—Leonard—
“—¡Acaso estás loco! —Le gritó Ayrton en el cuarto contiguo a su despacho mientras estampaba en la mejilla derecha de su hijo una fuerte bofetada que le hizo ver varios tipos de luces en sus oscuros ojos afilados—. ¡¿Cómo se te ocurre pedirme eso?! —vociferó dando la media vuelta. El hombre había perdido la cabeza y ni siquiera pensaba que era posible estar escuchando lo que su primogénito le había pedido—. Piensa en lo que dirá la gente… Leonard, piensa en tu reputación, en tu imagen, en nuestra familia. ¿Cómo crees que eso nos hará ver? Dios… es la prometida de tu hermano.
—Y hubiera sido la mía si me hubieras esperado.
—¡Pero no estabas…! —exclamó el hombre, volviendo a dar la vuelta—. Este negocio con los Evans era prioritario. No podía esperar a que regresaras.
—Prioritario, ¿dices? —Leonard se echó a reír—. Padre, para ti siempre todo es prioritario. Nunca piensas a futuro. Nunca te pusiste a pensar en lo que podía pasar si Edward no aceptaba…
—Pero aceptó…
—Y también lo hubiera hecho yo si me hubieras llamado…
—Leonard…
—Ningún Leonard, papá. Esa chica me gusta y haré todo lo posible por conquistarla. Edward no puede quedarsela, ella es mí… —En esos momentos el chico de cabellera larga y negra hizo una pequeña pausa cuando notó que Ayrton miraba detrás de su espalda. Éste, se giró y notó a Edward parado sobre el pasillo.
—¿Se te ofrece algo? —Le preguntó su padre con un tono rudo y serio, pero extrañamente amable cuando lo notó escondido detrás de la puerta.
Edward negó en un movimiento, lo miró por unos momentos y sin decir nada más salió de aquel lugar sin dejar de ver por la comisura de su ojo derecho a su hermano, quien lo miraba con una sonrisa torcida en sus labios”.
✤✤✤✤✤✤
—Edward… —susurró Leonard tras haber recordado ese día.
¿Qué le había hecho pensar que podía pedirle a su padre cancelar el compromiso así como así de su hermano y hacerlo cambiar por él? Estaba loco, Ayrton se lo había dicho, sin embargo, en esos días a pesar de que Leonard era un prodigio, aún era muy joven y estúpido, y por primera vez deseó tener algo que Edward tenía. Si ya le iba a ceder la empresa a él, al menos su hermano podría darle a su prometida. Solo tendría que ser cuidadoso al arrebatarsela. Fingir que estaba del lado de Edward para después encontrar una oportunidad que fuera perfecta.
“—Entonces… Si esa es tú decisión… Está bien, hijo. Voy a respetarla. Si quieres quedarte con la prometida de tu hermano no voy a negarme, pero haz que ella se enamore de ti. De lo contrario no aceptaré que se la robes”.
Esas había sido las palabras de Ayrton luego de que Edward se marchará, no obstante, el amor que Leonard sentía por su hermano le dificultaba las cosas así que, trato de ser paciente y de calcular cada uno de sus pasos para no lastimarlo, al final era como siempre su padre le decía, los negocios son negocios y los beneficios que se obtuvieran de ellos eran solo un plus… y su plus, era Lara.
Con el tiempo, su tolerancia y esfuerzos comenzaron a rendir frutos y aunque intentó resistir a causa de su promesa, no pudo evitar aprovechar la oportunidad de ese divorcio, mucho menos el tomar ventaja sobre ese embarazo.
Leonard se acercó más a Lara y cuando por fin creyó alcanzar su corazón alguien más llegó y se la arrebato. Le habían arrancado a Lara de las manos. Se la habían llevado frente a sus ojos y él no había podido hacer nada.
—¡Maldición! —Se quejó, recargando su cabeza sobre el cristal de la ventana de su auto, luego cerró los ojos y suspiro.
El dolor lo seguía atormentando.
—Quieres que te consiga un poco más de morfina. —Le dijo Samuel a uno de sus costados.
—No, no es necesario. —Le contestó sin abrir los ojos—. Ya se me pasara.
—Como quieras.
Samuel echó a andar de nuevo el auto cuando el semáforo cambió a verde, avanzaron un par de cuadras más y tras casi quince minutos de viaje por fin se detuvieron.
—Llegamos.
El hombre a su lado abrió los ojos y miró la empresa de su padre. Leonard había decidido primero buscar a Lara y ahora, que estaba de nuevo en ese lugar todo le parecía tan desdeñable. Le molestaba de sobremanera estar ahí. Una punzada en su frente le hizo comprimir su gesto. Se tocó con la punta de sus dedos y espero a que cesará.
—Ahora vuelvo… —anunció bajando del auto cuando no pudo resistir más.
Al estar dentro lo primero que hizo fue acercarse a recepción, su nuevo empleado pronto lo recibió.
—Señor Leonard… —comentó nervioso al verlo, pero eso fue algo que al hombre no le importó—. Creí que…
—Está el jefe de seguridad. —Lo interrumpió con una gran seriedad en su rostro que hizo que aquel hombre se estremeciera.
—S-sí… —titubeó apenas—. Envíalo a mi oficina y dile que lleve todos los archivos de hace tres días. Quiero ver los videos.
Una vez que Leonard llegó a su oficina no pudo evitar sorprenderse por la limpieza. Todo estaba perfectamente ordenado y organizado sobre su escritorio, aunque unos muebles habían sido cambiados. Guardó silencio y se acercó a su silla, encendió el computador y espero a que el jefe de seguridad apareciera.
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Editado: 08.08.2020