—Leonard—
Una sonrisa extraña cargada de ironía se escuchó dentro del auto cuando Matthew notó la dirección en la que manejaba. Meneo la cabeza hacia ambos de sus costados y bajó la vista por tan solo unos segundos. No podía creerlo.
—¿Qué es lo que es tan gracioso? —preguntó Leonard a su lado con unos ojos poco amistosos y con una voz terriblemente seria.
Matthew se giró a verlo.
—El lugar —respondió—. He pasado tantas veces por aquí que jamás noté que ese maldito bastardo la tuviera tan cerca.
Leonard frunció su ceño sin comprender.
—Sebastián… No vive más lejos que a una milla de donde se encuentran ahora. Cerca de ahí, a orilla de carretera, hay una vieja gasolinera abandonada. Lleva años que dejó de funcionar, aun así, creo que todavía es ocupada como almacén clandestino. No recurren mucho a ese lugar, pero es perfecto para esconder a alguien. Maldición.
—Entonces acelera…
Sin esperar a más órdenes, Matthew piso a fondo el acelerador. Ya casi estaban a punto de llegar cuando de repente, a su frente, no muy lejos del camino, el rubio pudo mirar el cofre de un auto que le pareció conocido, era su auto.
—¿Qué diablos? —murmuró cuando el Audi rojo paso a toda velocidad junto a ellos.
Giró la cabeza hacia atrás, como si tratara de comprobar que en verdad era el suyo.
—¡Maldición! —golpeó el volante y en una acción casi desesperada freno tan solo un poco para poder meter velocidad y dar vuelta en U de una forma violenta.
Casi derrapó.
Su forma de manejar no era tan mala, pero Leonard lo hubiera hecho mejor.
—¡¿Qué es lo que estás tratando de hacer, imbécil?! Eres un asco manejando.
—¡Solo estoy tratando de alcanzarlos!
Matthew, quien se había emocionado y puesto nervioso al mismo tiempo, piso todavía más el acelerador.
—Pues no parece que lo intentes… Vas demasiado lento.
—Voy tan rápido como esta chatarra me lo permite.
Leonard junto sus cejas. El comentario de Matthew le había hecho enojar. ¿Cómo se atrevería a llamarle “chatarra” a su hermoso Sedán? Era estúpido. Un buen “conductor” no se daba a conocer por la clase de auto que manejara, sino por la forma en lo que hacía. Exhaló con fuerza. No tenía ganas de discutir con un idiota así que, lo único que pudo hacer en esos momentos fue esperar a que Matthew los alcanzara, pero en verdad iban tan lento.
El Audi cada vez se veía más pequeño.
La desesperación envolvió al rubio. Matthew no permitiría que se alejaran, apretó el volante entre sus manos y piso hasta el tope el acelerador, como si eso le permitiera alcanzarlos más rápido; afortunadamente la carretera era recta y aunque había algunos bordos y baches, Matthew fue perfectamente capaz de esquivarlos, no como Sebastián que de vez en cuando reducía la velocidad cuando trababa de esquivarlos para no perder el control.
Pronto, el Sedán oscuro los alcanzo. Ya no estaban tan lejos como al principio.
—De acuerdo, mantén la velocidad.
Leonard, quien se había mantenido recto en su asiento estiró una mano hacia la guantera para sacar una Beretta.
Matthew solo pudo abrir los ojos con una enorme sorpresa. El hombre no esperaba encontrar armas de fuego en un coche tan convencional. Tragó duro.
—Acércate más —ordenó Leonard cargando el arma y sin quitar la mirada de enfrente—. Si fallo, será tu culpa.
La respiración de Matthew por un momento se detuvo, pero no era tiempo de entrar en pánico, y ya sea que la adrenalina, los nervios o el sonido de los disparos desbloquearan su mente, el chico aceleró, con una gran determinación.
Leonard trató de ajustarse a la forma en la que Matthew manejaba, sin embargo, era tan torpe maniobrando que, muy pocas veces consiguió mantener estable la velocidad, lo que le dificultaba a Leonard poder acertar. El hombre jamás había fallado, tenía una puntería casi perfecta, con un error del 0.5%. No obstante, ahora parecía un novato.
—Maldición. —Se quejó.
Chasqueó la lengua y en un intento desesperado se colgó de la puerta.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Estúpido! —exclamó Matthew, asustado. —Esto no es una película de acción. ¡Bájate de ahí o vas a matarte!
Pero Leonard no lo escuchó, estaba tan concentrado en el auto de enfrente que por unos segundos dejó de respirar. Tenía en sus manos, su último tiro. Se concentró. El viento frío chocó contra su rostro, su cabello oscuro se balanceo, cerró sus oídos a todo sonido externo y con una gran bocanada de aire contuvo la respiración y, disparó.
La bala atravesó el cristal del parabrisas trasero y perforó el hombro de Sebastián.
Tsk.
Con un fuerte gemido Leonard regreso a su asiento y volvió a cargar el arma, exaltado. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Acaso también quería asesinar a Lara? Se mordió el labio. Si tan solo Matthew no se hubiera movido en el último segundo, Leonard no hubiera fallado y le hubiera disparado en la cabeza a Sebastián, lo que hubiera ocasionado que el auto de enfrente perdiera totalmente el control y se estrellara.
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Editado: 08.08.2020