguntó por qué no tenía un retrato así junto al padre de su hija. Las pocas fotografías que tenían solo eran de ella y su hija o de él y Gianna, pero nunca una en donde estuvieran los tres.

Sonrió con tristeza y sin volver a míralos se fue.

No tenía caso detener a ninguno de los dos, en algún momento alguno de ellos se cansaría.

Entre tanto, Leonard tomo el cuello de la playera negra tipo casual con escote chino de Edward, y lo sostuvo con firmeza, rompiéndole dos de los seis botones que tenía. Edward se sorprendió. La fuerza con la que su hermano lo había tomado había sido más que suficiente para levantarlo del suelo y arrojarlo sobre la mesita de centro en forma de círculo que se estrelló bajo su espalda. Varios pedazos pequeños de cristal se incrustaron en su ropa mientras que otros lo atravesaron, rasgando su piel.

Edward no podía creer que Leonard tuviera demasiada fuerza y fuera un experto luchando. Las únicas veces en que lo vio metiendo “las manos" para defenderse, fue cuando practicaba junto a varios estudiantes en las clases de esgrima que su padre le pagaba. Unos incompetentes. Leonard no había crecido como él, literalmente, "en la calle", él no conocía las técnicas de ese bajo mundo como para ser alguien con un determinado conocimiento, él no era diestro para eso, ese no era su mundo, pero tal parecía que Leonard era un experto para lo que sea, sin importar a lo que se enfrentará.

Tenía demasiadas artimañas.

Él no necesitaba de ninguna clase de protección, mucho menos de los guardaespaldas que su padre con mucha insistencia siempre le contrataba y, a decir verdad, nunca los necesito, siempre fue alguien que supo cómo cuidarse y defenderse por sí mismo, cosa que Edward tuvo que aprender también, solo que a diferencia de su hermano tuvo que hacerlo bajo duras y peligrosas circunstancias.

Si necesitaba de un guardaespaldas o de lo que fuera que necesitará, prácticamente tenía que justificar el por qué, punto por punto. Ayrton, no le daría a un niño maleducado el privilegio de tener su protección y servicios cuando no respetaba ninguna clase reglas y se negaba a seguir su legado.

Chasqueo los dientes, más que molesto.

Cuando era niño, su padre no era tan malo, siempre lo amó a él y a su hermano por igual, no había ninguna clase de preferencias. Si Leonard tenía algo lindo y bonito, Edward también lo tenía; si Edward no tenía nada, tampoco Leonard lo tenía. Eran tratados de manera justa y equitativa hasta que un día, Leonard comenzó a mostrar señales maduras, sus pensamientos y criterios, así como el gusto por los números y los negocios lo separó de su hermano, entonces, Ayrton comenzó a tener interés en heredar su legado. En un principio, pensó que Leonard no sería tan bueno, como su primogénito, tenía otros planes para él, pero luego cambió de idea. Quería mandarlo al extranjero, aunque al ver el favoritismo de su madre hacia Edward, le hizo cambiar de parecer.

Ayrton comenzó a interesarse más por Leonard, lo guío y trabajo durante sus primeros años como adolescente, le hizo creer y asegurarse de que solo los hombres con un poder y ego enormes podrían llegar a ser grandes, fue así, cómo poco a poco Leonard se fue distanciando de Edward hasta llegar a separarse por completo.

Su padre no quería hacer eso, sin embargo, las circunstancias lo obligaron y más lo hicieron cuando a la edad de dieciocho años, Edward cometió el peor error de su vida, fue entonces que, desde que murió su madre, tuvo que aprender a ganarse con el sudor de su frente el respeto y la cordialidad de su padre.

Su vida no había sido nada fácil después de eso, pero el aprender a obedecer al prodigioso Ayrton Palmer le facilitaba las cosas, y más lo hizo cuando aceptó casarse por primera vez con Lara.

Apretó los puños alrededor de la camisa de Leonard y lo empujo lejos de su cuerpo. El otro hombre trastabilló hasta perder por completo el equilibrio y estrellarse contra la pared, su cabeza recibió un fuerte impacto, pero no fue suficiente como para hacerlo perder la consciencia. Levantó la vista y para cuando su visión se hizo clara ya tenía a Edward entre sus piernas, lo sostuvo por su camisa de lino cuando con todo el rencor que sentía, a la cara le gritó:

—¡Eres un maldito bastardo!

La voz de Edward apenas y salió con fuerza desde el interior de sus labios. Estaba jadeando y le costaba trabajo mantener el aire dentro de sus pulmones, al igual que a Leonard. Lo miró con odio y en un segundo este otro le dio la vuelta, a pesar de estar un poco ebrio, su fuerza era y seguía siendo abrumadora. Leonard era solo un poco más alto que Edward, media cerca de uno ochenta y su musculatura era todavía mejor que la de hace algunos cuantos años atrás. Edward no podía compararse en absolutamente nada con su hermano.




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